"¿Qué haces aquí? " jadeó Belle.
"¿Te importaría soltar esa cosa?”
Belle bajó finalmente el candelabro y tendió a John la mano. Él la tomó y se puso en pie. "¿Qué haces aquí? " repitió ella, con el corazón revoloteándole extrañamente ante la visión de él en su dormitorio.
"¿No es obvio? "
Bien, podría haber venido para secuestrarla e huir con ella a Gretna Green, o tal vez para violarla, o simplemente para saludar. "No", dijo despacio. "No es obvio."
"¿Eres consciente que en la semana pasada te he visto cuatro veces con Persephone presente, dos veces con mi hermano, una vez con tu compinche Dunford, y tres veces en actos sociales dónde tan solo me está permitido hablar contigo en presencia de matronas de al menos sesenta años? "
Belle reprimió una sonrisa. "Hemos pasado algún tiempo aquí juntos cuando has venido a visitarme. "
"No cuento como tiempo a solas el que estoy todo el rato pendiente de si la señorita Melocotones va a aparecer en cualquier momento. "
Su expresión era tan irritada que Belle casi podía imaginarlo estampando un pie contra el suelo como un chiquillo de ocho años ante una horrorosa injusticia.
"Venga, venga," dijo ella, riendo entre dientes. "Persephone no es tan mala."
"Ella es una maravilla en lo que se refiere a chaperonas, pero eso no cambia el hecho de que posee un maldito e inesperado sentido de la oportunidad. La mitad del tiempo me siento condenadamente temeroso de besarte."
"No había notado ninguna disminución en la frecuencia de tus intentos."
John le dedicó una mirada que dejaba muy claro que no apreciaba en absoluto su humor. "Lo único que digo es que estoy condenadamente harto y cansado de compartirte. "
"Oh." Belle pensó que casi era lo más dulce que había oído nunca.
"He trepado a un árbol, me he deslizado a lo largo de una rama inestable, y luego he saltado a través de una ventana a una altura bastante peligrosa. Y todo ello, podría añadir, con una pierna inútil," dijo John, quitándose los guantes y sacudiéndose el polvo de la ropa. "Simplemente para estar a solas contigo."
Belle tragó con dificultad mientras lo contemplaba, registrando periféricamente el hecho de que él se había referido a su pierna herida sin amargura o desesperación.
"Querías una proposición romántica," continuó él. "Créeme, nunca voy a hacer algo más romántico que esto." Sacó de su bolsillo una, un tanto estrujada, rosa roja.
"¿Te casarás conmigo? "
Vencida por la emoción, Belle parpadeó para deshacerse de las lágrimas que se habían formado en sus ojos. Abrió la boca pero no salió ninguna palabra.
John se acercó a ella y la tomó de las manos. "Por favor", dijo, y esta única palabra contenía tal promesa que Belle asintió vigorosamente con la cabeza.
"¡Sí, oh, sí! " Se lanzó a sus brazos y sepultó su cara en su pecho.
John la abrazó con fuerza durante varios minutos, saboreando la sensación de su calido cuerpo apretado contra el suyo. "Debería habértelo preguntado hace mucho," murmuró él contra su pelo. "Cuando estábamos en Westonbirt, traté de alejarte con todas mis fuerzas. "
"¿Pero por qué? "
A él se le cerró la garganta.
"John, ¿estás enfermo? Tienes aspecto de haber comido algo que te ha sentado mal."
"No, Belle, yo…" Trató de encontrar las palabras. No iba a engañarla. No iba a establecer un matrimonio basado en mentiras. "Cuando te dije que no era el hombre que tú pensabas que era…"
"Lo recuerdo," lo interrumpió ella. "Y todavía no entiendo lo que quieres decir. Yo… "
"Silencio." Colocó un dedo sobre sus labios. "Hay algo en mi pasado sobre lo que tengo que hablarte. Fue durante la guerra. "
En silencio, lo tomó de la mano y lo condujo a la cama. Ella se sentó y le hizo señas para que hiciera lo mismo, pero él estaba demasiado agitado.
Se dio la vuelta repentinamente y caminó a zancadas hasta la ventana, dejándose caer contra el alféizar. "Una muchacha fue violada," soltó, agradecido de no poder ver su expresión. "Ese es mi pecado. "
Belle palideció. "¿Q-qué quieres decir? "
John le contó todos los detalles y terminó diciendo, "Así es como pasó. Al menos así es como lo recuerdo. Estaba borracho." Soltó una breve y hueca carcajada.
"John, no fue culpa tuya." Sus palabras fueron dichas en voz suave, pero estaban llenas de amor y de fe.
Él no se volvió. "Tú no estabas allí. "
"Te conozco. No habrías dejado que algo así sucediera si hubieras podido evitarlo. "
Él se giró para enfrentarla. "¿Es que no me has oído? Estaba borracho. Si me hubiera mantenido sobrio habría sido capaz de cumplir la promesa que hice a la madre de Ana. "
"Él habría encontrado otro modo de llegar hasta ella. No podías haber vigilado a la chica cada minuto del día. "
"Podría haber… yo… " Calló bruscamente. "No quiero hablar de ello."
Belle se puso en pie y cruzó la habitación, colocando con suavidad una mano sobre su brazo. "Quizás deberías hacerlo."
"No," contestó rápidamente. "No quiero hablar de ello. No quiero pensar en ello. Yo…" Se le ahogó la voz. "¿Sigues queriéndome?"
"¿Cómo puedes ni siquiera preguntarlo?" susurró ella. "Yo te…" Se interrumpió, temerosa de alterar el delicado equilibrio que habían conseguido expresando sus verdaderos sentimientos. "Siento mucho cariño por ti. Sé que eres un hombre bueno y honorable, aun si tú no lo crees."
El tiró de ella, estrechándola apretadamente en sus brazos. Se adhirió a ella, cubriendo su rostro de besos. "Oh, Belle, te necesito tanto. No sé como he sobrevivido hasta ahora sin ti."
"Y yo sin ti."
"Eres como un tesoro, Belle. Como un regalo para mí." De repente la hizo moverse con él, girando en un vals deslumbrante.
Giraron sobre si mismos, dando vueltas y vueltas hasta que ambos cayeron desplomados sobre la cama, riendo y sin aliento.
"Mírame," jadeó John. "No puedo recordar la última vez que me permití ser tan feliz. Voy sonriendo todo el día sin saber por qué. He escalado un maldito árbol y saltado por tu ventana, y aquí estoy…riéndome." Se puso en pie, llevándola consigo. "Es de madrugada, y todavía estoy aquí contigo. Bailando a medianoche y estrechando la perfección en mis brazos."
"Oh, John," suspiró Belle, incapaz de encontrar palabras para expresar sus sentimientos.
Él tomó su barbilla con los dedos y la acercó más y más.
A Belle se le atascó la respiración en la garganta cuando sus labios descendieron abruptamente para reclamarla como suya. Este beso era diferente a todos los demás que habían compartido. Había una fiereza en él que no había estado allí antes, estaba cargado de un sentimiento de posesividad. Y Belle tuvo que admitir que esta posesividad no era unilateral. La manera en que ella lo besó, con toda la pasión que sentía, aferrada a los músculos de su espalda – todo con el propósito de mostrarle que él no pertenecía a nadie excepto a ella.
Las manos de John vagaron por su espalda, propagando un incendio que atravesó el delgado material de su camisón. Las bajó hasta su trasero y asiéndolo firmemente con las dos manos, la pegó contra su cuerpo de modo que ella pudiera sentir la rígida y evidente prueba de su deseo. "¿Eres consciente de lo mucho que te deseo?" dijo con voz ronca. "¿Lo eres?"
Belle no podía hablar, ya que sus labios estaban de nuevo sobre los suyos. No podía asentir con la cabeza porque una de sus manos había subido hasta su nuca y sostenía su cabeza inmóvil. Así que respondió del único modo que pudo, poniendo sus manos alrededor de su nalgas y estrechando sus caderas aún más contra ella. Un áspero gemido fue la respuesta de John, y Belle sintió una emoción muy femenina ante su poder sobre él.
John se dejó caer de rodillas y sus labios ardientes trazaron un calido sendero sobre su camisón, descendiendo por el valle entre sus pechos y posándose sobre su ombligo.
"¿John?" preguntó ella, jadeante. "¿Qué…? "
" Shhh, solo déjame ocuparme de todo." Descendió aún más, hasta que sus manos pudieron cerrarse alrededor de sus tobillos.
"Tan suave. " murmuró. "Tu piel parece luz de luna."
"¿Luz de luna?" repitió ella, con voz estrangulada. Las poderosas sensaciones que atravesaban su cuerpo como un rayo casi inutilizaron su voz.
"Suave y delicado, y con un toque de misterio." Sus manos comenzaron a subir lentamente por sus piernas, elevando el camisón con ellas. Cuando estaba a mitad de camino, John la rodeó con su cuerpo para depositar dos besos gemelos sobre la parte posterior de sus rodillas. Belle lanzó un grito y casi se derrumbó, y tuvo que aferrarse a su cabeza para mantenerse en pie.
"Te gusta ¿verdad? Tendré que recordarlo." Siguió ascendiendo, maravillándose de la delicada piel de sus muslos.
Con una risa diabólica, bajó la cabeza hasta el ahora muy subido dobladillo de su camisón y plantó un beso en el hueco entre su pierna y su cadera.
Belle pensó que iba a desmayarse.
El camisón subió aún más, por encima de sus caderas, y Belle se sintió vagamente aliviada de que hubiera pasado directamente de sus muslos a su estómago, evitando un área más privada.
Cuando John subió aún más la tela, se puso en pie, haciendo una pausa antes de dejar expuestos sus senos. "¿Me acorde de decirte el otro día que son perfectos? " murmuró roncamente en su oído.
Belle negó con la cabeza en silencio.
"Redondos y maduros con dos preciosos pezones rosados. Podría pasarme el día entero succionándolos. "
"Oh Dios." Las rodillas de Belle volvieron a convertirse en gelatina.
"Todavía no he empezado, amor." Sostuvo el dobladillo de su camisón justo bajo sus senos y luego lo presionó contra su piel. Cuando lo arrastró hacia arriba, Belle pudo sentir la presión que ascendía desde la parte inferior de sus pechos. Espasmos de placer la estremecieron cuando el dobladillo se enganchó en sus pezones y luego los liberó de golpe. Y entonces, antes de ser consciente de ello, estaba completamente desnuda y su piel brillaba suave y pálida a la débil luz de las velas.
John contuvo el aliento. "Nunca en mi vida he presenciado una visión tan gloriosa," susurró reverentemente.
Belle enrojeció de placer ante sus palabras, y de repente fue consciente de que no llevaba ni una prenda de ropa encima.
"Oh, Dios mío," graznó. La timidez la envolvió como una fría brisa, y sus manos serpentearon tratando de cubrirse.
Tanto como podía.
Que no era mucho, después de todo.
John rió entre dientes y la levantó en sus brazos. "Tu, amor, eres perfecta. No deberías avergonzarte."
"No me avergüenzo," contestó ella delicadamente. "No contigo. Es sólo que me resulta muy extraño. No estoy… acostumbrada a esto."
"Espero que no." Quitó los libros de encima de su cama y la posó sobre las suaves sabanas blancas. Belle dejó momentáneamente de respirar cuando lo vio comenzar a desnudarse. Su camisa fue lo primero, exponiendo un firme y musculoso pecho que hablaba de años de duro ejercicio. Verlo semidesnudo ocasionó que una cálida y hormigueante sensación se desatara en su vientre. Sin pensar, extendió una mano aunque él estaba demasiado lejos para alcanzarlo.
John sonrió y gimió ante su curiosidad. Se le hacía cada vez más y más difícil mantener el control, sobre todo cuando ella yacía frente a él mirándolo con sus enormes ojos azules. Se sentó en el borde de la cama para quitarse las botas, y luego se levantó otra vez para quitarse los pantalones.
Belle jadeó cuando vio su virilidad, enorme y… no, esto no iba a funcionar. Él debía ser más grande de lo normal, o tal vez era ella más pequeña de lo normal, pero… jadeó otra vez.
Su rodilla.
"Dios bendito," susurró. Estaba cubierta de cicatrices, y parecía como si le hubieran arrancado un gran trozo de carne junto encima de la articulación. La piel tensa estaba decolorada y sin vello, su mera presencia era un amargo recordatorio de los horrores de la guerra.
John hizo una amarga mueca. "No hace falta que la mires."
La mirada fija de Belle rápidamente se trasladó a su rostro. "No es eso," le aseguró. "No es desagradable en absoluto." Y para demostrarlo, se deslizó fuera de la cama y se arrodilló ante él para besar las cicatrices. "Me pone enferma pensar como debe haberte dolido esto," susurró. "Y lo cerca que estuviste de perder la pierna. Eres tan vital y tan fuerte. No puedo imaginar lo que eso te habría hecho." Comenzó a besarlo otra vez, bañando su piel en una suave corriente de amor.
Emociones que John nunca había esperado sentir, que nunca había creído poder sentir, se desataron salvajemente en su interior, y la puso en pie de un áspero tirón. "Oh Dios, Belle," dijo roncamente. "Te quiero tanto."
Cayeron sobre la cama, aterrizando de modo que el duro y musculoso cuerpo de John cubriera el de ella. El aliento escapó de los pulmones de Belle, y aún así su peso sobre ella era glorioso, diferente a cualquier otra cosa que hubiera experimentado antes. La besó y la besó hasta que Belle estuvo segura de que iba a derretirse allí mismo, y luego de repente levantó la cabeza y la miró profundamente a los ojos.
"Voy a darte placer a ti primero," le dijo. "Así sabrás que no hay nada que temer, que esto es algo bello y maravilloso.”
"No tengo miedo," susurró ella. Pero entonces recordó lo enorme que le había parecido. "Bueno, tal vez esté un poquito nerviosa."
John le sonrió de modo tranquilizador. "No tengo ninguna experiencia con vírgenes, pero quiero que esto sea perfecto para ti. Creo que podría resultar más fácil si te satisfago primero. "
Belle no tenía ni idea de lo que le hablaba, pero asintió de todos modos. "Suenas como si hubieras pensado mucho en el tema. "
"Créeme," dijo él, con voz ronca. "Apenas he pensado en otra cosa." Su mano se deslizó suavemente hacia abajo, por toda la longitud de su cuerpo.
Ella extendió una mano, acarició su mejilla, y con voz suave le dijo, "Confío en ti."
John frotó sus labios contra los de ella para distraerla mientras sus dedos buscaban su femenina esencia. Ella estaba nerviosa, y él no quería que se sobresaltara demasiado por esto.
Lo hizo. Casi se cayó de la cama. "¿Estás seguro de que es así como se supone que se hace?" le preguntó jadeante.
"Estoy seguro. "
Y entonces su boca se unió a sus dedos. Belle estaba convencida de que había muerto. No era posible que nada la hiciera sentir tan depravada… y tan bien.
"¡Oh John! " jadeó, impotente para impedir a su alma girar descontrolada. "No creo que… No puedo… "
Y entonces lo hizo. Sintió como si cada terminación nerviosa de su cuerpo de repente convergiera en su abdomen. Se tensó, y a continuación explotó.
Le llevó varios minutos flotar de regreso a la tierra, y lo único que pudo decir fue, "Cielo misericordioso. "
Oyó la risa de John, y cuando abrió los ojos vio que la miraba con expresión divertida.
Él se inclinó y le besó la nariz.
"¿Es esto lo normal? " le preguntó, con una vocecita.
Él asintió. "Es mejor".
"¿De verdad? "
Él asintió otra vez.
"¿Tú…? " Dejó la pregunta sin terminar. Era nueva en esto y no sabía muy bien cómo plantear la cuestión.
Él negó con la cabeza suavemente. "Cuando yo encuentre mi liberación, lo sabrás. "
"¿Será tan buena como…? " No podía terminar la frase.
Los ojos de John se oscurecieron de deseo, y asintió.
"Bien." Belle suspiró. "No me iba a gustar esto si tú no disfrutas tanto como yo. Pero si no te importa, me gustaría acurrucarme contra ti un minuto o dos. "
Su erecta virilidad discrepó de sus palabras, pero John dijo, "No hay nada que prefiera más hacer. "
Tan sólo la tenía en sus brazos unos segundos cuando escucharon un horrible ruido.
La voz de Persephone.
Entonces sonó una llamada en la puerta. "Oh, ¿Belle? " se oyó, en un teatral susurro. "¿Belle? "
Belle fulminó la puerta con una mirada. "¿Persephone?"
"¿Puedo entrar un momento?"
El pánico la atenazó. "Uh, ¡un minuto!" Gracias a Dios la puerta estaba cerrada. "¡Escóndete!" siseó a John.
"Lo intento," le respondió él, con otro siseo. Saltó de la cama, maldiciendo el frío aire nocturno. Recogió su ropa en una brazada, rogando no haber olvidado nada, y se dirigió a trompicones hacia el armario.
Belle agarró su bata, se cubrió, y fue hacia la puerta. Giró la llave y la abrió, maravillándose de que sus temblorosas piernas que la mantuvieran erguida. "Buenas noches, Persephone."
"Siento molestarte, pero no podía dormir, y sabía que habías ido hoy a la librería. Me preguntaba si podrías prestarme algo para leer."
"Por supuesto." Belle se precipitó al interior de la habitación y tomó algunos libros. "Es todo poesía, pero es a lo que iba a dedicar la noche."
Persephone se percató de las piernas desnudas de Belle que se entreveían bajo su bata y dijo, "¿No llevas puesto camisón?”
Belle se sonrojó y en silencio agradeció que la oscuridad de la noche ocultara su vergüenza. "Tenía calor. "
"No puedo imaginar por qué. La ventana está abierta de par en par. Pillaras un enfriamiento. "
"No creo." Belle empujó los libros a los brazos de Persephone.
"Gracias." Persephone arrugó la nariz y olisqueó el aire. "¿Qué olor es ese? Es de lo más peculiar. "
Belle rezó para que el consabido estado de doncellez de Persephone fuera cierto ya que la habitación estaba perfumada con los aromas del acto sexual. Tan solo podía esperar que no reconociera el olor. "Umm, me parece que viene del exterior. "
"Bien, no puedo imaginar qué es, pero deberías acordarte de cerrar la ventana antes de irte a dormir. Y si lo deseas podría prestarte un poco de mi perfume de esencia de violetas. Estoy segura de que el olor desaparecerá si rocías un poco de perfume por la habitación."
"Quizás por la mañana." Belle hizo un gesto en dirección a la puerta.
"Buenas noches, entonces. Te veré por la mañana."
"Buenas noches." Belle cerró la puerta rápidamente, apoyando la espalda contra ella con un suspiro.
La puerta del armario se abrió de golpe. John surgió a través de ella, la parte superior de su cuerpo enredado en los vestidos de Belle. "Dios bendito, mujer, tienes demasiados vestidos. "
Belle no le hizo caso. "Estaba muy asustada."
"Y yo me he sentido como un condenado estúpido. Te lo advierto, no voy a aguantar así mucho más tiempo." Embutió su pierna herida bruscamente en los pantalones.
"¿No? " preguntó Belle débilmente.
"No mucho más. Soy un hombre adulto. Luché en una maldita guerra, casi pierdo una pierna, jugué en el mercado de valores durante cinco años y acumule dinero suficiente para comprar una maldita casa. ¿Crees que me gusta tener que ir escondiéndome en armarios? "
Belle no creyó que fuera necesaria una respuesta.
"Bien, no me gusta. No me gusta esto en absoluto." Se sentó en una silla cercana para poder meter su pierna buena en los pantalones. Belle conjeturó que su pierna herida no era lo bastante fuerte para sostenerlo sobre ella demasiado tiempo.
"Y te diré algo más," añadió él, luchando por mantener a raya su irritación. "En lo que a mi respecta, tú eres mía. ¿Entiendes eso? Y no me gusta que me hagan sentir como un ladrón por disfrutar de lo que es el mío."
"¿Qué vas a hacer? "
Él agarró su camisa. "Voy a casarme contigo ya. Y luego voy a llevarte de vuelta a Bletchford Manor y a meterte en mi cama y te mantendré allí durante una semana. Todo ello sin necesidad de preocuparme de que la señorita Melocotones entre sin permiso en cualquier momento para arruinarme el humor."
"Realmente necesitas encontrar un nuevo nombre para tu casa. "
"Nuestra casa," la corrigió, frunciendo el ceño ante su tentativa de cambiar de tema. "Y he estado demasiado ocupado persiguiéndote para dedicarle un momento al tema."
"Yo te ayudaré." Belle sonrió. Él la amaba. Puede que no lo hubiera dicho con palabras, pero estaba allí mismo, en sus ojos.
"Bien. Ahora si me perdonas, tengo que saltar otra vez por tu ventana, deslizarme hasta el suelo por un árbol, regresar a casa de Damien, y tratar de dormir algo. Y después de eso, tengo que pensar cómo conseguir una licencia especial. "
“¿Una licencia especial? "
"No estoy dispuesto a soportar estas tonterías más tiempo del imprescindible. Con un poco de suerte estaremos casados para el fin de semana."
"¿El fin de semana? " repitió Belle. "¿Estás loco? No puedo casarme esta semana. Ni siquiera puedo comprometerme oficialmente hasta que mis padres regresen."
John gimió mientras se agachaba para coger sus botas y pronunció una maldición completamente desconocida para Belle. "¿Cuándo tardaran en regresar? " le preguntó, en voz muy baja.
"No estoy segura."
"¿Te sería posible hacer una estimación? "
"No más de un par de semanas, supongo." Belle se abstuvo de señalar que tendrían que esperar al menos un mes o dos después de que sus padres volvieran antes de que pudieran casarse. Su madre insistiría en una gran boda. De eso estaba segura.
John maldijo otra vez. "Si no están en casa en una quincena Alex puede entregarte. O dile a tu hermano que venga de Oxford. Me da igual. "
"Pero… "
"Sin peros. Si tus padres hacen alguna pregunta, puedes decirles simplemente que tuvimos que casarnos. "
Belle tragó en seco y asintió. ¿Qué más podía hacer? "Te quie… " Perdió el valor, y el resto de la frase quedó en su lengua.
Él se giró. "¿Sí? "
"Nada. Ten cuidado al bajar el árbol. Está bastante alto. "
"Tres plantas, para ser exactos. "
Su sonrisa torcida era contagiosa, y Belle sintió como las comisuras de su boca se curvaban mientras lo seguía hacia la ventana.
Él se inclinó y murmuró, "Un beso de despedida." Sus labios acariciaron los suyos en una última y apasionada caricia.
Belle apenas tuvo tiempo de devolverle el beso antes de que él se alejara, se pusiera los guantes, y desapareciera hacia el exterior. Ella se precipitó hacia la ventana y miró afuera, contemplándolo con una sonrisa mientras descendía el árbol.
"Podría haber salido por la puerta," refunfuñó para si misma. "La habitación de Persephone está en el otro extremo de la casa." Oh bueno, era más divertido de esta forma, y seguramente mucho más romántico. Mientras no se rompiera su tonto cuello al descender. Belle se asomó un poco más por la ventana y suspiró aliviada cuando vio que sus pies tocaban tierra. Él se agachó un poco para frotarse la rodilla herida, y ella se estremeció compasivamente.
Lo miró hasta que desapareció de su vista, apoyada contra el alféizar con una expresión soñadora en su cara. Londres podía ser muy hermoso en algunas ocasiones, reflexionó. Como ahora, con sus calles desiertas, y…
Un movimiento atrajo su atención. ¿Era un hombre? Era difícil decirlo. Por un momento se preguntó que podría estar haciendo alguien vagando ahí fuera y a pie a estas horas de la noche.
Se le escapó una risita. Tal vez todos los caballeros de Londres habían decidido practicar un poco de cortejo poco convencional esa noche.
Suspirando, cerró la ventana y regresó a la cama para acostarse. Sólo cuando ya estaba acurrucada bajo su edredón recordó que él no había conseguido su liberación. Sonrió irónicamente. No era extraño que estuviera tan raro.
John regresó a casa de su hermano con una mano puesta sobre su arma durante todo el camino. Últimamente, Londres estaba cada vez más peligroso, y uno nunca era demasiado cuidado. De todos modos, no había querido dejar un carruaje parado frente a casa de Belle. Alguien podría haberlo visto, y no quiso que fuera pasto de algún malicioso rumor. Además, tan solo lo separaban unas cuantas manzana de la casa de Damien. Parecía como si todos los integrantes de la Temporada vivieran apiñados en una diminuta parcela de Londres. Dudaba de que la mayor parte de ellos supieran siquiera que la ciudad se extendía más allá de Grosvenor Square.
Estaba a medio camino de regreso cuando oyó pasos.
Se giró. ¿Había alguien tras de él?
Nada, excepto sombras. Continuó su camino. Seguramente se lo había imaginado. Todavía sentía un poco de paranoia por la guerra, cuando cada sonido podía significar la muerte.
Doblaba la última esquina cuando oyó los pasos otra vez. Y luego una bala pasó por encima de su oreja. "¿Qué demonios? "
Otra bala zumbó, ésta rozándole el brazo e hiriéndolo. Sacó rápidamente su pistola y giró sobre si mismo. Distinguió una figura entre las sombras al otro lado de la calle, recargando febrilmente un arma. John se apresuró a disparar, y el villano se desplomó cuando la bala le alcanzó en el hombro.
¡Maldición! Su puntería había decaído. Con el arma todavía en la mano, comenzó a acercarse a su fortuito asesino. El hombre lo vio venir, se agarró el hombro, y se puso en pie. Miró a John con inquietud, pero la parte superior de su rostro estaba cubierta por una máscara, así que John no tenía modo de reconocerlo. Con un último vistazo, el bandido escapó corriendo.
Cuando John llegó al otro lado de la calle, maldijo su pierna herida por retrasar su marcha. Nunca se había sentido tan furioso con el destino por mutilarlo de esta forma. No había modo de que fuera capaz de alcanzar a su atacante. Aceptando su fracaso, suspiró y dio media vuelta. Esto era un grave problema.
Y no tenía ningún derecho a arrastrar a Belle a él.
Se llevó una mano al brazo cuando finalmente se dio cuenta de que sangraba. Sin embargo, apenas sentía dolor. Su furia anulaba cualquier otra sensación. Alguien iba tras él, y no sabía por qué. Algún lunático le enviaba notas secretas y lo quería muerto.
Y quienquiera que fuera, probablemente no vacilaría en ir tras Belle si se enteraba de lo mucho que ella significaba para John. Y si lo había estado siguiendo durante la semana pasada, ya sabría que John había pasado cada minuto libre en su compañía.
John soltó una palabrota mientras subía los escalones delanteros de la casa de Damien. No pondría a Belle en peligro, aun si eso significaba que tendría que posponer sus proyectos de boda.
Infierno y condenación