Capítulo Seis

Al día siguiente Belle decidió que quizás se había precipitado demasiado al excluir la poesía.

Después del almuerzo, se puso un traje de equitación azul oscuro y se dirigió hacia los establos. Inspirada por la poesía que John recitó la noche anterior, llevó consigo un delgado volumen de poemas de Wordsworth. Su plan era buscar una ladera cubierta de hierba y sentarse a leer, pero tenía la sensación de que no iba a ser capaz de evitar dirigir a su yegua hacia Blemwood Park, no, Brinstead Manor, maldición, ¿por qué no podía recordar el nombre de ese lugar? Independientemente de cómo se llamara, era donde vivía John, y Belle quería ir allí.

Espoleó a su yegua hasta ponerla al trote, aspirando el fresco aire otoñal mientras se dirigía hacia el este, hacia la propiedad de John. No tenía ni idea de que le iba a decir si tropezaba con él. Probablemente algo estúpido; siempre parecía divagar más que de costumbre cuando estaba con él.

"Buenos días, Lord Blackwood," probó. No, demasiado formal.

"Simplemente decidí dirigirme hacia el este… " Demasiado obvio. ¿Y no había usado algo por el estilo el otro día?

Suspiró y decidió probar con la simplicidad. "Hola, John. "

"Hola a ti también. "

Belle jadeó. Había estado tan ocupada ensayando lo que quería decirle que ni siquiera había notado que él estaba allí mismo, delante de ella.

John alzó las cejas ante su expresión de sobresalto. "No puede estar tan terriblemente sorprendida de verme. Me ha dicho hola, después de todo. "

"Cierto," dijo Belle con una sonrisa nerviosa. ¿La habría oído hablando consigo misma sobre él? Alzó la vista para mirarlo, tragó, y dijo lo primero que se le pasó por la cabeza. "Es un caballo adorable. "

John se permitió una pequeña sonrisa ante su aturdimiento. "Gracias. Aunque supongo que Thor podría ofenderse al ser llamado adorable. "

Belle parpadeó y pareció despejarse un poco. John, en efecto, montaba un semental, y uno bastante poderoso, para más inri.

"Un caballo muy hermoso, entonces," se enmendó.

Él acarició el cuello de su semental. " Thor se siente mucho mejor, estoy seguro."

"¿Qué le trae por aquí?" preguntó Belle, sin saber si todavía estaba en la propiedad de Alex o ya había entrado en la de John.

"Simplemente decidí dirigirme hacia el Oeste… "

Belle sofocó una carcajada. "Ya veo. "

"¿Qué le trae a usted por este camino? "

"Yo simplemente decidí dirigirme hacia el Este. "

"Ya veo. "

"Oh, debe saber que esperaba verle," soltó ella.

"Y ahora que me ha visto," dijo John, "¿qué proyecta hacer conmigo? "

"No había llegado tan lejos en mis planes, en realidad," confesó Belle. "¿Qué le gustaría a usted hacer conmigo? "

John pensó que sus deseos respecto a eso no era tema adecuado para una charla superficial. Permaneció silencioso, pero no pudo evitar clavar fija y apreciativamente la mirada en la mujer que permanecía frente a él.

Belle interpretó su expresión correctamente y se puso roja como una remolacha. "Oh, es usted un malvado," tartamudeó. "No era eso lo que quería decir. "

"No tengo ni idea de a que se refiere," dijo John, y su rostro era la viva imagen de la inocencia.

"Lo sabe perfectamente, y no va a hacerme decirlo. Usted… oh, no importa, ¿le apetece venir a tomar el té? "

John rió en voz alta. "Como adoro a los ingleses. Cualquier cosa puede remediarse con una taza de té. "

Belle le ofreció una sonrisa mordaz. "Usted también es ingles, John, y para que conste, cualquier cosa puede solucionarse con una buena taza de té. "

Él sonrió irónicamente. "Lamento que nadie se lo hubiera comunicado al doctor que casi amputó mi pierna. "

Belle recuperó la seriedad de inmediato. ¿Qué se suponía que debía contestar a eso? Alzó la vista hacia el cielo, que comenzaba a nublarse. Sabía que John era desmesuradamente sensible respecto a su pierna, y probablemente debería evitar hacer ninguna referencia a ella. Pero, había sido él quien la había mencionado, y le pareció que el mejor modo de demostrarle que a ella no le importaba su herida era bromear sobre ello. "Bueno, entonces milord," dijo, rezando para no estar cometiendo un terrible error. "buscaré la forma de derramar un poco de té sobre su pierna esta tarde. Si eso no funciona, nada lo hará."

Él pareció vacilar un momento antes de responder, "Supongo que necesitará una escolta para regresar a Westonbirt. Veo que ha vuelto a salir sola de nuevo. "

"Algún día, John," dijo ella en tono exasperado, "será un padre magnífico. "

Una enorme gota de lluvia aterrizó sobre la nariz de él, y alzó los brazos en fingida rendición. "Abra la marcha, milady."

Belle giró a su yegua, y se dirigieron de regreso a Westonbirt. Después de unos momentos de amigable silencio, ella se giro y le pregunto, "¿Por qué estaba deambulando por aquí esta tarde? Y no me diga que simplemente había tomado dirección Oeste. "

"¿Me creería si le dijera que esperaba verla? "

Belle se giró de nuevo rápidamente, inspeccionando su cara para ver si estaba jugando con ella. Sus ojos oscuros eran calidamente aterciopelados, y su corazón dio un vuelco ante su resuelta mirada. "Le creeré, si es muy amable conmigo esta tarde," bromeó ella.

"Seré amabilísimo," dijo John, malvadamente "si eso significa conseguir una taza de té extra. "

"¡Para usted, lo que haga falta! "

Cabalgaron varios minutos hasta que Ámbar se detuvo repentinamente, irguiendo las orejas nerviosa.

"¿Qué sucede? " preguntó John.

"Probablemente sea algún conejo. Ambar siempre ha sido muy sensible al movimiento. Es extraño, en realidad. Es capaz de cabalgar por las atestadas calles de Londres como si no tuviera ni una preocupación en el mundo, pero pasea sobre un tranquilo camino en el campo y recela de cada pequeño ruido. "

"No he oído nada. "

"Yo tampoco." Belle tiró suavemente de las riendas. "Vamos, muchacha. Va a empezar a llover."

Ambar dio un par de pasos vacilante y se paró otra vez, girando bruscamente la cabeza hacia la derecha."No puedo imaginar que le sucede," dijo Belle, avergonzada.

¡Crack!

Belle oyó la explosión de un disparo desde algún punto cercano de los bosques y luego sintió el suave zumbido del aire cuando una bala pasó entre sus cuerpos.

"¿Qué…? " comenzó a preguntar, pero no llegó a finalizar la frase porque Ámbar, ya caprichosa de por si, se encabritó con el estrépito. Belle tuvo que concentrar toda su atención en mantenerse sobre su montura. Lanzó los brazos alrededor de cuello de la yegua, murmurándole, "Tranquila, chica. Cálmate." Aunque estaba tan asustada, que no sabía si sus palabras eran para calmar al caballo o a si misma.

Justo cuando estaba convencida de que no sería capaz de sujetarse ni un segundo más, sintió los acerados brazos de John cerrándose alrededor de su cintura y arrancándola de la silla. Aterrizó bruscamente a su lado, encima de Thor.

"¿Está bien? " le preguntó él, ásperamente.

Belle asintió. "Creo que sí. Necesito recuperar el aliento. Ha sido más un susto que otra cosa."

John la estrechó más contra él, incapaz de creer la profundidad del miedo que sintió cuando la vio aferrarse al cuello del Ámbar para salvar la vida. La yegua bailoteaba ahora en círculos nerviosos, resollando audiblemente, pero ya calmada.

Cuando Belle sintió que había recobrado un tanto la compostura, se separó bastante de John para poder examinar su cara. "Oí un disparo."

John asintió gravemente. No podía imaginar por qué alguien iba a querer dispararles, pero pensó que no deberían seguir inmóviles en ese sitio, como un blanco fácil. "¿Nos seguirá Ambar, si la mantengo conmigo sobre mi montura mientras regresamos? "

Ella asintió, y rápidamente galopaban de vuelta a Westonbirt.

"Creo que ha sido un accidente," dijo Belle, cuando redujeron la velocidad.

"¿El disparo? "

"Sí. Precisamente el otro día Alex me decía que ha estado teniendo problemas con los cazadores furtivos. Estoy segura de que ha sido una bala perdida lo que asustó a Ámbar."

"Ha pasado demasiado cerca para mi gusto. "

"Lo sé, pero ¿que otra cosa puede ser? ¿Por qué iba a querer alguien dispararnos? "

John se encogió de hombros. Él no tenía enemigos.

"Tendré que hablar de esto con Alex," prosiguió Belle. "Estoy segura de que querrá hacer cumplir las normas más severamente. Alguien podría haber sido herido. Hemos estado muy cerca de serlo nosotros. "

John asintió, la abrazó más estrechamente, y espoleó a Thor para ir un poco más rápido. Unos minutos más tarde entraban en los establos de Westonbirt, y justo a tiempo, ya que las gotas de lluvia comenzaban a caer más y más rápidas.

"Ya hemos llegado, milady," dijo él, mientras la ayudaba a desmontar. "¿Será capaz de llegar hasta la casa sin problemas? "

"¿Oh, pero usted no viene? " La desilusión estaba claramente dibujada sobre sus rasgos.

Él tragó, y un músculo se le tensó en garganta. "No, en realidad no puedo. Yo… "

"Pero se empapará si trata de regresar a su casa ahora. Debería entrar y tomar un poco de té, aunque solo sea para entrar en calor. "

"Belle, yo… "

"Por favor."

Él miró fijamente aquellos maravillosos ojos azules y se preguntó como alguien podía encontrar el valor necesario para negarle algo. Echó un vistazo al exterior a través de las puertas de los establos. "Supongo que hay bastante humedad. "

Belle asintió. "Seguramente enfermará si intenta regresar a caballo a casa ahora. Venga." Tomó su mano, y juntos efectuaron una apresurada carrera hasta la casa.

Cuando se precipitaron a través de la puerta principal en el vestíbulo, ambos estaban bastante mojados, y Belle podía sentir como húmedos mechones de su cabello se adherían a su rostro. "Debo estar hecha un desastre," dijo tímidamente. "Debería subir y cambiarme."

"Tonterías," dijo John, colocándole un húmedo mechón tras la oreja. "Tiene un aspecto encantador… como brumosa. "

Belle contuvo la respiración, su roce todavía hormigueaba sobre su mejilla. "Seguramente quiere decir como mohosa. Me siento como un trapo de fregar. "

"Le aseguro, Lady Arabella, que no tiene en absoluto aspecto de trapo." Dejó caer su brazo. "Aunque no puedo imaginar cuando ha visto uno. "

Belle se puso rígida. "No soy la niña mimada que parece creer que soy. "

John contempló ávidamente a la impresionantemente encantadora mujer que permanecía de pie frente a él en el vestíbulo. Su pelo se había liberado parcialmente de su recogido, y mechones dorados, rizados por el aire húmedo, besaban ambos lados de su rostro. Sus largas pestañas relucían con gotas de lluvia, enmarcando unos ojos de un indescriptible tono azul. John suspiró y no permitió que su mirada se extraviara hacia su suave boca. "Creame, no pienso que sea una niña," dijo, finalmente.

Belle trago con nerviosismo, incapaz de ocultar su desilusión. Esas no eran exactamente las palabras que había esperado oír. "Quizás deberíamos continuar nuestra conversación en el salón. "

Se dio la vuelta y caminó a grandes pasos a través del vestíbulo, con la espalda muy tiesa.

John suspiró y la siguió. Siempre se las arreglaba para decir lo equivocado con ella. Quiso tomarla en sus brazos y decirle que pensaba que ella era increíblemente hermosa y simpática y amable y todo lo que un hombre podía desear en una mujer. Un hombre que mereciera a una mujer, claro está. Y él sabía que nunca podría casarse, que nunca podría aceptar el amor de una mujer. No después de Ana.

Cuando John entró en el salón, Belle estaba de pie junto a la ventana, mirando la lluvia repiquetear contra el cristal. Comenzó a cerrar la puerta, luego lo pensó mejor, y la dejó abierta unas pulgadas. Se acercó a ella, con la intención de poner sus manos en sus hombros, pero cuando estaba a un par de pasos, ella se giró de improviso. "No estoy echada a perder," dijo tercamente. "No he tenido una vida difícil, lo se, pero no soy una consentida. "

"Sé que no lo es," contestó John suavemente.

"Echado a perder significa que uno es terco y manipulador," siguió diciendo Belle. "Y yo no soy ninguna de esas cosas. "

Él asintió.

"Y no sé por qué tiene que hacer siempre esos comentarios tan horribles sobre mis antecedentes. Su padre también es conde. Alex me lo dijo. "

"Era un conde," corrigió John, aliviado por que ella creyera que la pinchaba debido a un sentimiento de inferioridad social. Ciertamente era algo digno de consideración, pero esta era la menor de sus preocupaciones. "Era un conde empobrecido que no podía permitirse sostener a siete hijos, el último de los cuales fui, póstumamente, yo. "

"¿Siete hijos? " preguntó Belle, abriendo mucho los ojos. "¿De verdad? "

"Uno fue mortinato," confesó John.

"Debe haber tenido una infancia encantadora con tantos otros niños con quien jugar. "

"En realidad, no pasé mucho tiempo con mis hermanos. Por lo general estaban ocupados con sus propios asuntos. "

"Ah." Belle frunció el ceño, descontenta con el retrato de familia que él pintaba. "Su madre debió haber estado muy ocupada teniendo todos aquellos bebés."

John sonrió diabólicamente. "Y supongo que mi padre también. "

Ella se sonrojó.

"¿Cree que podríamos comenzar de nuevo la tarde?" preguntó John, tomando su mano y depositando un beso ligero como una pluma sobre sus nudillos. "Le pido perdón por presuponer que no había visto nunca un trapo de fregar. "

Belle soltó una risita. "Es la disculpa más absurda que he oído nunca. "

"¿Eso cree? Pensaba que había sido bastante elocuente, sobre todo con el beso en su mano. "

"El beso fue maravilloso, y la disculpa muy dulce. Es la parte sobre el trapo de fregar la que sonaba graciosa. "

"Olvídese del trapo," dijo John, conduciéndola a un sofá cercano.

"Mi mente ya no alberga el menor recuerdo sobre él," le aseguró.

Él se sentó en el extremo opuesto del sofá. "Noté que llevaba un volumen de poesía de Wordsworth con usted. "

Belle bajo la vista hacia su libro olvidado. "Oh, sí. Usted me inspiró, me temo. Pero lo que quiero saber es cuando va a ponerse a escribir algún verso usted mismo. Estoy segura de que sería brillante escribiendo poesía. "

John se rió de su alabanza. "Mire lo que pasó cuando traté de ser poético esta tarde. La llamé ‘nebulosa’. De alguna manera ‘nebulosa’ no es lo que me viene a la mente cuando pienso en una gran poesía. "

"No sea tonto. Alguien a quien le gusta la poesía tanto como a usted debe ser capaz de escribirla. Solo tiene que aplicarse. "

John inspeccionó su radiante rostro. Tenía tal confianza en él. El sentimiento le resultaba novedoso; después de todo, su familia nunca había mostrado demasiado interés por ninguna de sus actividades. No soportaba decirle que su confianza era inmerecida, y estaba aterrorizado por como podría reaccionar cuando descubriera la clase de hombre que realmente era.

Pero no quería pensar en eso. En lo único que quería pensar era en esta mujer. Una mujer que olía como la primavera. Se preguntó cuanto tiempo podría mantener la realidad de su pasado fuera de su mente. ¿Podría hacerlo algo más que unos minutos? ¿Podía regalarse a si mismo una tarde entera de su compañía?

"Oh Señor," dijo Belle, interrumpiendo sus torturados pensamientos, "me olvidé de llamar para que nos trajeran el té. " Se puso en pie y cruzó el cuarto para tirar del cordón.

John se levantó cuando ella lo hizo, apoyando la mayor parte de su peso en su pierna buena. Antes de que Belle pudiera sentarse otra vez, Norwood entró en el cuarto con rápidos y silenciosos pasos. Ordenó un poco de té y galletas, y Norwood abandonó la habitación tan silenciosamente como había entrado, cerrando la puerta tras él.

Los ojos de Belle siguieron al mayordomo cuando dejó la habitación, y luego se giró y observó a John que permanecía de pie cerca del sofá. Mientras lo miraba fijamente desde el otro lado del salón, estaba segura de que su corazón había dejado de latir. Se le veía tan guapo y tan fuerte con su ropa de montar, y no pudo por menos que notar la apreciación en sus ojos cuando él le devolvió la mirada. Recordaba sus palabras al irse el día anterior.


No soy el hombre que cree que soy.


¿Era eso cierto? ¿O era posible que no fuera el hombre que él pensaba que era? Resultaba tan obvio para ella. Por la forma en que había recitado la poesía y la firme sujeción de sus brazos cuando la había montado sobre su caballo. Necesitaba a alguien que le mostrara que era bueno y confiable. El reto que ella aguardaba-¿sería a ella a quién necesitaba?

Nerviosa, cruzó el salón, deteniéndose a un par de pasos frente a él. "Creo que es usted un hombre muy bueno," dijo suavemente.

John contuvo la respiración, cuando una oleada de deseo lo recorrió de la cabeza a los pies. "Belle, no lo soy. Cuando llamó para el té intentaba decirle…" Cristo, ¿cómo decírselo? "Quería decirle… "

"¿Qué, John? " Su voz era exquisitamente suave. "¿De qué quería hablarme? "

"Belle, yo… "

"¿Era sobre el beso? "

Esto era una pesadilla erótica. Ella estaba allí de pie, delante de él, ofreciéndose, y era tan condenadamente difícil prestar atención a su conciencia y hacer lo correcto. "Oh Dios, Belle," gimió. "No sabe lo que dice. "

"Sí, lo sé. Recuerdo cada momento de nuestro beso en el estanque. "

Dios le ayudara, John se inclinó un poco más hacia ella. Su mano se extendió por voluntad propia, cerrándose alrededor de la de ella en un cálido abrazo.

"Oh, John," suspiró ella, mirando su mano como si esta tuviera el poder de salvar al mundo de todos sus males. Semejante lealtad, tal fe, tanta belleza pura fue demasiado para él. Con un gemido a medio camino entre el placer y la agonía, la estrechó rudamente contra él. Sus labios encontraron los suyos en un beso frenético, y bebió de ella como un hombre que llevaba años sin agua. Hundió las manos en su pelo, saboreando la sedosa y suave sensación de su tacto mientras sus labios viajaban por todo su rostro, adorando sus ojos, su nariz, la línea de sus pómulos.

Y en algún momento durante el beso, comenzó a sentirse curado. La oscuridad de su corazón no desapareció, pero comenzó a resquebrajarse y a derrumbarse. El peso sobre sus hombros no desapareció por completo, pero de alguna manera, parecía menor.

¿Podía ella hacer eso por él? ¿Podía ser tan pura y buena que borrará la mancha sobre su alma? John comenzó a sentirse mareado, y la abrazó más estrechamente, depositando ligeros besos a lo largo de la línea de su cabello.

Y entonces ella suspiró. "Oh, John, me siento tan bien. " Y él supo que era feliz.

"¿Cómo de bien? " murmuró él, mordisqueando la comisura de su boca.

"Muy, muy bien," rió Belle, devolviéndole los besos fervorosamente.

Los labios de John se arrastraron a través de su mejilla hasta su oído, y mordisqueó juguetonamente su lóbulo. "Tienes unas orejitas tan dulces," dijo roncamente. "Como albaricoques. "

Belle retrocedió, con una sonrisa sorprendida en la cara. "¿Albaricoques? "

"Ya te he dicho que no soy muy poético. "

"Me gustan los albaricoques," declaró ella lealmente.

"Vuelve aquí," dijo él, con un gruñido teñido de risa. Se sentó en el sofá y la arrastró junto con él.

"Oooh, como desee, milord. " Belle hizo su mejor imitación de una mirada coqueta.

"Qué moza tan lasciva. "

"¿Moza lasciva? Eso no es muy poético."

"Oh, calla." Fiel a sus palabras, John la enmudeció con otro beso, recostándose contra los cojines y tirando de Belle sobre él. "¿Te he dicho," le dijo entre besos, "que eres la mujer más hermosa que he conocido nunca? "

"No. "

"Bien, lo eres. Y la más simpática, y la más amable y…” la mano de John bajó por su espalda, ahuecándose sobre sus nalgas, y apretándolas, "con el trasero más bonito que he visto en mi vida. "

Belle se tambaleó repentinamente, sobresaltada en su modestia y luego sufrió un ataque de risitas encima de él. "Nadie me había dicho que los besos eran así de divertidos. "

"Por supuesto que no. Tus padres no querrían verte corriendo para besar al primero que pasara, después de todo. "

Belle le acarició la mandíbula con la mano, frotándola contra la áspera barba naciente. "No, sólo a ti. "

John no creyó que sus padres desearan que lo besara a él tampoco, pero alejó el pensamiento de su mente, poco inclinado a abandonar la perfección del momento. "La mayoría de las personas no se ríen tanto mientras se besan. " Sonrió abiertamente como un chiquillo y le pellizcó la nariz.

Belle le pellizcó la espalda. "¿No? Mala suerte para ellos. "

John la estrechó con fuerza en un abrazo feroz, como si pudiera vincularla a él tan solo con su fuerza. Tal vez un poco de su bondad se filtraría en él, limpiando su alma, y… Cerró los ojos. Estaba empezando a creerlo. "No puedes saber lo increíblemente perfecto que me siento en este momento," murmuró contra su pelo.

Belle se acurrucó aún más cerca. "Sé exactamente cómo de perfecto. "

"Lamentablemente, el té va a llegar en cualquier momento, y no creo que los criados tengan que saber lo perfectos que nos sentimos. "

"¡Oh Dios mío!" jadeó Belle, cruzando la habitación casi volando. "¿Estoy bien? ¿Dirías que yo…que nosotros…? "

"Yo sí," dijo John irónicamente, tratando de ignorar el dolor del deseo insatisfecho que hacía palpitar su cuerpo. "Pero si te arreglas el pelo, no creo que nadie más lo note. "

"Llueve," dijo ella, agitada. "Norwood creerá que es por eso por lo que estoy un poco desarreglada." A pesar de su desenvuelto comportamiento esa tarde, Belle no estaba preparada para ser pillada en un interludio amoroso por el mayordomo de sus primos.

"Siéntate," le ordenó John. "Charlaremos como dos adultos racionales, y Norwood no sospechará nada. "

"¿Crees que no? Me sentiría muy averg…"

"Tan solo siéntate, por favor, y nos dedicaremos a hablar de trivialidades hasta que tu mayordomo regrese."

"No creo que pueda," dijo Belle, apenas en un susurro.

"¿Por qué no? "

Ella se hundió en una silla y mantuvo sus ojos clavados en sus pies. "Porque siempre que te miro te recuerdo estrechándome en tus brazos. "

El corazón de John se detuvo de golpe. Respiró profundamente, luchando contra la cada vez más acuciante necesidad de saltar por encima del sofá, agarrar a Belle, y hacerle el amor allí mismo, sobre el suelo. Afortunadamente, se salvó de responder a su emotivo comentario por un discreto golpe en la puerta.

Norwood entró llevando una bandeja de té y galletas. Después de darle las gracias, Belle tomó la tetera y comenzó a servir. John notó que sus manos temblaban. En silencio aceptó la taza que ella le ofreció y tomó un trago.

Belle bebió a sorbos su té, obligando a sus manos a dejar de temblar. No es que estuviera avergonzada de su comportamiento; simplemente estaba conmocionada por lo intenso de su reacción ante John. Nunca había soñado que su cuerpo pudiera arder de esa forma, hasta el mismo centro.

"Un penique por tus pensamientos," dijo John de repente.

Ella levantó la mirada de su taza y sonrió. "Oh, valen mucho más que un penique. "

"¿Una libra, entonces? "

Aproximadamente durante un segundo Belle jugó con la idea de decirle exactamente lo que pensaba. Pero sólo durante un segundo. Su madre no la había educado para ser una libertina. "Me preguntaba si quieres que vuelque el té sobre tu pierna ya o prefieres que espere hasta que se haya enfriado un poco. "

John estiró su pierna herida tanto como podía y la contempló con gravedad, pretendiendo dar la impresión de que consideraba seriamente la idea. "Oh, creo que mejor caliente, ¿no? "

Belle cogió la tetera con una sonrisa diabólica. "Si esto funciona, revolucionaremos la historia de la medicina." Se inclinó sobre él, y por un instante John pensó que realmente iba a verter el té sobre su pierna. En el último momento, enderezó la tetera y la puso sobre la mesa. "Llueve con mucha fuerza ahora," dijo ella, echando un vistazo hacia la ventana. "No vas a poder regresar a tu casa durante un buen rato. "

"Imagino que seremos capaces de mantenernos ocupados. "

Belle echo un vistazo a su cara y supo exactamente cómo quería él mantenerlos ocupados. No se negó a si misma que también añoraba pasar la tarde en sus brazos, pero habían bastantes posibilidades de que Alex o Emma los encontraran, y lo último que necesitaba era ser pillada en una situación delicada por sus primos.

"Creo," dijo finalmente, "que deberíamos dedicarnos a otra actividad."

John pareció tan decepcionado que Belle apenas pudo sofocar una carcajada. "¿Qué sugieres que hagamos? "

Ella dejó su taza de té. "¿Puedes bailar? "

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