Capítulo Once

John se sintió como si lo hubieran golpeado. El aire se hizo sofocante, y la cara de Damien adoptó en sus ojos una expresión inmerecidamente siniestra. "Conozco a Lady Arabella," consiguió articular finalmente. Experimentó un agridulce placer ante el hecho de que su voz sonó casi normal.

"Qué bien," dijo Damien suavemente. "Ella asistirá a la reunión de esta noche."

"Estaré encantado de volver a verla."

"Bien. Dejaré que te instales. Lightbody te mostrará tu cuarto. Te visitaré más tarde para informarte sobre los detalles de esta noche." Damien sonrió suavemente y abandonó el cuarto.

El mayordomo penetró en el salón con rápida y discreta eficacia e informó a John de que sus pertenencias ya habían sido trasladadas arriba, a una de las habitaciones de invitados. Todavía aturdido, John siguió al mayordomo a su habitación, donde se tumbó sobre la cama, contempló el techo, y dejó que la furia lo invadiera de la cabeza a los pies.

¿Su hermano? ¿Su hermano? Jamás habría pensado que Belle fuera capaz de semejante maldad. Se obligó a dejar de pensar en ella; estaba demasiado disgustado, y ella obviamente no se lo merecía.

No tuvo suerte. Siempre que conseguía dirigir sus pensamientos hacia la comida o los caballos o cualquier otro tema neutral, una familiar cabeza rubia y una brillante sonrisa se interponían. Y después la sonrisa se tornaba burlona mientras la contemplaba tontear con su hermano.

¡Maldita mujer!

Cuando llegó la hora de prepararse para la fiesta, John se esmeró excepcionalmente al vestirse con el atuendo de etiqueta, todo negro, tan sólo roto por la impecable blancura de la camisa y el corbatín. Él y su hermano intercambiaron unos cuantos comentarios corteses en el carruaje, pero John estaba demasiado preocupado por la idea de ver a Belle de nuevo para prestar demasiada atención a Damien. No culpaba a su hermano por enamorarse de ella; estaba demasiado familiarizado con sus encantos. Pero sí estaba furioso con Belle por tramar deliberadamente una venganza tan maliciosa contra él.

Cuando llegaron a la mansión Forthright, John permitió que el mayordomo se hiciera cargo de su abrigo e inmediatamente exploró la habitación con la mirada en busca de Belle. Ella estaba cerca de una de las esquinas, charlando animadamente con un alto y elegante caballero de cabello y ojos oscuros. Evidentemente había estado muy ocupada en las dos semanas transcurridas desde su último encuentro, pensó amargamente. Damien rápidamente fue interceptado por un amigo, y ya que su anfitriona no aparecía por ningún lado, John logró evitar las largas y aburridas presentaciones. Se encaminó hacia Belle, felicitándose a si mismo por mantener controlada su amarga furia. Justo cuando se encontraba detrás de ella, dijo, "Buenas noches, Lady Arabella." sin confiar lo bastante en su autodominio para añadir algo más.

Belle se volvió, tan excitada al verlo que no se percató de la frialdad de su voz. "¡John!" dijo sin aliento y sus ojos se encendieron con evidente felicidad. "Qué sorpresa." Había venido. Había venido. El alivio y la alegría la recorrieron de la cabeza a los pies, y luego fueron sustituidos por la irritación. Maldición, no llevaba el audaz traje azul. Ni soñaba con que llegara a Londres tan rápidamente.

"¿De verdad?"

Belle parpadeó. "¿Disculpe?"

"Quizás debería presentarme a su amigo." John no deseaba otra cosa que hablar con ella a solas, pero no veía la forma hacer caso omiso del hombre que estaba junto a ella.

"Oh, por supuesto," dijo Belle, aturullándose con las palabras. "Lord Blackwood, este es mi buen amigo el señor William Dunford."

Dunford sonrió a Belle de una manera que resultó demasiado familiar para el gusto de John. "No sabía que conocieras mi nombre de pila, Belle," bromeó él.

"Oh, calla, Dunford. La próxima vez te llamaré Edward, solo para fastidiarte."

Una gélida corriente de celos recorrió a John ante la familiaridad entre Dunford y Belle. Sin embargo, automáticamente extendió la mano. Dunford la estrechó, murmuró un saludo y luego cortésmente se excusó. Una vez que Dunford se hubo marchado, John permitió que sus verdaderos sentimientos brotaran a la superficie.

Belle jadeó y retrocedió un paso ante la descarnada furia que irradiaban sus ojos. "John, ¿qué sucede?"

"¿Cómo has podido, Belle?" escupió él. "¿Cómo has podido?"

Ella parpadeó. Había esperado celos, no esa rabia apenas contenida. "¿Cómo he podido qué?"

"No te hagas la inocente. No te sienta bien."

"¿De qué hablas?" repitió Belle, en tono cada vez más nervioso.

El tan sólo la fulminó con la mirada.

Entonces recordó la mentira que Emma le había contado a John para conseguir que viniera a Londres. Tal vez él pensaba que ella y Dunford… "¿Es por Dunford?" preguntó rápidamente. "Porque si lo es, entonces no hay nada de lo que preocuparse. Es un viejo amigo, pero eso es todo. Y también es el mejor amigo de Alex."

"No es por él," siseó John. "Es por mi hermano."

"¿Quién?"

"Ya me has oído."

"¿Tu hermano?"

John asintió de manera cortante.

"Ni siquiera conozco a tu hermano."

"Si continúas con tus mentiras, Belle, te van a meter en un lío. Y créeme, no voy a estar cerca para sacarte del aprieto."

Belle tragó con dificultad. "Creo que deberíamos continuar esta conversación en privado." Con la cabeza muy alta, se marchó de la habitación en dirección a un balcón. Cuando llegó a su destino, parte de su confusión se había metamorfoseado en cólera, y cuando se dio la vuelta para enfrentarlo, sus ojos destellaban con furia. "Muy bien, Lord Blackwood. Ahora que ya no tenemos auditorio, suponga que me cuenta a qué ha venido esa escena."

"No está en posición de pedirme explicaciones, milady."

"Le aseguro, que no era consciente de la existencia de tales limitaciones para mi comportamiento. "

John bullía. Quería agarrarla por los hombros y sacudirla. Sacudirla, y sacudirla, y sacudirla y después…

Oh Cristo, deseaba besarla. Pero John no tenía por costumbre besar a la gente cuando estaba furioso así que simplemente apartó la mirada y dijo, "Soy consciente de que mi comportamiento con usted no siempre ha sido impecable, pero poner sus miras en mi hermano es infantil y mezquino por su parte. Por no mencionar que es repugnante…casi le dobla en edad."

Belle seguía sin estar segura de lo que él hablaba, pero no estaba de humor para ofrecerle ninguna explicación así que levantó la barbilla y le contestó, "Es bastante común entre las mujeres de la aristocracia casarse con hombres bastante más mayores que ellas. Soy de la opinión de que las mujeres maduramos más rápido, y por eso encontramos a los hombres de nuestra edad, o apenas ocho o diez años mayores" -y esto lo dijo con toda intención- "inmaduros y aburrido. "

"¿Me está llamando inmaduro y aburrido?" Su voz sonaba profunda y mortalmente seria.

"No lo sé. ¿Lo hacía? Ahora, si me disculpa, encuentro esta conversación sumamente infantil y molesta, y tengo modos mejores de pasar el tiempo."

John la sujetó en un acerado apretón. "No la perdono, gracias, y yo no tengo otro modo mejor de pasar mi tiempo. Tengo una pregunta para usted, y quiero una respuesta." Hizo una pausa, y su silencio obligó a Belle a alzar la vista para mirarlo a los ojos. "¿Ha sido siempre tan deliberadamente cruel?”

Belle se desasió de un tirón. "Le daría un bofetón," siseó. "Pero sospecho que su mejilla pudiera infectar mi mano."

"Estoy seguro de que la hará feliz saber que me ha herido. Pero, milady, fue sólo durante un minuto. Porque entonces comprendí que no quiero tener nada que ver con una mujer capaz de comprometerse con mi hermano solamente para vengarse de mí."

Belle finalmente demostró su exasperación. "Por última vez, John, no tengo ni idea de quién es tu hermano."

"Bien, eso es interesante, porque él si sabe quién eres tú."

"Mucha gente sabe quién soy."

John casi pegó su rostro al de ella. "Él está pensando en casarse contigo."

"¿Qué? "

"Ya me has oído."

Belle parpadeó sorprendida mientras parte de su enfado se disipaba ante la confusión del momento. "Bueno, supongo que varios hombres han pensado en casarse conmigo," dijo pensativamente. "Pero eso no significa que todos ellos me lo hayan pedido. Y tampoco significa que yo correspondiera a sus sentimientos. "

Durante un momento John quiso creerla pero entonces recordó las palabras de Emma. Esta pensando en casarse… Con un conde, me parece…, De hecho, ella dijo que le recordaba a usted. "No trate de salir de esta con palabras, mocosa." le advirtió él.

"¿Mocosa? ¡Mocosa! Al diablo si me infecta. ¡Creo que lo voy a abofetear después de todo!" Belle levantó la mano pero John la atrapó con facilidad.

"No tienes mis instintos, Belle," dijo él, en tono sedoso. "Nunca podías ganar una batalla entre nosotros."

Su aire de condescendencia fue la chispa que faltaba para convertir en enfado de Belle en pura furia. "Déjeme decirle un par de cosas, Lord Blackwood," rabió ella, retirando la mano. "En primer lugar, no sé quién es su hermano, y en segundo lugar, aún si lo supiera y quisiera casarme con él, no veo por qué esto tendría que importarle, ya que ha dejado muy claro en repetidas ocasiones que no quiere tener nada que ver en absoluto conmigo. En tercer lugar, no encuentro ninguna razón por la qué yo tendría que darle explicaciones de mis actos precisamente a usted, de entre todas las personas. En cuarto lugar… "

"Detente en el tercero, Belle," dijo John, sonriendo con suficiencia. "Ha dejado de interesarme."

Belle lo fulminó con su mejor mirada de desprecio y alzó la mano como si se dispusiera a intentar abofetearlo de nuevo. Distrayéndolo con ello, le dio un pisotón con todas sus fuerzas. John ni siquiera se estremeció. Tampoco creyó ella que fuera a hacerlo; sus zapatillas de baile no eran precisamente de recio material. Aún así, su espíritu se creció por su pequeña victoria, y se mofó, "Sus instintos envejecen, John. "

"Si desea infligir un verdadero daño, consígase unos zapatos más robustos, Belle. Y puede que ellos la salven de otra ampolla la próxima vez que salga de excursión."

Belle tragó con dificultad mientras recordaba la suavidad con que John se había ocupado de su pie herido. Era difícil reconciliar la imagen de aquel hombre sensible con este otro, sardónico e insultante, que permanecía ahora de pie frente a ella. Con un suspiro de deliberada impaciencia, lo miró a los ojos y dijo, "Me gustaría regresar a la fiesta. Si fuera tan amable de apartarse… "

John no se movió. "¿Con quién planea casarse?"

Belle gimió para sus adentros cuando sus mentiras regresaron para atormentarla. "No es asunto suyo," le espetó.

"¿Le he preguntado con quién planea casarse?"

"Y yo le he contestado que no es asunto suyo."

John se inclinó hacia ella. "¿No será, por casualidad, con el Conde de Westborough? "

Los ojos de Belle se desorbitaron. "¿Él es su hermano? "

Era verdad que ella no sabía que estaban emparentados. Nadie podía fingir esa expresión. Pero John quiso estar absolutamente seguro, así que le preguntó, "¿Su apellido no le dio una pista?"

"Si tan solo me lo presentaron la semana pasada. No supe su apellido. Me fue presentado simplemente como el Conde de Westborough. Y antes de que me acuse de cualquier otro atroz delito, déjeme decirle que sólo sabía que su padre era conde porque Alex lo mencionó. No tenía ni idea de cual era el título."

John no dijo nada, simplemente se quedó allí de pie, juzgándola en silencio. Belle encontró su comportamiento sumamente irritante y añadió, "Aunque ahora que lo menciona, se parece un poco a usted. Un poco más apuesto, quizás, y sin cojera."

John hizo caso omiso de su insulto, reconociéndolo como lo que era: el zarpazo instintivo de un animal herido a otro."¿De verdad que no sabías que era mi hermano? "

"¡No! ¡Lo juro!" Y entonces Belle se sintió como si estuviera solicitando su perdón cuando ella no había hecho nada malo, así que dijo, "Pero eso no cambia mis planes."

"¿Qué planes? ¿Casarse con él?"

"Le informaré de mis planes cuando me parezca oportuno." Espero informarme también a mi misma de mis planes, cuando me parezca oportuno, pensó Belle, alocadamente, porque no tengo ni idea de lo que estoy diciendo.

Las manos de John se clavaron en sus hombros. "¿Con quién planeas casarte? "

"No te lo pienso decir."

"Suenas como una chiquilla de tres años."

"Me estás tratando como tal."

"Voy a preguntártelo solo una vez más," le advirtió John suavemente, acercando su rostro al suyo.

"No tienes ningún derecho a hablarme así," susurró Belle. "No después de que tu… "

"Por Dios, Belle, no me eches eso en cara otra vez. Ya he admitido que te he tratado mal. Pero tengo que saberlo. ¿No lo entiendes? ¡Tengo que saberlo!" Los ojos de John ardían con pasión. "¿Con quién planeas casarte?"

Belle vio la desesperación en su rostro y su resolución se resquebrajó. "¡Con nadie!" exclamó. "¡Con nadie! ¡Era una mentira! Solamente una mentira para obligarte a venir a Londres porque te echaba de menos." El apretón de John se aflojó por la sorpresa, y ella rápidamente se alejó de él y se giró dándole la espalda. "Ahora ya me siento completamente humillada. Espero que estés satisfecho."

John se quedó mirando boquiabierto su espalda mientras sus palabras calaban en su mente. Ella todavía sentía algo por él. Saberlo era un bálsamo para su corazón herido. Pero seguía sin apreciar la tortura por la que ella lo había hecho pasar, y tenía toda la intención de dejárselo claro. "No me gusta que me manipulen," dijo, con voz profunda.

Belle se giró, incrédula y enfurecida. "¿No te gusta que te manipulen? ¿Esto es todo que puedes decir? No te gusta ser manipulado. Bien, déjame decirte algo. A mí no me gusta que me insulten. Y he encontrado tu comportamiento sumamente insultante." Ella pasó por delante de él, con la espalda bien tiesa, y la cabeza muy erguida, aparentando una dignidad que no sentía.

John seguía tan aturdido por su increíble confesión que su movimiento lo pilló de improviso, y apenas alcanzó a sujetarla de la punta de los dedos cuando trató de detenerla. "Belle", dijo, con voz estremecida por la emoción. "Por favor, no te vayas."

Belle podría haber escapado fácilmente del balcón; la sujetaba de la forma más tenue. Pero algo en su voz ronca la obligó a girarse, y una vez que lo hizo, quedó cautivada por el feroz deseo en sus ojos. Se le secó la boca, y olvidó como respirar. No tuvo ni idea de cuanto tiempo permaneció allí de pie, su mirada capturada por la de este hombre que había llegado a significar tanto para ella. "John," susurró. "No sé qué es lo que quieres."

"Te quiero a ti. "

Sus palabras quedaron suspendidas en el aire mientras el corazón de Belle rogaba a su cabeza que se permitiera a si misma creerlo. ¿Qué había querido decir con que la quería? ¿Qué quería tocarla, besarla? Ya sabía que sentía una fuerte atracción por ella; él nunca había sido capaz de ocultar eso, como también había sido bastante obvio que ella sentía lo mismo por él.

¿O que la quería en su vida? Como su amiga, su compañera, o incluso su esposa. A Belle la aterrorizaba plantear la pregunta. Ya le había roto el corazón una vez; no se sentía impaciente por dejarle hacerlo de nuevo.

John vio la duda en sus ojos celestes y se odió por haberla vuelto tan cautelosa. Era el momento de decirle lo mucho que la quería, lo sabia. Pero sus propios miedos lo contuvieron, y en cambio dijo suavemente, "¿Puedo besarte?"

Belle asintió lentamente y se acercó a él mientras John extendía el brazo y tomaba su otra mano en la suya. Una aplastante timidez se apoderó de ella, y bajo los ojos.

"No apartes la mirada," susurró él, sujetando con su mano su barbilla. Suavemente le alzó la cara mientras acortaba la distancia entre ellos. "Eres tan, tan hermosa. Y tan amable y tan buena y tan simpática y divertida y…"

"¡Para!"

Su nariz rozaba ahora la de ella. "¿Por qué?"

"Es demasiado," contestó ella, tímidamente.

"No. No, no lo es. Nunca será demasiado."

Él inclinó su cara de modo que sus labios pudieran acariciar suavemente los de ella, y Belle sintió que un estremecimiento de excitación la recorría. Continuaron de esa forma durante un largo minuto, con sus labios apenas rozándose, hasta que John no pudo aguantarlo más, y la estrechó contra él.

"Oh Dios, Belle, he sido tan estúpido," gimió. No la besó, tan solo la abrazó contra él, como si de alguna manera pudiera imprimir su cuerpo en el suyo. La abrazó con fuerza, con la esperanza de que un poco de su bondad y su coraje se le pegaran. "Lo siento tanto. Nunca quise hacerte daño," susurró entrecortadamente. "Es lo último que hubiera deseado hacer."

"Shhh," lo interrumpió Belle. No soportaba escuchar cómo se torturaba a si mismo. "Sólo bésame. Por favor. Ya ves, he estado soñando con ello durante días, y…"

John no necesitó un estimulo adicional, y su beso fue tan feroz como tierno había sido el primero. La devoró ávidamente, bebiendo de ella mientras murmuraba palabras sin sentido de amor y deseo. Sus manos estaban por todas partes, y Belle las quería en todas partes, deseándolo más de lo que hubiera podido imaginar jamás, más de lo que nunca podría entender. Hundió sus manos en su pelo, maravillándose de su textura justo cuando los labios de él se deslizaban por su cuello hasta la base de su garganta.

"No puedo creérmelo," gimió ella.

"¿El qué?" logró él preguntar, entre pequeños mordiscos.

"Esto. Todo. La forma en que me haces sentir. El…¡Oh!" Belle soltó un chillido ahogado cuando su boca se trasladó hasta la sensible piel detrás de su oído.

"¿Qué más no puedes creer? " le preguntó él, diabólicamente.

"Que desee que sigas besándome," contestó ella, con voz febril. "Y que en el salón contiguo continúe celebrándose una fiesta. "

Las palabras de Belle tuvieron un efecto no planeado, y con un gran esfuerzo John se separó de ella y soltó una maldición en voz baja. "Casi lo había olvidado," refunfuñó. "Alguien podría descubrirnos en cualquier momento."

Belle se sintió fría sin sus brazos alrededor, y no pudo evitar tender una mano hacia él. "Por favor", susurró. "Te he echado mucho de menos."

Ella era una enorme tentación, pero John se mantuvo firme."No he venido a Londres para arruinar tu reputación."

"Es una pena," refunfuñó ella, por lo bajo.

"¿Perdón?"

"Nada."

"Tendremos que regresar por separado."

Belle sonrió ante el desvelo de John por ella. "No te preocupes. Estoy segura de que Dunford nos ha encubierto maravillosamente." Y al enarcar John una ceja, añadió, "Le hablé sobre ti."

El le dirigió una mirada tal que ella se sintió obligada a ampliar su explicación, "Sólo un poco, así que no tienes que preocuparte de que haya divulgado todos tus secretos."

John ahogó la culpa que burbujeó en su interior. Ella no conocía su mayor secreto, aunque finalmente tendría que contárselo. Pero no ahora. No tenía por que ser ahora. "Se te ha deshecho el peinado," dijo en cambio. "Tal vez desees arreglarlo. Volveré a la fiesta primero. Estoy seguro de que mi hermano me estará buscando."

Belle asintió, y juntos se adentraron en el oscuro vestíbulo. Antes de separar sus caminos, sin embargo, ella lo tomó de la mano. "John", dijo suavemente. "¿Qué va a pasar ahora? Tengo que saberlo."

"¿Qué va a pasar ahora?" repitió él, con una alegre sonrisa. "Pues, que voy a cortejarte. ¿No es eso lo que se supone que viene a continuación? "

Ella le contestó con otra sonrisa y escapó.

Cuando John entró de nuevo en el salón no se sorprendió encontrar a su hermano observándolo con una expresión de curiosidad."¿Dónde te has metido?" le preguntó Damien.

"Sólo quería tomar un poco de aire fresco." Si Damien había notado que Lady Arabella había dejado el salón al mismo tiempo que él, no lo mencionó. "¿Por qué no me presentas a algunos de tus amigos? " le sugirió John.

Damien asintió cortésmente. Mientras estaba ocupado presentando a John, Belle reapareció y fue directa hasta Dunford.

"Esa ha sido toda una escapada," dijo él con una amplia sonrisa.

Belle enrojeció. "Nadie lo notó, ¿verdad?"

Dunford negó con la cabeza. "No lo creo. Solo me mantuve alerta por si necesitabas ser rescatada. En el futuro, sin embargo, si fuera tú, no alargaría mis citas secretas más de cinco minutos."

"Oh, Señor. ¿Cuánto tiempo, er, hemos estado fuera? "

"Más de lo que era tu intención, estoy seguro. Dije que tenías que arreglar algo de tu vestido. Todas las señoras se mostraron apropiadamente comprensivas."

"No tienes precio, Dunford." Belle le sonrió abiertamente.

"Oh, aquí está, Lady Arabella. "

Belle se giró para ver a Lord Westborough caminar hacia ella. John estaba a su lado, con una astuta sonrisa en su rostro.

"Qué agradable verle de nuevo, milord," murmuró ella cortésmente.

"Y creo que ya conoce a mi hermano," añadió Damien. "Lord Blackwood."

"Sí, por supuesto. Nos conocemos bastante bien." Belle se estremeció interiormente por el doble sentido de su frase y se negó a alzar la vista hacia John, segura que sería recompensada con una sonrisa diabólica. Se salvó de una conversación potencialmente embarazosa por la llegada de su anfitriona, Lady Forthright.

"Oh, Westborough," dijo con voz estridente. "No le vi entrar. Y lady Arabella, es siempre un placer."

Belle sonrió y se inclinó en una cortés reverencia.

"Y este debe ser su hermano," continuó lady Forthright.

Damien asintió y los presentó. Entonces vio a otro amigo y disculpándose, abandono a John y a Belle en las manos de su no demasiado gentil anfitriona.

"¿Lord Blackwood? Una baronia, ¿verdad? " le preguntó. "Hmmm. No me suena el título."

Belle se retorció interiormente de furia. Lady Forthright siempre había sido una mujer indiscreta que trataba de ocultar su carencia de seguridad en sí misma insultando a otros.

"Es un título relativamente nuevo, milady," dijo John, con expresión deliberadamente neutra.

"¿Cuán nuevo significa 'relativamente'?" Ella sonrió con frialdad por su pequeña broma y luego miró a Belle para ver si ella también desdeñaba a este recién llegado a sus filas. Belle le devolvió una mirada ceñuda que se intensificó cuando se dio cuenta de que el salón las conversaciones se habían detenido en los últimos segundos. Santo Dios, ¿es que no tenían nada mejor que hacer que escuchar el necio parloteo de Lady Forthright? ¿Y dónde estaba Damien? ¿No debería estar defendiendo a su hermano?

"Unos pocos años," contestó John tranquilamente. "Me concedieron el honor por los servicios militares."

"Ya veo." Lady Forthritgth se estiró y cuadró los hombros, preparándose para su auditorio. "Bien, estoy segura de que es usted muy valiente, pero no puedo aprobar este imprudente reparto de títulos. No es beneficioso para la nobleza volverse tan -como lo diría- indiscriminada."

"Lord Blackwood es el hijo de un conde," dijo Belle, calmadamente.

"Ah, no hay nada que objetar respecto a su linaje," contestó su anfitriona. "Pero no debemos volvernos como esos rusos que regalan títulos a diestro y siniestro. ¿Sabía usted que si uno es un duque ruso, todos sus hijos llevan también el titulo de duque? Dentro de poco todo el país va a ser invadido por duques. Será la anarquía. Recuerde mis palabras, el país va a sufrir un colapso, y será por culpa de todos esos duques. "

"Una interesante suposición," dijo Belle, en tono helado.

Lady Forthright no pareció notar la irritación de Belle. "Encuentro todos estos nuevos títulos algo faltos de tacto, ¿no cree?"

Belle oyó como todo el mundo contenía el aliento a su alrededor, esperando con curiosidad su respuesta. Damien apareció a su lado, y ella le dedico una tensa sonrisa. "Lo lamento, Lady Forthright," dijo dulcemente. "Me temo que no sigo su razonamiento. ¿Su marido es el quinto Vizconde Forthright? "

"El sexto," contestó ella, con aspereza. "Y mi padre era el octavo Conde de Windemere."

"Ya veo," dijo Belle despacio. "¿Así que ninguno de ellos hizo otra cosa para merecer sus títulos excepto nacer?”

"No estoy segura de entender lo que quiere decir, Lady Arabella. ¿Y puedo recordarle que el condado de su familia se remonta varios siglos atrás? "

"Oh sí, le aseguro que soy muy consciente de ese hecho, lady Forthright. Y consideramos el condado como un importante honor familiar. Pero mi padre es un hombre noble porque es una noble persona, no porque posea un antiguo título. Y en cuanto a Lord Blackwood, encuentro que su título es muchísimo más atrayente porque representa la nobleza del hombre que está ante usted, no la de algún antepasado muerto hace mucho tiempo."

"Un bonito discurso, lady Arabella, especialmente para alguien que obviamente disfruta de todas las ventajas de su posición. Pero no del todo apropiado para una dama de buena crianza. Se ha convertido en una intelectual. "

"¡Por fin! Un cumplido. Nunca imaginé oírlo de sus labios. Ahora si me disculpa, estoy un poco cansada de esta fiesta." Belle resueltamente volvió la espalda a su anfitriona, consciente del escándalo que semejantes pésimos modales ocasionarían. "John, estoy encantada de haberlo visto de nuevo. Espero que me visite pronto, pero ahora debo encontrar a Dunford para que me lleve a casa. Buenas noches."

Y mientras John todavía se tambaleaba por su apasionada defensa, ella lo honró con su sonrisa más radiante y se marchó.

Quedó abandonado para afrontar a una furiosa lady Forthright quien simplemente le dedicó un refunfuño y se marchó apresuradamente.

John no pudo contenerse. Comenzó a reír.


* * *

Más tarde esa noche, mientras los hermanos Blackwood volvían a casa, Damien sacó el tema de la obvia amistad de Belle con John. "No me había dado cuenta de que tu y lady Arabella os conocíais tan bien el uno al otro,” dijo, con el ceño fruncido.

Una comisura de la boca de John se curvó en una sonrisa sardónica. "Ella dijo que nos conocíamos muy bien, ¿no?"

"Su apasionada defensa de tu posición da a entender que sois bastante buenos conocidos."

"Bien, bastante buenos."

Damien abandonó el tema unos minutos, pero finalmente su curiosidad pudo más que él. "¿Tienes la intención de cortejarla?"

" Temo que ya he hablado demasiado sobre la dama en cuestión."

"Ya veo."

John suspiró. Se estaba comportando demasiado bruscamente con su hermano, y, en realidad, Damien no lo merecía. "Te pido perdón si esto desbarata tus proyectos. Te aseguro que no sabía que sentías algo por Belle antes de que yo llegara. En realidad, ella fue la razón por la que vine a la ciudad en primer lugar."

Damien consideró sus palabras lentamente. "Yo no diría exactamente que siento algo por ella. Simplemente pensé que podría ser una esposa adecuada para mi."

John lo miró de manera extraña. Se preguntó si las emociones de su hermano alguna vez se aventuraban más allá de la ligera apreciación o una suave aversión.

"Es obvio, sin embargo," continuó Damien, "que no haríamos buena pareja. Ella es una gran belleza, sin duda alguna pero no puedo tener una esposa que manifieste unas ideas tan radicales en público."

Los labios de John temblaron. "Seguramente tú tampoco me crees merecedor de mi título."

"Por supuesto que sí." Damien pareció ofendido por la acusación. "Te mereces ese título. Y además nuestro padre era un conde. Pero debes admitir que demasiados plebeyos han conseguido infiltrase en la aristocracia, bien por la compra de un título o bien por el matrimonio. Sólo Dios sabe que va a ser de nosotros."

"A Belle le gusta leer," anunció John, solamente para estar completamente seguro de que el interés de su hermano por ella no resurgiría de nuevo. "Ha leído las obras completas de Shakespeare."

Damien sacudió la cabeza. "No puedo imaginar en que estaba pensando. Las marisabidillas pueden ser un completo fastidio, no importa lo hermosas que sean. Son tan exigentes. "

John sonrió.

"No me conviene, en absoluto," prosiguió Damien. "Pero tu debería aspirar a ella si lo deseas. Sería un gran partido para un hombre de tu posición. Aunque debo advertirte que sus padres probablemente no aprueben el matrimonio. Pienso que ella podría conseguir a un duque si lo quisiera."

"Imagino que sí," murmuró John. "Si, en efecto, eso fuera lo que ella quisiera."

El carruaje se detuvo frente a la residencia de Damien. Cuando entraron en el vestíbulo principal, Lightbody los recibió con una nota que dijo había sido dejada expresamente para Lord Blackwood. Con curiosidad, John desplegó el papel.


Estoy en Londres.


John frunció el ceño cuando recordó los dos mensajes similares que había recibido unas semanas antes. Creyó que estaban dirigidos a los dueños anteriores de Bletchford Manor, pero ahora comprendió que se había equivocado.

"¿Alguien a quien conoces? " le preguntó Damien.

"No estoy seguro," contestó John, despacio. "No estoy seguro en absoluto. "

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