Esa pudo haber sido la única explicación, pero no quiso decir que Henry se sentía particularmente bien acerca de eso. Cuando la medianoche se aproximó, sus pensamientos se fijaron progresivamente en la próxima reunión de Dunford con Christine Fowler. Mientras la atroz velada de las Smythe-Smith, no podía distraerla.
Por otra parte, quizá era una bendición disfrazada el encuentro entre Dunford con Christine Fowler; Al menos le distraía del cuarteto de cuerdas de Smythe-Smith.
Dunford no había menospreciado su habilidad musical. Para su crédito, Henry logró quedarse quieto a lo largo de la función, concentrándose en un método para descubrir como no poder oír esa terrible música. Ella contempló discretamente el reloj. Eran las diez y cuarto. Se preguntó si él estaba, disfrutando de un juego de cartas antes de su reunión.
El concierto finalmente se acercó a su última nota discordante, y la audiencia infundió un suspiro colectivo de alivio. Como ella estaba parada, Henry oyó a alguien decir, "menos mal no realizaron una composición original".
Henry casi se rió, pero entonces vio que una de las chicas de Smythe-Smith había oído el comentario, también. Para su sorpresa, la chica no la miró en condición de echarse a llorar. Ella se veía furiosa. Henry se encontró asintiendo con la cabeza favorablemente. Lo mínimo que tenía la chica era espíritu. Entonces se dio cuenta de que el resplandor hirviente no era dirigido al rudo invitado sino a la madre de la chica. Henry curiosa, inmediatamente decidió presentarse. Ella se abrió paso a través del gentío y del escenario provisional. Las otras tres hijas de Smythe-Smith habían comenzado a relacionarse con sus invitados, pero tenían la misma expresión adusta en su cara de la que toco el violonchelo, quien apenas lo podía cargar. Ella parecía renuente para salir ha hablar con los invitados.
– "Hola," dijo Henry, tendiendo la mano. " Soy la Srta. Henrietta Barrett. Sé que es inapropiado presentarme así pero pensé que podríamos hacer una excepción como pronto seremos primas".-
La chica clavó los ojos en ella inexpresivamente por un momento y entonces ocurrió, -" Oh, sí. Usted debe ser la prometida de Dunford. ¿Está él aquí "?-
– " No, él tenia un compromiso diferente. Estará ocupado hasta muy tarde ".-
– " Por favor, usted no tienes que dar disculpas por él. Esto "- ella agitó su mano en las sillas y a la sala de música -" es horrendo. Él es un hombre muy amable y ha venido a tres de estos recitales ya. En verdad, me alegro de que realmente no viniera. No debería querer ser responsable de su sordera, lo cuál de seguro va a suceder si viene a demasiados de nuestros musicales ".-
Henry sofocó una risa nerviosa.
– "No, se cohíba " le hizo una señal de seguir adelante "y ríase," la chica dijo. " Tiene tanto derecho a elogiarme como todas estas personas que vienen a vernos ".-
– "Pero dígame," Henry asintiendo con la cabeza. ¿"Por qué todo el mundo sigue viniendo? -
La chica se vio desconcertada. -" No sé. Pienso que debe ser por respeto a mi papá. Oh, perdóneme, aun no le dicho a usted mi nombre. Soy Charlotte Smythe Smith ".-
– " Lo sé". Henry indicó por su programa, con la lista de los nombres de las hijas y sus instrumentos respectivos.
Charlotte puso sus ojos en blanco. -" Ha sido un placer conocerla, Srta. Barrett. Espero que tendremos posibilidad de hablar otra vez muy pronto. Pero me agradaría, le suplico, no asista a otro de nuestras funciones. No me debería gustar ser responsable de la pérdida de su oído cual va a ocurrir de seguro si sigue viniendo si ya no se encuentra sorda ".-
Henry refrenó una sonrisa. -" No es tan malo como eso".-
– "Oh, pero sé que lo es".-
– "Bien, ciertamente no es bueno," – Henry admitió. – " Pero me alegro de haber venido. Usted es la primera pariente de Dunford que he conocido ".-
– "Y usted es la primera de sus prometidas que he conocido".-
El corazón de Henry saltó. – " Perdóneme".-
– "Oh, querida," – Charlotte dijo rápidamente, sonrojándose. -" Lo he hecho nuevamente. En cierta forma las cosas que digo suenan diferente en mi cabeza y cuando las digo en voz alta me he dado cuenta que he metido la pata ".-
Henry sonrió, viendo a un montón de cosas de sí misma en la prima de Dunford.
– " Usted es, por supuesto, su primera – y uno sólo esperaría que sea su única prometida. Es el caso que me excite al escuchar que él está prometido. ¿Él siempre ha sido un don Juan, y – Oh, querida, usted realmente no quiere oír eso."? -
Henry intentó sonreír otra vez pero sólo le salio media sonrisa. Lo último que ella quería oír esa noche eran cuentos de las conquistas de Dunford.
Caroline y Henry se despidieron y se ausentaron rápidamente después, Caroline estaba abanicándose vigorosamente en su coche y declarando.
– " Juro que nunca asistiré a estos recitales otra vez".-
– ¿"A cuantos recitales has asistido"?-
– "Ésta es mi tercera vez".
– "Uno pensaría que habría aprendido su lección a esta hora".-
– "Sí". Caroline suspiró. "Uno lo haría".-
– ¿"Por qué vas? -
– " No sé. Las chicas son en realidad muy dulces, y no debería querer lastimar sus sentimientos. Al menos podemos hacernos una idea de lo que va ocurrir. Todo ese ruido me agotó ".-
– " A mi también. Con suerte estaré en cama antes de la medianoche ".-
Medianoche. Henry se aclaró la voz. – ¿"Qué hora es"?-
– " Está probablemente que sean las once y media. Cuando salimos eran las once y cuarto ".-
Henry deseo de alguna forma detener los latidos de su corazón que eran muy rápidos. Dunford probablemente se disponía a terminar con su ex amante dentro de pocos minutos. Pronto él estaría en camino hacia Bloomsbury, para llegar al catorce, Russell Square. Silenciosamente, ella maldijo a Lady Wolcott por haberle dado a ella la dirección. No había podido detenerse de buscar la dirección en un mapa. Hizo todo aquello más difícil, él saber precisamente donde iba ir.
El carruaje paro frente a la mansión Blydon, y un lacayo inmediatamente salió a ayudarle a bajar a las dos señoras. Cuando entraron en el vestíbulo, Caroline cansadamente se sacó sus guantes y dijo, -" Voy directamente a la cama, Henry. No sé por qué, pero estoy tan exhausta. ¿Me harías el favor de pedirles al personal que no me moleste "?-
Henry asintió con la cabeza. -" Pienso que iré a la biblioteca por algún libro ligero. Te veré en la mañana. -
Caroline bostezó. -"Si me despierto para entonces".-
Henry le observó a ella subir las escaleras y entonces vagó por los pasillos para ir a la biblioteca. Ella recogió un candelabro completamente de un lado lo puso sobre una mesa y entrado en el cuarto, y se acerco lo suficiente hasta que pudo oler los libros así podría distinguir los títulos. Leyó el titulo Romeo y Julieta de Shakespeare no tenia ganas de reflexionar, otro libro Pamela de Richardson era demasiado largo el libro tenia como mil paginas.
Ella recorrió con la mirada el reloj de caja en la esquina. La luz de luna derramada a través de las ventanas encima de su cara, haciéndo muy fácil para Henry para ver la hora. Las once y media. Apretó sus dientes. Ni a bala ella iba a poder dormir esa noche.
El minutero caminaba lentamente a la izquierda. Henry clavó los ojos en el reloj eran las once y treinta y tres minutos. Se sintió desesperada estaba loca si iba pasar sentada toda la noche observando el reloj. Tenía que hacer algo.
Ella corrió a toda velocidad arriba para su cuarto, no sabia a ciencia cierta que iba a hacer hasta que abrió de golpe su armario y vio sus pantalones de hombre y su chaqueta bien guardados en la gaveta de arriba. Como si la criada había estado intentando esconderlos. Henry recogió las prendas de vestir y las manoseó pensativamente. La chaqueta era azul oscuro y los pantalones, gris carbón. Ambos se mezclaban bien dentro de la noche.
Su decisión estaba hecha, precipitadamente se encogió de hombros se quito su traje de noche y se puso encima el atavío masculino, deslizando una llave de la casa en el bolsillo de sus pantalones. Ella se peino en una cola de caballo y entonces se enderezo el cuello de la chaqueta. Si alguien la miraba de lejos la confundiría con un chico, pero principalmente no quería atraer miradas de nadie.
Ella puso su mano en la manija de la puerta, entonces recordó cómo estaba obsesionada con la hora mientras estaba en la en la biblioteca. Regresó corriendo a su cuarto, tomo un reloj muy pequeño que estaba sentado sobre su tocador, y corrió de regreso a la puerta. Escondiéndose para que nadie que pasara por el pasillo la viera, averiguó que estaba vacío y salió corriendo. Bajo las escaleras y salio por la puerta sin ser notada. Camino rápidamente asegurándose de ir por donde conocía. Mayfair era la parte más segura de la cuidad, pero una mujer todavía no podría ser demasiado precavida. Habia un lugar con algunos coches calles arriba. Estaba obligaba a ir Bloomsbury, esperar un rato ver la casa de Christine Fowler, y entonces volver a Mayfair.
Ella alcanzó su destino rápidamente, su mano todavía agarrando firmemente el reloj. Recorriendolo con la mirada, vio que eran 11:44. Ella tenía que cruzar la ciudad rápidamente.
Habia varios coches calle arriba, y Henry brincó en el primero, dándole la dirección de Christine Fowler al conductor.
– "Por favor puede ir rápido," -Ella dijo sucintamente, intentando imitar el tono altivo de Dunford cuando quería tener algo inmediatamente.
El conductor dio vuelta encima de Calle de la Oxford, entonces siguió a lo largo de esa vía por varios minutos hasta que él viro por una serie de calles hasta llegar a Russell Square.
– "Aquí es," – dijo él, obviamente esperándola para ayudarle a bajar.
Henry recorrió con la mirada el reloj. 11:56. Dunford no había llegado aún. Él era sumamente puntual pero talvez no quería incomodar a sus anfitriones saliendo muy pronto. -"Er, sólo esperaré un momento," -Ella gritó. -" Conozco a alguien, y él no esta aquí aún".
– " Le costará más".-
– " Le pagare espere un rato".
El conductor se fijó bien en ella, decidió que sólo alguien con dinero podría vestirse con tan escandaloso atavío, y esperar con un cliente en Bloomsbury era más fácil que buscar otro.
Henry clavó los ojos en su reloj pequeño, observar el minutero lentamente pasar rápidamente hacia lo doce. Finalmente ella oyó el ruido de cascos de caballos, acomodándose mejor, reconoció el carruaje viniendo calle abajo como el de Dunford.
Ella contuvo su aliento. Él dio un paso abajo, viéndose muy elegante y, como siempre, bello como el sol. Exhaló con un suspiro irritado. Su amante no iba a querer dejarle ir cuando él se veía así.
– ¿"Esa es la persona que espera "?- El conductor preguntó.
– "No realmente," – ella mintió. -" Voy a tener que esperar más tiempo".-
Él se encogió de hombros. -" Espero que me pague bien".-
Dunford subió por las gradas y llamó a la puerta. El sonido de la aldaba pesada del latón hizo eco calle abajo, poniendo nerviosa a Henry al oír el ruido. Ella presionó su cara en la ventana. Christine Fowler probablemente tenía a un criado para atender la puerta, pero Henry quiso ver a la mujer por si acaso.
La puerta estaba abierta para revelarle a una mujer alarmantemente preciosa con pelo grueso, negro que cayó en cascada bajo unos hermosos rizos sedosos. Ella obviamente no estaba vestida para recibir a las visitas ordinarias. Henry miró hacia su atavío decididamente no femenino, e intenta ignorar la terrible sensación en su estómago.
Poco antes que la puerta se cierre, Christine colocó su mano detrás de la cabeza de Dunford, besándolo suavemente. Henry presiono sus puños de con fuerza. La puerta se cerro antes de que ella podría ver si se besaron profundamente.
Ella miró hacia abajo en sus manos. Sus uñas habían sacado sangre en sus palmas.
– " No fue su error," ella masculló y luego suspiro quedamente. -"Él no inició el beso. No fue su error ".-
– ¿Usted dijo algo? – El conductor pregunto.
– ¡"no"!-
Él se recostó, obviamente decidiendo todas sus teorías acerca de lo complicadas que eran las mujeres en general habían sido confirmadas.
Henry golpeó ligeramente su mano nerviosamente en contra de su asiento. -¿Cuánto tiempo se requería para decirle a Christine que tenia que encontrar un protector nuevo? ¿Quince minutos? ¿Una media hora? Seguramente no más tiempo que eso. Cuarenta y cinco minutos, quizá, simplemente para ser generosos, en caso que él tenga disposiciones monetarias para ella. A Henry en particular no le importó cuánto oro le dio a ella, con tal que él se librase de esa mujer para siempre.
Requiriendo de una respiración profundo para intentar controlar la tensión que corría a toda a velocidad a través de ella, Henry colocó el reloj en su regazo. Ella clavó los ojos en el hasta vio doble, y sus ojos se humedecieron. Observó el reloj eran las doce y cuarto y entonces se dijo a sí misma severamente que había sido muy optimista; Él posiblemente no podía acabar sus asuntos en sólo quince minutos.
Ella observó cuando el minutero fue más abajo, deteniéndose en el seis. Ella tragó con inquietud, diciéndose que su prometido era buen hombre, él quería anunciarle la noticia a su amante amablemente. Eso debe ser por lo que tardaba tanto tiempo.
Otro quince minutos pasaron, y ella contuvo un sollozo. Aun el más amable de los hombres pudo haberse deshecho de una amante en cuarenta y cinco minutos.
En alguna parte de la distancia un reloj golpeó la una. Luego golpeó dos. Y entonces, increíblemente, tres juego de campanas se oyeron. Henry finalmente cedió a su desesperación, despertó al conductor dormido en la parte trasera, y dijo, -"Grosvenor Square, por favor".-
Él asintió con la cabeza, y se fueron. Ella se quedó mirando directamente la casa, con sus ojos llorosos y un terrible vació y desilusión. Podía haber una sola razón por la que un hombre pasa tanto tiempo con su amante. Él no había salido luego de tres horas. Recordó sus pocos momentos hurtados en su dormitorio en Westonbirt. Él ciertamente no había estado con ella por tres horas.
Después de todo esto, todas estas lecciones de cómo comportarse con moderación, conveniencia y gracia femenina, no fueron suficientemente para mantener su interés. Ella nunca podría ser más que lo que era. Había sido una demente para pensar que aun podría intentar conquistarlo.
En cuanto el coche dejo a Henry a unas casas cercanas a la mansión Blydon. Le dio al conductor más monedas más de lo que era necesario y caminó prudentemente hacia la casa. Se metió silenciosamente dentro de ella y fue hasta su cuarto, donde se quito sus ropas, las pateó debajo de la cama, y se puso encima un camisón. El primero que agarró fue el mismo que había usado cuando ella y Dunford tuvieron… No, no podía llevarlo puesto otra vez. Parecía enmugrecido en cierta forma. Lo embrolló y lo echó adentro del fogón, agarrando otro.
Su cuarto estaba caliente, pero ella temblaba como una hoja.
Dunford finalmente se tambaleó fuera de la casa de Christine a las cuatro y media en la mañana. Él siempre había pensado acerca de ella como una mujer razonable; Supuso que eso fue por qué había estado con ella por tanto tiempo. Pero esta noche él casi había tenido que revisar su opinión. Primero ella había llorado, y él nunca había sido el tipo de hombre que podría dejar sola a una mujer cuando lloraba.
En ese momento le había ofrecido una bebida, y cuando él había terminado, le ofreció varias más. Él se rehusó, sonriendo burlonamente y diciendo que aunque ella era una mujer excepcionalmente preciosa, el alcohol no tenia tendencia a seducirle cuando no quería ser seducido.
En ese entonces ella había comenzado a expresar sus preocupaciones. Había guardado algún dinero, ¿ pero qué ocurría si ella no podría encontrar otro protector? Dunford le había contado a ella sobre el conde de Billington y entonces había pasado la siguiente hora reconfortándole a ella que él reenviaría algunos fondos, para que pudiese quedarse en la casa hasta que el arrendamiento caducara.
Finalmente ella simplemente hubo suspirado, y aceptando su destino. Él se había dispuesto a salir, pero ella había puesto su mano en su brazo y le había preguntado si él quería una taza de té. Habían tenido amistad así como también habían sido amantes, le dijo. Ella no tuvo a muchos amigos, en su ocupación. El té y la conversación fueron todo lo que ella quiso. Simplemente alguien con quien hablar.
Dunford había examinado sus ojos llorosos. Ella había estado diciendo la verdad. Si hubiese una cosa que se podría decir de Christine, es que era honesta. Y bien, desde siempre a le había gustado ella, se quedó y habló. Chismearon; Hablaron de política. Ella le comento acerca de su hermano en el ejército, y él le contó a ella sobre Henry. No pareció guardarle rencor a su prometida; De hecho, le había sonreído cuando él le contó a ella sobre el incidente de la porqueriza y le dijo que se alegraba por él. Finalmente él había descartado un beso, fraternal en sus labios. -"Tu serás feliz con Billington," -él le había dicho a ella. -"Él es un" buen hombre. -
Sus labios se curvaron en una triste sonrisa pequeña,. -"Si tú lo dices puede ser cierto. -
Él miró su reloj de bolsillo cuando alcanzó su carruaje y juró. No había tenido la intención de permanecer tanto tiempo. Él iba a estar al día siguiente cansado. Oh bien, supuso que podría dormir en casa hasta el mediodía si quisiera. No tenía ningún plan hasta la tarde que pasearía con Henry.
Henry, el pensar en ella lo hacia sonreír.
Cuando Henry se despertó a la siguiente mañana, su funda de almohada estaba llena lágrimas. Había llorado hasta quedarse dormida la noche anterior; De hecho, se había sentido extrañamente muerta y seca por dentro. Nunca había escuchado acerca de alguien que llore mientras duerme.
Todavía, ella no podía imaginar un pesar más gran que el que sentía. No podía casarse con él. Ese era el único pensamiento evidente en su cabeza. Supo que la mayoría de matrimonios no se basaban en el amor, pero cómo podría comprometerse ella a un hombre que eran tan deshonesto ¿ como él podría profesar su amor por ella y entonces hacer el amor con su amante sólo dos semanas antes de su boda?
Él ha debido haberse declarado por piedad, eso y por su gran sentido de responsabilidad. ¿ Por qué si no él se comprometió con ella. Un fenómeno hombruno, que quedaba igual de mal vestida con ropas de hombres como con vestidos?
Él había dicho que la amaba. Ella le había creído. Qué completamente tonta era. A menos que…
Henry se atragantó sobre un sollozo. Tal vez él le había amado. Pero ella no le había comprendido y complacido. Tal vez ella simplemente no fue lo suficientemente mujer para satisfacerle. Tal vez él necesitaba más de lo que ella podía darle. O simplemente le había mentido. No sabia que pensar en que creer.
Lo que más le asombraba era que no le odió. Él había hecho demasiado por ella, le había mostrado a ella demasiada bondad para odiarle. No pensó que él se había acostado con Christine por hacerle daño. Y no pensó que él lo había hecho por que era malo.
No, él probablemente se había acostado con ella solamente porque había pensado que estaba en su derecho. Él era un hombre, y los hombres hacían cosas así.
No la habría lastimado tanto así, si él no le hubiese dicho a ella que la amaba. Aun podía haberse casado y conquistarlo.
¿Pero cómo romper el compromiso? Todo Londres estaba enterado acerca de su compromiso; Echarse atrás ahora seria un escándalo terrible. Ella en particular no quería chimes y murmuraciones sobre su situación. Quería irse de Londres aunque no para Stannage Park, pensó dolorosamente. Él probablemente no la dejaría regresar. Pero a donde podía irse. Donde las murmuraciones y chismes de la nobleza no la podrían alcanzar.
Él, sin embargo, no se iría. Su vida estaba en Londres. ¡" Oh, Dios Mío!" Ella dijo precipitadamente. ¿"Por qué no puedo lastimarlo?
Ella le amaba todavía. En alguna parte alguien se reiría acerca de esto. Él iba a tener que cancelar el compromiso. No quería dejarlo plantado y no podía hacerle pasar una gran vergüenza. ¿Pero cómo hacerlo? ¿Cómo?
Ella reflexiono en su cama por más de una hora, con su ojos enfocando en una grieta diminuta en el cielo raso. ¿Qué podría hacer ella para que él suspenda de pronto el compromiso? Ninguno de sus planes parecían posibles, hasta… Sí, eso era. Eso era exactamente eso.
Con el corazón oprimido ella caminó para su escritorio y abrió una gaveta toma pluma y papel que Caroline previsoramente le había proporcionado. De la nada ella recordó a una amiga imaginaria que había tenido cuando niña. Rosalind. Ese nombre funcionaria como cualquier otro.
Casa Blydon Londres
2 de Mayo de 1817
Mi estimada Rosalind,
Lamento no haber escrito en mucho tiempo. Mi única excusa es que mi vida ha cambiado tan dramáticamente en los últimos meses que apenas he tenido tiempo para pensar. ¡ Me voy a casar! Puedo imaginar lo sorprendida que estas. Cuando Carlyle falleció hace poco tiempo atrás, y un nuevo Lord Stannage llegó a Stannage Park. Él era un distante primo de Carlyle. Ni siquiera se conocían… No tengo el tiempo para exponer todos los detalles, pero nos hemos comprometido para casarnos dentro de poco. Estoy muy feliz por mi próximo matrimonio (Ya que mediante el puedo conseguir quedarme en Stannage Park para el resto de mi vida. Tu sabes cuánto amo estar allí)
Su nombre es Dunford. Ese es su apellido de familia, pero nadie le llama por su nombre de pila. Él es muy simpático y amable conmigo. Él me ha dicho que me ama. Naturalmente, contesté de modo semejante. Lo hice por educación. Por supuesto que me caso con él por mi amado y adorado Stannage Park, pero a mí él me agrada bastante y no quiero lastimar sus sentimientos.
Pienso que nos llevaremos bien juntos.
No te puedo escribir más. Permanezco en Londres con algunos de los amigos de Dunford y estaré aquí por dos semanas. Después me puedes enviar la correspondencia a Stannage Park; Espero convencer a mi marido y regresar a Stannage Park luego de nuestra luna de miel. Me imagino que el querrá volverá Londres, donde esta realmente su vida. En particular no me importa si queda en la capital. Como mencioné, es un hombre bastante agradable. Pero imagino que pronto le aburrirá la vida en el campo y yo retornare a mi vieja vida segura de no terminar como institutriz o totalmente desamparada. Me despido
Tu estimada amiga,
Henrietta Barrett
Henry temblaba cuando doblo la carta y la deslizó en un sobre dirigido a "Lord Stannage". Antes de que ella tuviese una probabilidad para volver a pensar en sus acciones, bajo las escaleras y la colocó en manos de un lacayo con instrucciones de entregarlo inmediatamente.
Entonces ella dio la vuelta y empezó a regresar a su habitación sin fuerzas para volver a subir. Logró llegar por medio de ardua voluntad a su cuarto, y cerró su puerta, y yació en su cama.
Ella se acurrucó en posición fetal a llorar y paso así por horas.
Dunford sonrió cuando su mayordomo le dio el sobre blanco. Cuando él lo recogió de la bandeja de plata, reconoció la escritura de Henry. Pensó, que su escritura era limpia y directa sin decoraciones floridas como ella.
Rompió el sello y abrió el sobre, desdoblando la nota.
Mi estimada Rosalind...
La tonta chica había confundido los sobres y puso las cartas equivocadamente. Dunford esperó que él fuese la razón para su distracción poco característica de su personalidad. Él comenzó a cerrar la carta, pero entonces divisó su nombre. La curiosidad pudo más que sus escrúpulos, y empezó a leer.
Algunos momentos más tarde la carta se zafó de sus dedos entumecidos y cayo al suelo.
Por supuesto que me caso con él por mi amado y adorado Stannage Park…
Por supuesto que me caso con él por mi amado y adorado Stannage Park…
Por supuesto que me caso con él por mi amado y adorado Stannage Park…
Dios mió, ¿ qué hizo? Ella no le amaba. Nunca lo había amado. Probablemente nunca lo haría.
Cómo ha debido haberse reído ella. Él se hundió de vuelta en una silla. No, ella no se habría reído. A pesar de su comportamiento calculador, no era cruel. Simplemente quiso más a Stannage Park más de lo que podría amar alguien.
Lo de él era un amor que nunca podría ser correspondido. Dios mío, era irónico. Todavía la amó. Aun después de esto, todavía la amaba. Estaba tan furioso con ella que quería odiarla, pero todavía la amaba. ¿Qué diablos iba a hacer?
Él se tambaleó y se sirvió un trago, olvidando el hecho que no estaba acostumbrado a beber en las mañanas. Sus dedos agarraron firmemente el vaso tan apretadamente que se asombro que no se quebró. Él tomo la bebida y como no lo alivio tomo otra.
Él imaginó su cara, su cejas altivas sobre esos ojos de plata espectaculares. Podría ver su pelo, podría detectar cada uno de sus rizos con sus múltiples colores desde la luminosidad dorada hasta la profundidad café. Y en ese entonces su boca estuvo siempre en movimiento, sonriendo, riéndose, haciendo pucheros.
Besando.
Él podría sentirse sus labios debajo de los de él. Habían sido tan suaves y llenos y tan ansiosos por responder. Su cuerpo se endureció cuando recordó el puro éxtasis de su toque. Ella era una niña, pero instintivamente supo como incitar su pasión.
Él la amaba.
Él la amaba con una intensidad tan fuerte que amenazaba por absorberle.
Él no podía romper el compromiso aún. Tenía que verla una última vez. Tenía que tocarla y ver si él podía resistir esa tortura.
¿La amaba lo suficiente como para casarse sabiendo que no lo quería sabiendo que lo manipulo?
¿La odiaba lo suficiente para casarse con ella simplemente para controlarla y castigarla por lo que le había herido?
Simplemente una vez más.
Él tenía que verla simplemente una vez más. En ese momento sabría que hacer.