Capítulo Cuatro

Belle se sintió acosada por pensamientos sobre John durante el resto del día. Se acostó temprano, esperando que una noche de sueño reparador le brindara una nueva perspectiva. Pero el sueño la eludió durante horas, y cuando por fin consiguió dormirse, John apareció en sus sueños con alarmante persistencia.

A la mañana siguiente, despertó un poco más tarde que de costumbre, pero cuando bajó a desayunar, se encontró con que Alex y Emma se habían quedado en la cama de nuevo. No le apetecía buscar alguna ocupación con la que entretenerse, así que ella terminó rápidamente el desayuno y decidió dar un paseo.

Echó un vistazo a su calzado, decidió que sus zapatos eran lo bastante robustos para una pequeña excursión, y se escabulló por la puerta principal, dejando a Norwood una nota para sus primos. El aire otoñal era fresco, pero no frío, y Belle se alegró de no haberse molestado en coger una capa. Emprendiendo una rápida marcha, se encontró caminando hacia el este. En dirección a donde se encontraba la propiedad de John Blackwood.

Belle gimió. Debería haber sabido que esto iba a pasar. Se detuvo, tratando de obligarse a dar media vuelta y dirigirse al Oeste. O al Norte o al Sur o al Noroeste o hacia cualquier otro sitio excepto el Este. Pero sus pies se negaron a obedecer, y avanzó penosamente, tratando de justificar su comportamiento diciéndose que sólo sabía llegar a Blondwood Manor [6] por la carretera, y que como iba paseando por los bosques, probablemente no conseguiría llegar hasta allí, de todos modos.

Frunció el ceño. No se llamaba Blondwood Manor. Pero por su vida que no podía recordar cual era el nombre. Belle sacudió la cabeza y siguió caminando.

Pasó una hora, y Belle comenzó a lamentar su decisión de no traer a su yegua. Quedaban aproximadamente un par de millas hasta el límite de la propiedad de Alex, y por lo que John le había dicho el día anterior, sabía que había otro par de millas hasta su casa. Sus botas no estaban resultando ser tan cómodas como había esperado, y tenía la secreta sospecha de que se le estaba formando una ampolla en el talón derecho.

Trató de no esbozar una mueca de incomodidad, pero pronto el dolor alcanzó nuevas cotas de intensidad. Con un audible gemido, finalmente se dio por vencida y concedió la victoria a su ampolla. Se agachó y acarició la hierba con la mano, para comprobar si estaba húmeda.

El rocío del amanecer ya se había evaporado, así que se dejo caer al suelo, se desató la bota, y se la sacó. Estaba a punto de incorporarse y comenzar a caminar de nuevo cuando se dio cuenta de que llevaba puestas sus medias favoritas. Con un suspiro, se subió la falda y despacio se la quitó también.


* * *

Desde su posición, a unas diez yardas de distancia, John no podía creer lo que veían sus ojos. Belle había deambulado hasta su propiedad otra vez, y estaba a punto de dar conocer su presencia cuando ella comenzó a refunfuñar para si misma y luego se dejo caer sobre la tierra sin ceremonia alguna.

Intrigado, John se ocultó tras un árbol. Lo que siguió a continuación fue una escena mucho más seductora de lo jamás hubiera podido soñar. Después de quitarse el calzado, Belle se había levantado las faldas hasta bastante más arriba de sus rodillas, ofreciéndole una seductora vista de sus esculturales piernas. John casi gimió en voz alta. En una sociedad que consideraba los tobillos como algo procaz, esto resultaba muy erótico.

John sabía que no debería mirar. Pero mientras seguía allí de pie, viendo como Belle, lentamente, deslizaba la media por su pierna, no podía pensar en otra alternativa. Si la llamaba, tan solo conseguiría avergonzarla. Mejor que no supiera que estaba allí. Un verdadero caballero, supuso, tendría la fortaleza suficiente para volverse de espaldas, pero, John decidió que la mayor parte de los hombres que se tomaban la molestia de llamarse a si mismos caballeros eran unos necios.

Sencillamente, no podía apartar los ojos de ella. Su inocencia sólo la hacía más seductora, más aún que a la mayoría de las profesionales. Su no planeado striptease era de lo más sensual al irse quitando Belle la media con atormentadora lentitud; no porque tuviera un auditorio, sino porque parecía gustarle la sensación de la seda deslizándose a lo largo de su suave piel.

Y entonces, demasiado pronto para el gusto de John, acabó y empezó a murmurar para si misma otra vez. Él sonrió. Nunca se había encontrado con nadie que hablara tan a menudo consigo mismo; especialmente no de forma tan divertida.

Ella se puso de pie y se miró de arriba a abajo un par de veces hasta que su mirada recayó sobre un lazo que adornaba su vestido. Ató la media alrededor del adorno, asegurándola firmemente a su vestido, y luego agachándose recogió su bota. John casi se echó a reír cuando comenzó a refunfuñar otra vez, fulminando con la mirada al zapato, como si fuera alguna insignificante y ofensiva criatura al darse cuenta de que podría haber metido la media en la bota para que no se perdiera.

Él oyó su suspiro, así que ella debía haberlo emitido en voz bastante alta, y entonces Belle se encogió de hombros y, cojeando, comenzó a caminar trabajosamente en su dirección. John enarcó una ceja ante sus movimientos porque ella no se dirigía hacia su casa, sino que se dirigía hacia la de él. Sola. Uno habría pensado que la muchacha tendría la sensatez de prestar atención a su advertencia. Creyó haberla asustado el día anterior. El señor sabía que él si se había asustado.

Sin embargo, no pudo contener una sonrisa, porque calzada con una sola bota, ella cojeaba casi tanto como lo hacía él.

John dio media vuelta rápidamente y se dirigió de regreso a los bosques. Después de su accidente, había ejercitado religiosamente su pierna herida, y como resultado, podía andar bastante rápido, casi tan rápido como un hombre sano. El único problema era que aquel esfuerzo excesivo haría que su pierna le doliera más tarde como si hubiera caminado – mejor dicho echado una carrera-de ida y vuelta al infierno.

Pero no pensaba en las consecuencias cuando se apresuró hacia los bosques. La única idea que tenía en mente era como atravesar el bosque e interceptar a Belle lo más cerca posible de Bletchford Manor sin que ella averiguara que la había estado espiando.

Sabía que el camino giraba a la derecha un poco más adelante, así que atajó en diagonal por los bosques, maldiciendo cada tocón de árbol que no podía sortear de un salto al carecer de la agilidad necesaria. Cuando finalmente emergió en el camino a una media milla de su casa, su rodilla palpitaba, y él jadeaba del esfuerzo. Puso las manos sobre sus muslos y se inclinó durante un momento, tratando de recuperar la respiración. El dolor castigaba su pierna de arriba a abajo, y el simple hecho de mantenerse erguido era una pura agonía. Estremeciéndose, se frotó la rodilla hasta que la torturante palpitación se convirtió en un dolor amortiguado.

Se enderezó justo a tiempo. Belle acababa de aparecer cojeando por el recodo del camino. John rápidamente dio un paso en su dirección, queriendo dar la sensación de que estaba paseando por el camino esa mañana.

Ella no lo vio en seguida porque caminaba mirando al suelo buscando guijarros sueltos para evitar pisarlos con el pie descalzo. Estaban a pocos metros de distancia el uno del otro cuando ella oyó el sonido de sus pasos. Alzó la vista al instante y lo vio acercarse. Él lucia aquella sonrisita enigmática suya, como si supiera algo que ella no sabía. De hecho, pensó, era más como si él supiera algo que ella nunca sabría.

"Oh, hola, Lord Blackwood," dijo Belle, curvando los labios en una sonrisa que esperó se equiparara en cuanto a misteriosa a la de él. Tuvo la sensación de haber fallado; no había tenido un día misterioso en toda su vida, y además, su saludo había sonado demasiado alegre.

En medio de todos estos confusos pensamientos, John la saludó con la cabeza.

"Supongo que se está preguntando qué hago de nuevo en su propiedad. "

John alzó una ceja, y Belle no tuvo ni idea de si su gesto significaba: Es usted una pequeña intrusa molesta, Es un divertido incordio, o Sus actos no me importan lo suficiente para dedicarles ni un pensamiento. Así que se acercó a él caminando con paso lento.

"Por supuesto, me di cuenta de que esta era su propiedad, pero me encaminé hacia el este de Westonbirt cuando salí esta mañana. No sé por qué, pero lo hice, y el límite Este de la propiedad esta realmente mucho más cerca de la casa que cualquiera de los otros, y puesto que me gusta bastante dar largos paseos, es natural que llegara al límite de las propiedades, y no creí que le importara. " Belle cerró la boca con fuerza. Estaba balbuceando. Eso era insólito en ella, y se sentía muy disgustada consigo misma por hacerlo.

"No me importa," dijo John, simplemente.

"Oh. Bien, eso está bien, supongo, porque no tengo ningún deseo de ser expulsada a la fuerza de su propiedad." Eso sonó bastante estúpido. Belle cerró la boca otra vez.

"¿Sería realmente necesario el uso de la fuerza para sacarla de mi propiedad? No tenía ni idea de que le gustara tanto."

Belle sonrió traviesamente. "Se está burlando de mi. "

John le dedicó otra de aquellas pequeñas sonrisas, de las que podrían significar tanto si el resto de su rostro no fuera tan inescrutable.

"No habla mucho, ¿verdad? " soltó ella, de repente.

"No pensé que hubiera necesidad de hacerlo. Usted parece sostener ambos extremos de la conversación admirablemente. "

Belle frunció el ceño. "Es horroroso decirle eso a uno." Alzó la vista. Sus ojos oscuros y aterciopelados, por lo general tan ilegibles, estaban llenos de diversión. Ella suspiró. "Pero es cierto. Por lo general no hablo tanto, ¿sabe?."

"¿De verdad?"

"De verdad. Creo que es porque es usted tan silencioso que siento la necesidad de hablar por los dos."

"Ah. ¿Entonces hemos trasladado el peso de la culpa a mis hombros? "

Belle echo coquetamente un vistazo a sus hombros, que eran un poco más amplios de lo que recordaba. "Parecen más capacitados para aguantar una carga tan pesada. "

John le sonrió abiertamente, una verdadera sonrisa, lo cual era algo que no hacía muy a menudo. Repentinamente se sintió contento de haberse puesto uno de sus mejores abrigos; con frecuencia utilizaba los más viejos para sus paseos mañaneros. Inmediatamente se enfadó consigo mismo por preocuparse por algo así.

"¿Es una nueva moda? " preguntó, haciendo un gesto hacia la bota que ella llevaba en la mano.

"Una ampolla," dijo Belle, levantando su vestido unos centímetros. Era indecente, lo sabía, pero se encogió de hombros mentalmente. Ambos tenían unas conversaciones tan extrañas, que las usuales normas de propiedad simplemente no parecían serles aplicables.

Para su completa sorpresa, sin embargo, él se agachó sobre una rodilla y tomó su pie en sus manos. "¿Le importa si echo un vistazo?" le preguntó.

Belle se desasió de un tirón, nerviosa. "No creo que sea necesario," dijo rápidamente. Que le viera el pie era una cosa. Pero tocarlo era algo muy distinto.

John lo volvió a agarrar rápidamente. "No sea remilgada, Belle. Podría infectarse, y entonces lo lamentara de veras."

Ella parpadeó un par de veces, sorprendida por el audaz uso de su nombre de pila. "¿Cómo sabe que me llaman Belle? " le preguntó finalmente.

"Ashbourne me lo dijo," contestó John, examinando sus pálidos dedos del pie. "¿Dónde está la condenada ampolla? "

"En el talón," contestó Belle, girándose diligentemente.

John dejó escapar un profundo silbido. "Tiene una herida bastante fea ahí. Debería buscar un par de zapatos más cómodos si pretende seguir haciendo excursiones por el campo. "

"No iba de excursión, estaba dando un paseo. Y tengo mejores zapatos. Simplemente no tenía la intención de dar un paseo cuando me levanté. Y luego, como ya estaba vestida, no tuve ganas de cambiarme de ropa." Belle soltó un suspiro de frustración. ¿Por qué sentía la necesidad de justificarse ante él?

John se incorporó, sacó un blanco y almidonado pañuelo, y tomó a Belle del brazo. "Hay un estanque no demasiado lejos de aquí. Allí podré coger un poco de agua para limpiar la llaga. "

Belle dejó caer la falda. "No creo que eso sea necesario, John. "

John se regocijó por el uso más bien mordaz de su nombre de pila y se alegró de haber tomado la delantera y usado el de ella sin pedirle permiso primero. Decidió que le gustaba esta Lady Arabella, incluso aunque estuviera excesivamente bien relacionada socialmente para su gusto. No podía recordar la última vez que había sonreído tanto. Era simpática y divertida; un poco demasiado hermosa para su comodidad, pero estaba seguro de que con un poco de esfuerzo por su parte, podría controlar su atracción por ella.

Ella, sin embargo, mostraba una espantosa indiferencia por su propio bienestar, como quedaba patente por su carencia de gafas, una ampolla fácilmente ulcerable, y su inclinación por emprender excursiones sin acompañante. Obviamente necesitaba que alguien le inculcara un poco de sentido común. Y ya que no había nadie más por allí, decidió que bien podría ser él quien lo hiciera, y se encaminó hacia el estanque, prácticamente arrastrándola tras él.

"¡Jo-ohn!" protestó ella.

"¡Be – elle!" respondió él, imitando perfectamente su tono de queja.

"Soy perfectamente capaz de cuidar de mí," dijo Belle, acelerando el paso para mantenerse a su ritmo. Para un hombre con una cojera tan pronunciada, podía moverse muy rápido.

"Obviamente no, o llevaría puestas unas gafas sobre su nariz. "

Belle se detuvo en seco, con tal fuerza que John trastabilló. "Sólo las necesito para cuando leo," le espetó ella.

"Mi corazón se regocija al oírla admitirlo. "

"Creí que comenzaba a caerle bien, pero ahora estoy segura de que no. "

"Sin embargo, me cae bien," dijo él, sonriendo ampliamente, cuando comenzó a tirar de nuevo de ella hacia el estanque.

Belle se quedó boquiabierta. "No, no lo hago. "

"Sí, lo hace. "

"No, yo…, bueno tal vez un poco," concedió ella. "Pero creo que actúa de forma bastante arbitraria. "

"Y yo creo que tiene una horrorosa ampolla en el talón. Así que deje de quejarse."

"No estaba… "

"Sí, lo hacía. "

Belle cerró la boca, consciente de que estaba protestando demasiado. Con un suspiro de resignación, cedió y dejó que la condujera al estanque. Cuando llegaron, ella se sentó sobre un montículo de hierba cerca de la orilla mientras John se acercaba al agua y mojaba su pañuelo en el agua.

"¿Está limpio?" preguntó ella, alzando la voz.

"¿Mi pañuelo o el estanque? "

"¡Ambos!"

John regresó a su lado y le mostró el pañuelo blanco como la nieve. "Inmaculado".

Ella suspiró ante su determinación de curar su ampolla y sacó el pie desnudo de debajo de su falda.

"Esto no va a funcionar," dijo él.

"¿Por qué no?"

"Tendrá que tumbarse boca abajo. "

"No creo que sea necesario," contestó Belle, en tono firme.

John ladeó la cabeza. "Del modo que yo lo veo," dijo, pensativamente, " tenemos dos opciones."

No dijo nada más, así que Belle se sintió obligada a preguntar, "¿Tenemos? "

"Sí. O se gira y se tumba sobre el estómago de modo que pueda curar su ampolla, o puedo yo tumbarme de espaldas bajo sus piernas de modo que pueda ver su talón. Esto, desde luego, requeriría que introdujera mi cabeza bajo sus faldas, y aunque la idea es intrigante… "

"Suficiente," refunfuñó Belle. Se giró hasta quedar boca abajo.

John tomó el pañuelo y con suavidad lo frotó ligeramente contra la llaga, limpiando el pequeño cerco de sangre seca que se había encostrado alrededor de la herida. Le escoció un poco cuando él rozó la herida abierta, pero Belle tuvo que reconocer que estaba siendo extraordinariamente delicado, así que no emitió una queja. Sin embargo, cuando él sacó un navaja de su bolsillo, cambió de opinión.

"¡Aaaack!" El primer sonido que escapó de su boca no resultó demasiado coherente.

John pareció asustado. "¿Qué sucede?"

"¿Qué planea hacer con esa navaja? "

Él sonrió con paciencia. "Solamente iba a hacer una pequeña incisión en su ampolla para poder drenarla. Eso permitirá que la piel muerta se seque. "

Sonó como si supiera lo que hacía, pero Belle pensó que debería hacer unas cuantas preguntas, después de todo, antes de permitir a este hombre relativamente desconocido utilizar un cuchillo sobre su persona. "¿Por qué quiere hacer eso?"

"Sanará mejor de esta forma. La piel muerta caerá, y la piel nueva se endurecerá." Entrecerró los ojos. "No ha tenido nunca una ampolla antes, ¿verdad?"

"No como esta," confesó Belle. "No suelo caminar tanto,. Por lo general monto a caballo. "

"¿Y respecto al baile? "

"¿Respecto al baile que? " respondió ella.

"Estoy seguro que asiste a elegantes bailes y todo eso cuando está en Londres. Permanecerá de pie toda la noche. "

"Siempre llevo zapatos cómodos," contestó ella desdeñosamente.

John no estaba seguro por qué, pero su sensatez lo complació. "Bien, no se preocupe," dijo, finalmente. "He tratado muchas ampollas, algunas bastante peores que esta. "

"¿Durante la guerra? " preguntó Belle, en tono cauteloso.

Sus ojos se oscurecieron. "Sí".

"Supongo que ha tratado heridas mucho peores que meras ampollas," dijo ella suavemente.

"Supongo que si. "

Belle sabía que debería cesar su interrogatorio; la guerra, obviamente, era un tema doloroso para él, pero la curiosidad venció a la discreción. "¿No había doctores y cirujanos allí para esa clase de cosas? "

Se hizo un notable silencio, y Belle sintió la presión de sus manos sobre su pie cuando el cuchillo pinchó su ampolla antes de que él finalmente contestara. "A veces no hay doctores o cirujanos disponibles. A veces uno simplemente tiene que hacer lo que puede, lo que le parece sensato. Y luego rezar. " Su voz carecía de entonación. "Incluso si uno ha dejado de creer en Dios.”

Belle tragó incomoda. Pensó en decir algo consolador como, "entiendo," pero la verdad es que no entendía. No podía ni comenzar a imaginar los horrores de la guerra, y parecía una banalidad dar a entender que podía hacerlo.

John frotó de nuevo ligeramente la ampolla con el pañuelo húmedo. "Esto debería bastar." Se levantó y le tendió la mano, pero ella hizo caso omiso del gesto, girándose de modo que quedó sentada sobre el montículo de hierba. Él permaneció allí de pie, torpemente, hasta que ella dio unos golpecitos sobre la hierba a su lado. Él vaciló, y Belle finalmente gruñó y dio un tirón a su mano hacia abajo con considerable fuerza.

"Oh, por favor" dijo con voz ligeramente irritada. "No voy a morderle. "

John se sentó.

"¿Debería vendarme la herida?" le preguntó Belle, enroscándose sobre si misma para poder examinar su obra.

"No a menos que planee ponerse otro par de zapatos apretados. Se curará más rápida si la deja al aire. "

Belle siguió examinando su talón, haciendo todo lo posible por conservar la modestia al mismo tiempo. "Supongo que no demasiadas personas vagarían por Westonbirt con los pies descalzos, pero creo que tengo la influencia suficiente como para ponerlo de moda con éxito, ¿no cree? " Alzó la vista repentinamente, ofreciéndole una luminosa sonrisa.

John se sintió como si lo hubieran golpeado, tal era la fuerza de su sonrisa. Necesitó de varios segundos para poder arrancar sus ojos de su boca, y cuando lo hizo, trasladó su mirada hasta sus ojos, lo que fue un enorme error, porque eran tan azules como el cielo. Más azules, de hecho, y evidentemente muy perspicaces e inteligentes. Sintió su mirada casi físicamente, la sintió recorrer todo su cuerpo incluso aunque ella no apartó los ojos de los suyos ni por un instante. Se estremeció.

Belle se humedeció los labios en un gesto nervioso. "¿Por qué me mira así? "

"¿Así cómo?" susurró él, apenas consciente de haber hablado.

"Como si… como si… " Ella se enredó con las palabras, insegura de cómo la miraba. Sus ojos se abrieron sorprendidos cuando lo comprendió. "Como si tuviera miedo de mi. "

John sintió vértigo. ¿Tenía miedo de ella? ¿Temía su habilidad para desbaratar el precioso equilibrio interno que sólo en los últimos tiempos había sido capaz de lograr? Quizás, pero más se temía a si mismo. Las cosas que quería hacerle…

Cerró los ojos para rehuir la espontánea visión de Spencer encima de Ana. No, eso no era lo que quería hacer con Belle, ¿verdad?

Tenía que controlarse. Alejarla de él. Parpadeó, recordando repentinamente su pregunta sobre su vuelta a la mansión de Ashbourne con los pies descalzos. "Supongo que uno puede hacer lo que le de la gana si está emparentado con un duque," contestó por fin, algo bruscamente.

Belle retrocedió, un poco herida por su tono. Pero dos podian jugar a aquel juego. "Sí, supongo que uno puede," dijo, alzando altiva la barbilla.

John se sintió como un canalla. Pero no se disculpo. Probablemente era mejor si ella lo creía un patán. No tenía ninguna posibilidad enredándose con ella, y sería tan, tan fácil permitirse hacerlo. Reconocía un callejón sin salida cuando lo veía. La había buscado en el [7] Debrett’s Peerage después de su visita del día anterior. Era hija de un conde, inmensamente rico y estaba emparentada con un gran número de miembros importantes e influyentes de la alta sociedad. Merecía a alguien que tuviera un título con más de un año de antigüedad, alguien que pudiera brindarle las comodidades materiales a las que sin duda estaba acostumbrada, alguien intacto, con unas piernas tan perfectas como las suyas.

Santo Dios, pero a él le encantaría ver sus piernas. Gimió.

"¿Se encuentra mal? " Belle lo contemplaba tratando de no parecer preocupada.

"Estoy bien," dijo él, cortante. Hasta olía bien, a un fresco y primaveral aroma que parecía envolverlo. Ni siquiera era digno de pensar en ella, no después de haber cometido un delito tan imperdonable contra el sexo femenino.

"Bueno, gracias por ocuparse de mi ampolla," dijo Belle de repente. "Ha sido muy amable por su parte. "

"No ha sido ninguna molestia, se lo aseguro. "

"Para usted, quizás," dijo Belle, sonando tan alegre como le era posible. "He tenido que permanecer tumbada boca abajo al lado de un hombre a quien hace tan solo tres días que conozco." Por favor, por favor no digas algo desagradable, imploró ella mentalmente. Por favor sé tan burlón, y bromista y adorablemente imperturbable como eras hace tan solo unos minutos.

Como si sus pensamientos hubieran viajado por el aire y hubieran aterrizado sobre él como un beso, John sonrió. "Puede estar segura de que disfruté enormemente de la visión de su trasero," bromeó, su vacilante sonrisa transformándose rápidamente en una mueca libertina. Esto iba en contra de su buen juicio, pero se sentía incapaz de no ser amable con ella cuando ella intentaba con tanto esfuerzo que fueran amigos.

"¡Oh, usted! " gimió Belle, golpeándole juguetonamente el hombro. "Decir eso ha sido terrible por su parte. "

"¿No ha admirado nunca nadie su trasero antes?" Sus manos se deslizaron hacia arriba y cubrieron las de ella.

"Le aseguro que nunca nadie ha sido lo suficientemente grosero para mencionarlo." Hablaba sin aliento. No la acarició, solamente dejó sus manos reposar ligeramente sobre las suyas, pero el calor de su roce se filtró por ellas, viajó por sus brazos, y se deslizó peligrosamente cerca de su corazón…

John se inclinó hacia delante. "No quería ser grosero," murmuró él.

"¿No? " Belle se humedeció con la lengua el labio inferior.

"No, solamente sincero." Él estaba muy cerca, a tan solo un soplo de aire.

"¿De verdad? "

John contestó algo, pero Belle no lo entendió porque sus labios ya estaban rozando suavemente los suyos. Ella gimió bajito, pensando que esto era lo que siempre había querido, dando gracias en silencio a Dios y a sus padres (aunque no necesariamente en aquel orden) por aconsejarle que no se sintiera obligada a aceptar a cualquiera de los hombres que habían pedido su mano durante los dos años anteriores. Esto era lo que había estado esperado, lo que apenas se había atrevido a esperar. Esto era lo que compartían Emma y Alex. Esto era por lo que siempre se estaban mirando el uno al otro, sonriéndose constantemente, y soltando risitas tras las puertas cerradas. Esto era…

John deslizó delicadamente su lengua a lo largo de la suave piel de su labio inferior, y Belle perdió toda la capacidad de raciocinio. Tan solo sentía, pero, oh, cómo sentía. Su piel hormigueaba… cada centímetro de ella, aunque él apenas la estaba tocando. Belle suspiró, dejándose arrastrar por las sensaciones, sabiendo por instinto que él sabría cómo actuar, cómo conseguir que esta maravillosa sensación continuara para siempre. Se derritió contra él, su cuerpo buscando el calor del suyo. Y entonces, repentinamente él se apartó, murmurando una fuerte maldición, con la respiración áspera y entrecortada.

Belle parpadeó confusa, sin entender porqué se había detenido y sintiéndose completamente desamparada. Se tragó su dolor y se abrazó las piernas contra el cuerpo, esperando que él dijera algo amable o gracioso, o al menos algo que explicara sus acciones. Y si no lo hacía, al menos esperó que no pudiera ver cuánto le dolía a ella su rechazo.

John se incorporó y se alejó de ella, plantando las manos sobre sus caderas. Espiándolo por entre las pestañas, Belle pensó que había algo sumamente desolado en su postura. Finalmente, él se giró y le ofreció la mano. Ella la tomó y se puso en pie, agradeciéndoselo al hacerlo.

John suspiró y se pasó una mano por su grueso pelo. Nunca había pensado besarla. Ciertamente lo había deseado, pero esto no significaba que tuviera derecho a tocarla. Y nunca había soñado lo mucho que eso le gustaría, o lo difícil que le resultaría detenerse.

¡Dios, era débil! No era mejor que Spencer, maltratando una jovencita inocente, pero lo cierto era que deseaba más.

Mucho más…

Deseaba su delicada oreja, su hombro y la parte oculta de su barbilla. Deseaba deslizar su lengua a lo largo de su cuello, arrastrando el fuego húmedo hacia abajo, hasta el valle entre sus pechos. Deseaba aferrar su trasero y apretarlo, estrecharla contra él y usarla como una cuna para su deseo.

Deseaba poseerla. Cada centímetro de ella. Infinitas veces.

Belle lo contemplaba en silencio, pero él se había girado ligeramente, y no podía verle los ojos. Cuando finalmente la miró, se quedó impresionada por la amarga expresión de su rostro. Ella retrocedió un paso, tapándose inconscientemente con la mano la boca. "¿Qué… que sucede?" jadeó.

"Debería pensárselo dos veces antes de lanzarse en brazos de un hombre, mi pequeña aristócrata." Su voz estaba peligrosamente cerca de ser un mero siseo.

Belle lo contempló, confusa, mientras el horror, el dolor y la furia, todo al mismo tiempo, estallaban en su interior. "Puede estar seguro," dijo glacialmente, mordiendo las palabras "de que el siguiente hombre sobre el que me “lance” tendrá el pedigrí suficiente como para no insultarme como usted lo ha hecho. "

"Lamento que mi sangre no sea lo bastante azul para usted, milady. No se preocupe, trataré de no corromperla con mi presencia de nuevo. "

Belle alzó una ceja y lo contempló altiva, con mirada fría. "Sí, bien, no todos podemos alardear de estar emparentados con un duque." Su tono era desdeñoso, y sus palabras crueles. Satisfecha por su interpretación, dio media vuelta y se alejó a zancadas, alejándose con tanta dignidad como su cojera le permitía.

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