– "Lord Stannage esta aquí para verla, Srta. Barrett".-
El corazón de Henry golpeo ruidosamente en su pecho ante el anuncio del mayordomo.
– ¿"Le diré que usted no está en casa? -El mayordomo preguntó, notando su vacilación.
– "No, no," ella contestó, nerviosamente mojando sus labios. " Estaré abajo en uno minutos". Henry colocó sobre la mesa la carta que había estado escribiendo a Emma. La Duquesa de Ashbourne probablemente retiraría su amistad con Henry una vez la noticia del compromiso arruinado salga a la luz. Henry había decidido que le gustaría enviar una última carta mientras todavía podía contar con la amistad de Emma.
Esto es todo, ella dijo más para sí misma, intentando combatir el sentimiento asfixiante en su garganta. Él te odia ahora. Supo que le había lastimado, quizá tanto como él la había lastimado a ella.
Estaba parada, planchando con la mano los pliegues de su vestido amarillo pálido. Era el mismo que él le había comprado en Truro. No estaba segura por qué le había dado a su criada instrucciones de sacar aquél vestido del armario esa mañana. Quizá fue un intento desesperado por agarrarse de un pedazo diminuto de felicidad.
Ahora ella sólo se sentía tonta. Como si un vestido pudiese reparar su roto corazón.
Enderezando los hombros, ella salió andando por el pasillo cuidadosamente cerró la puerta detrás de ella. Tuvo que actuar normalmente. Fue la cosa más dura alguna vez había hecho, pero iba a tener que comportarse como si nada estuviese equivocado. Ella supuestamente no sabia que Dunford había recibido la carta para Rosalind, y él sospecharía si actuase de otra manera.
Ella llego a la escalera, y su pie gravitó sobre el primer paso. Oh, Dios mío, podía sentir el dolor en ese momento. Lo que deseaba hacer era dar media vuelta y huir para su cuarto. El mayordomo podría decir que estaba enferma. Dunford le había creído a ella enferma una semana antes; Una recaída era plausible.
Tienes que verlo, Henry.
Henry siguió a su conciencia y finalmente dio un paso encima de la escalera.
Dunford se quedó con la mirada fija fuera de una ventana en el cuarto de estar de los Blydons cuando esperaba a su prometida para saludarle.
Prometida. Qué chiste.
Si ella no le había dicho que lo amaba… él tragó convulsivamente. Podía haber soportado que no le amara si no le hubiera mentido.
¿Debió ser tan ingenuo para querer lo qué sus amigos tenían? ¿Estaba loco al pensar que un miembro de la nobleza podría casarse por amor? Los éxitos de Alex y Belle en lo referente a ese campo lo habían esperanzado. La llegada de Henry a su vida le había puesto eufórico.
Y ahora su traición le había devastado.
Él la oyó entrar al cuarto pero no dio la vuelta, incapaz de confiar en sí mismo hasta que pudiera controlar más fuerte sus emociones. Él conservó su mirada fija firmemente en la ventana. Una abuelita empujaba un cochecito de niño calle abajo.
Él respiro profundamente. Él hubiese querido a sus hijos…
– ¿"Dunford"? Ella sonó raramente indecisa.
– Cierra la puerta, Henry". Todavía no podía afrontarla..
– " Pero Carolina…"
– " Dije, ' que cerraras la puerta.'"
Henry abrió su boca, pero ninguna palabra salió. Dio un paso atrás para la puerta y la cerró. Ella vio las gradas en centro del cuarto, pasillo y pensó que podría escapar si pudiera. Era cobarde y lo supo, pero justo entonces no le importó mucho. Ella entre cruzo sus brazos y se dio media vuelta. Cuando un minuto completo pasó sin un sonido o un movimiento de él, se obligó a decir su nombre otra vez.
Él pasó rápidamente alrededor abruptamente, asombrándola con una sonrisa en su cara.
– ¿"Dunford"? Ella no había tenido la intención de susurrar.
– " Henry. Mi amor ". Él dio un paso hacia ella.
Sus ojos se ampliaron. Su sonrisa era la misma que ella siempre había visto, la misma curva en sus con labios firmes y moldeados el mismo brillo de sus dientes parejos, blancos. Excepto que sus ojos… oh, estaban fríos y duros.
Ella se esforzó para no dar un paso atrás y le lanzo su sonrisa abierta descarada distintiva en su cara. -¿"De que necesitas hablarme Dunford"?-
– ¿" Necesito una razón específica para ver a mi prometida"?
Sin duda alguna fue su imaginación que oyó un leve estrés en la palabra "prometida".
Él comenzó a caminar hacia ella, con pasos largos, constantes recordándole a un gato depredador. Ella sorprendida alzo la cabeza y empezó a retroceder e ir a la derecha donde se encontraba la puerta. Dunford tardó dos pasos más en alcanzar la puerta, en ese momento aseguro la puerta.
La boca de Henry quedó seca. -" Pero Dunford… Mi reputación… estará perdida".-
– " Crearan mí".
– ¿"Quienes"? Ella dijo estúpidamente.
Él se encogió de hombros con abandono. – " Quienquiera que destruya reputaciones. Sin duda alguna se me permite una pequeña licencia. Vamos a casarnos en unas dos semanas ".-
¿ Casarnos? Su mente gritó. Supuso que él la odia. ¿Lo que hizo? Sin duda alguna había recibido su carta. Él estaba actuando tan raro. No la miraría con esa expresión dura en sus ojos, si no hubiese aquí venido a suspender de pronto el compromiso.
¿"Dunford"? Pareció la única palabra que ella podría obligarse a decir. Ella supo que no estaba actuando como tenia que hacerlo; Debería actuar con su habitual forma de ser descarada e impertinente, para que no sospeche nada. Pero él se comportaba tan extrañamente, que no supo qué cosa hacer. Había esperado que pierda su calma, para venir entrando violentamente y suspender de pronto el compromiso. En lugar de eso, él silenciosamente la asechaba.
Y ella se sintió como un ratón arrinconado.
– "Quizá sólo quiero besarle," él dijo, distraídamente apretando el puño de su vestido.
Henry tragó nerviosamente y entonces parpadeó antes de decir, -" Creo que no actuarías así. Si tu quisieras besarme, no estarías cogiendo el puño de mi vestido ".
Su mano quieta, estaba suspendida sobre la manga. -"Quizá estés en lo correcto," él se quejó.
– ¿"Lo estoy"? Dios mío, esto no iba como lo había supuesto.
– " Mmmm. Si yo en realidad quisiera besarte – realmente lo más probable es que extendería mi mano, tomaría la tuya mano, y te jalaría a mis brazos. ¿Eso realmente sería una muestra apropiada de mi afecto, no lo piensas "?
– "Apropiada," ella contestó, esperando que su voz sonara natural, -"si tu en realidad quisies casarse conmigo". Ella le había dado la pauta perfecta. Si él quería dejarla plantada, lo haría ahora.
Pero él no lo hizo. En lugar de eso, arqueó una ceja, puso una expresión burlona y se acerco más a ella. -"Si quiero casarme contigo," él se quejó. -"Una pregunta interesante".-
Henry dio un paso atrás. No quiso decir nada para, ayudarse a sí misma.
– "¿Sin duda alguna tú no me tienes miedo, Hen"? Él dio un paso adelante.
Frenéticamente, ella negó con la cabeza. Esto estaba equivocado, terriblemente equivocado. Ay Dios bendito, rezó, hágale amarme o odiarme, pero no esto. Oh, no esto...
– ¿Pasa algo, bribona"? Él no sonó como si en particular le importara.
– "No juegues, conmigo Milord".
Sus ojos se estrecharon. -¿" No juego contigo? Qué elección tan extraña de palabras ". Él tomó otro paso hacia ella, intentando leer la expresión en sus ojos. Él no la comprendía esta tarde. Había esperado que ella venga saltando al cuarto, con una gran sonrisa y toda risas como era usualmente, cuando la visitaba. En lugar de eso ella estaba nerviosa y retraída, casi como si esperaba malas noticias.
Era absurdo. No pudo haberse percatado de que ella accidentalmente le había enviado la carta muy importante a su estimada amiga Rosalind. Quienquiera que era esa persona Rosalind, no vivía en Londres o Dunford habría sabido de ella. Y no pudo haber recibido la carta de Henry y escrito una contestación de veinticuatro horas.
– ¿"Jugar contigo"? repitió él. -¿"Por qué piensas que querría jugar contigo, Henry"?-
– "Yo n no sé," ella tartamudeó.
Ella mentía. Él lo podía ver en sus ojos. Pero por la vida de él, no podría imaginar ¿por qué mentía. Por que se comportaba así? Cerró sus ojos por un segundo, aspirando profundamente. Quizá no la entendía bien. Él estaba tan furioso y todavía muy enamorado, no sabia qué pensar.
Abrió sus ojos. Ella apartaba la mirada, su mirada fija enfocó la atención en una pintura a través del cuarto. Él podría ver la línea elegante, sensual de su garganta.. Y un rizo sedoso descansó sobre el corpiño de su vestido. -" Pienso que te quiero besar, Henry," se quejó él.
Sus ojos volvieron volaron para su cara. -" No pienso que lo desees," dijo ella rápidamente.
– " Pienso que estás equivocada.
– " No. Si quisieras besarme, no me mirarías así ".- Ella retrocedió un paso y se dirigió a toda prisa a una sillón y se sentó, intentando poner algún mobiliario entre ellos.
– ¿" Oh? ¿Y cómo estoy mirándote "?
– " Como… como…"
– " ¿ Henry como"? Él apoyó sus manos sobre los brazos del sillón y se inclinó hacia adelante, su cara peligrosamente cerca de la de ella.
– "Como si no me quisieras," dijo ella, en voz baja susurrando.
– "Ah, Henry, yo te quiero.
– " No. Tú no lo haces ". Ella quiso escapar, quiso esconderse, pero no podía dejar de mirarle. "Tú quieres lastimarme.
Su mano se fue acercando a la parte superior de su brazo, sujetarla en el lugar mientras circunnavegó la silla. -"Tal vez tengas un poco de razón Él dijo desalentando por su debilidad.
Sus labios capturaron los de ella. Fue un beso duro, cruel, diferente algún otro que él le había dado, y ella claramente no disfrutaba de eso. -¿" Por qué Hen te resistes,? ¿No quieres casarte conmigo "?-
Ella retorció su cabeza alejándose de él.
– ¿No quieres casarte conmigo"? Él li repitió, con un tono frió y molesto en su voz. ¿" No quieres todo lo que tengo para ofrecerte? ¿No quieres la seguridad, una vida desahogada, y una casa? Ah, sí, una casa. ¿No quieres eso "?
Él la estrechaba entre sus brazos, mientras ella se movía por soltarse, y supo que la debería soltar. Que debería dejarla ir, dar media vuelta, y caminar fuera del cuarto y de su vida. Pero él quiso estar con ella un poco más de tiempo…
Válgame Dios, él la quiso, y la lujuria le alcanzó, convirtiendo su furia en deseo. Sus labios se volvieron más suaves, exigentes sólo para darle placer. Él la beso a lo a lo largo de su cuello rumbo a su oreja, y volvió justo al principio de su corpiño amarillo pálido. -"Dime que no sientes nada," él susurró, sus palabras eran un desafío. "Dime. -
Henry sólo negó con la cabeza, no estaba segura si ella le señalaba para detenerse o admitiendo el sentido de necesidad de él, que seguía besándola.
Dunford le oyó a ella gemir de deseo, y un abrir y cerrar de ojos él no supo si había perdido o, ganado. En ese momento se percató que realmente no tenía importancia.
– "Dios mío, soy un asno," – El susurró severamente, furioso con sí mismo por dejar que su deseo sobre su cuerpo lo dominara.
Ella le había traicionado – traicionado - y todavía él no podría conservar sus manos fuera de ella.
– ¿"Qué acabas de decir?
Dunford no entró en razón para contestarle a ella. No había querido realmente exponer con detenimiento cuánto él la quiso y, carajo cuanto la quería,a pesar de sus mentiras y su despecho. Todo lo que él hizo fue murmurar, -Cállate, Hen," – y se acerco más a ella poniéndose encima.
Henry se puso rígida. Su tono había sido suave, pero sus palabras no lo habían sido. Todavía, este era probablemente el último tiempo que ella podría mantenerse a su lado, el ultimo momento que ella podría fingir que él todavía la amaba.
Ella se sintió hundirse en los cojines lujosos, sintió el calor de su cuerpo cuando él estaba encima de ella. Sus manos ahuecaron su fondo, jalándola hacia su deseo obvio. Sus labios estaban en su lóbulo, en ese entonces su cuello, en ese entonces su clavícula. Él viajaba más abajo, y más bajo.
Henry realmente no podía abrazarlo, pero tampoco ella posía la fortaleza para separarse de él. ¿La amó él? Su boca la amó. La amaba con intensidad sorprendente, dando vueltas alrededor de su pezón tenso a través de la muselina delgada de su vestido amarrillo.
Ella se quedó con la mirada fija abajo, su mente extrañamente abstraída de su cuerpo muy caliente. Sus besos habían dejado una mancha indecente en su corpiño.
Que a él no le importaba. Estaba haciendo eso para castigarla. Él lo haría
– ¡" No!" – Ella gritó, y lo empujo tan violentamente que cayó al piso con sorpresa.
Él guardó silencio, se puso lentamente de pie. Cuando finalmente dirigió su mirada fija hacia su cara, Henry tuvo pánico como ninguno que había sentido alguna vez. Sus ojos fueron hendijas.
– "¿ Repentinamente preocupada acerca de tu virtud, y de lo que pudiéramos hacer nosotros"? Él preguntó groseramente. ¿" Es un poco tarde para eso, no lo piensas "?-
Henry precipitadamente se acomodo en el sillón y se puso derecha, rehusándose a contestar.
– "Más bien es un cambio radical para la chica que me dijo a ella no le importaba para nada su reputación".-
– "Eso era antes," -ella dijo en voz baja.
– " ¿Antes de aué, Hen? ¿Antes de que vinieses a Londres? -
– ¿Antes de que aprendieses por qué las mujeres desean casarse – "?
– "Yo – no sé de lo que hablas. – Ella torpemente se puso de pie.
Dunford dejó salir un ladrido breve de risa fiera. Dios mío, ella ni siquiera podía mentir. Ella se tropezó con sus palabras, sus ojos, rehusando verlo, con sus mejillas ruborizadas.
Que sólo podrían ser pasión. Todavía le podría hacer a ella sentir pasión. Podría ser la única cosa que le podría hacerle sentir, pero supo que podría calentarla excitar su cuerpo. Él le podría hacer que le necesitarse, obligarla besarlo y acariciarlo.
Su cuerpo se despertó con pensamientos eróticos. Él la veía cuando estuvieron en Weston Birt, su piel suave resplandeciendo en la luz de vela. Ella había gemido con deseo, arqueó su cuerpo hacia el de él. Había gritado en el éxtasis. Él le había dado a ella eso.
Dunford dio un paso adelante. -"Tú me deseas a mí, Henry".-
Ella estaba completamente parada, incapaz de negarlo.
– "Tú me deseas ahora".-
En cierta forma ella logró negar con la cabeza. Él podía decir se requirió toda su fortaleza para hacerlo.
– "Sí," – él dijo sonriendo sarcásticamente. -"Tú lo haces".-
– " No, Dunford. No lo hago. Lo ves- "
Pero sus palabras fueron recortadas por la presión de sus labios en los de ella. Fueron crueles, exigentes. Henry se sintió como si ella fuera sofocada, por el peso de ambos su cólera y su deseo insensible por él.
Ella no le podía dejar hacer esto. No le podría dejar usar su furia y deseo para hacerle a ella quererle. Con una llave mecánica de su cabeza separo sus labios de los de él.
– "Eso está bien," él se quejó, ahuecando su pecho con su mano. -"Tu boca mentirosa no es la parte de ti que me interesa ahora ".-
– ¡"Alto"! Ella empujó en contra de su pecho, pero sus brazos estaban cerrados alrededor de ella apresándola. ¡"Tú no puedes hacer esto"!
Una esquina de su boca basculó arriba en una sonrisa burlona. -¿" Qué no puedo hacer"?
– "Tú no eres mi marido," dijo ella, su voz temblando de furia cuando paso su mano sobre su boca. -" No tienes ningún derecho sobre mi persona ".-
Él la dejó ir y se apoyó contra la manija de la puerta, su postura engañosamente perezosa. -¿"Me dices que deseas terminar con los planes de boda "?-
– ¿"Por que piensas que quiero hacer eso? – preguntó ella, sabiendo que él creía que ella queria casarse con él por Stannage Park.
– " No puedo pensar en una sola razón," – él dijo en una voz muy peligrosa. -"De hecho, parezco tener todo lo que tú deseas en un marido".-
– " ¿Tocamos un tema importante para nosotros verdad? – replicó ella.
Él se movió como un relámpago, inmovilizándola contra la pared, sus manos plantadas firmemente en sus hombros. -"Nosotros," - él dijo con voz sarcástica, -" Me siento un poco confundido. Me pregunto por qué mi prometida está actuando tan raro. Me pregunto, si quizá hay algo que ella quiere decir ".-
Henry sintió que todo el aire de su cuerpo se iba. ¿No era esto lo que ella quería? ¿Por qué se sentía completamente miserable?
– ¿"Henry"?-
Ella clavó los ojos en su cara, recordando todo sus bondades hacia ella. Él le había comprado a ella un vestido cuando nadie más había pensado en eso. Había exigido bajo presión venir a Londres y entonces se había asegurado que se divierta una vez que llegó. Y él le había sonreído todo el tiempo.
Fue difícil de reconciliar esta imagen con el hombre cruel, burlón que estaba parado delante de ella. Pero todavía, no podría resignarse a humillarle públicamente. -" No cancelaré la boda, Milord pero si tú lo deseas".-
Él inclinó su cabeza. -" Sólo puedo suponer con sus palabras que deseas hacer esto.
Ella no dijo nada.
– "Sin duda alguna te das cuenta de que, como un caballero de honor, no puedo hacer eso.
Sus labios se abrieron ligeramente. Por varios segundos antes de que ella pudiese decir, – ¿ "Por que"?
Dunford la estudio de cerca. ¿Por todos lo demonios, por que ella estaba tan interesada en que termine el compromiso? Si él estaba en lo cierto. Eso era lo único que ella no deseaba que pasara, si no quería perder a Stannage Park por siempre.
– ¿"Por qué no puedes echarte atrás? Ella presionó. -¿"Por qué"?
– " Veo que no te he educado sobre las reglas de la sociedad también como pensaba. Un caballero de honor nunca deja plantada a una señora. No a menos que ella le hay sido infiel, y quizá ni aun entonces ".-
– " Nunca te he traicionado," ella barbullo.
No con tu cuerpo, él pensó. Sólo con su alma. -¿Cómo le podría amar ella alguna vez tanto como amaba a su tierra? No tiene un corazón tan grande. Suspiró. " sé que tu no lo tienes".-
Otra vez ella no dijo nada, se quedo ahí parada mirándolo angustiada. Qué tan perpleja debe estar en su cólera, él pensó. Ella no podía saber que él supiese por que queía casarse con él. "Bien," él dijo cansadamente, temiendo su respuesta. – ¿"Tú vas a dejarme plantado? -
– ¿" Quieres casarte conmigo "? -Ella susurró.
– " No es mi decisión," dijo él rígidamente, incapaz para decir las palabras que la obligarían a dejarle ir. " Si tú quieres cancelarlo, hazlo ".-
– " No puedo," – ella dijo, retorciendo las manos. Sus palabras sonaron como si le estuvieran torciendo su alma.
– " Te dejo pensar en ello," -dijo él terminantemente. Y salió del cuarto sin ni siquiera verla.
Para Henry las dos semanas pasaron lentamente tenia una gran peso alrededor de corazón que le dolía continuamente. Nada pareció traerle alegría. Ella supuso que sus amigos le atribuyeron su extraño estado de ánimo a nervios prenupciales.
Afortunadamente ella vio a Dunford infrecuentemente. Él pareció saber exactamente cómo verla en las fiestas lo indispensable. Él llegaba con tiempo suficientemente para bailar una sola vez. Nunca bailaron un vals.
Su día de la boda surgió amenazadoramente más cerca y más cerca, hasta que finalmente ella se despertó una mañana con un sentimiento más intenso de temor.¿Este era el día en el cual ella se casaría con un hombre al que no podría satisfacer?.
Un hombre quien ahora la odiaba.
Con movimientos lentos ella se levantó de su cama y se puso encima su bata de dormir. La única consolación en todo esto fue el hecho que al menos conseguiría vivir en su amado Stannage Park.
Aunque ya no le parecía tan precioso.
* *
La boda fue una agonía.
Henry había pensado que una ceremonia pequeña costaría menos esfuerzo, pero descubrió que era más duro mantener una fachada alegre delante de una docena de buenos amigos de lo que habría sido enfrente de trescientos conocidos.
Henry puso su granito de arena, dijo, -" Lo haré," cuando su único pensamiento a toda hora, era.
– ¿Por qué lo hacia él?
Pero a ese entonces ella se armó de arrojo para preguntarle, cuando el sacerdote le decía a Dunford que él podría besar a su prometida. Henry apenas tuvo tiempo de voltear la cabeza antes de sus labios descendieran encima de ella en un beso desapasionado.
– ¿"Por qué"? Ella susurró en contra de su boca. -¿"Por qué"?
Si él la oyó, no contestó. Todo lo que él hizo fue agarrar su mano y prácticamente arrastrarla de regreso arriba del pasillo de la iglesia.
Henry esperó que sus amigos no la vieran tropezar cuando intento caminar al ritmo de su nuevo marido.
Al llegar la noche Henry se encontró en el umbral de Stannage Park, con un anillo de oro junto a su anillo de compromiso en su dedo izquierdo. Ninguno de los sirvientes estaba fuera para saludarlos; Eso era por que pasaba de las once, así que pensó que todos ellos deben estar en la cama.
Además, ella había escrito que llegarían al día siguiente. Ella nunca pensó que Dunford insistiría en salir para Cornualles directamente después de su boda. Se habían quedado en su recepción solo treinta minutos antes de que le apremiaran a salir por un carruaje que los esperaba.
Su paseo a través de Inglaterra había sido silencioso e incómodo. Dunford había traído un libro leyó todo el tiempo ignorándola a ella totalmente. Para cuando arribaron a la posada la misma que visitaron en su anterior viaje sus nervios estaban completamente alterados. Ella había pasado el día entero temiendo esa noche. -¿Qué sería estar con él ahora que estaba tan molesto con ella? No podría soportar enterarse. -
Y en ese momento él la había aturdido totalmente llevándola a un pasillo aparcándola de los demás viajeros y diciéndole, -" Pienso que la noche de nuestra boda debe ser en nuestra casa en Stannage Park. Me parece lo correcto…, ¿ que piensas al respecto"?-
Ella había asentido con la cabeza agradecidamente y había huido del pasillo.
Pero ahora ella estaba aquí, y él exigiría su noche de boda. El fuego en sus ojos era prueba de sus intenciones.
Ella se quedó con la mirada fija sobre los jardines del frente. No podía ver nada desde la puerta, pero Henry conocía cada pulgada del paisaje así que pudo imaginar hasta la última rama del árbol. Ella podra sentir Dunford observándola cuando observó al viento mover las ramas de los árboles y hacer temblar las hojas.
– ¿"Es bueno estar de vuelta aquí, Henry"?
Ella asintió con la cabeza sacudiéndola, faltándole el coraje para afrontarle.
– " Pensé que," él masculló.
Ella dio media vuelta. -¿"Tú estás feliz de estar de regreso?
Hubo una larga pausa antes de que él le contestase, -"no lo sé aún".- Y en ese entonces él añadió más concisamente, -"vienes adentro, Henry".-
Ella se puso rígida por su tono pero camino dentro de la casa no obstante.
Dunford iluminó varias velas delgadas en un candelabro. -" Es hora de ir arriba".
Henry volvió la mirada atrás por la puerta abierta al carruaje todavía lleno de equipaje, busco una excusa tratando de retrasar lo inevitable. " Mis cosas…"
– " Los lacayos los subirán en la mañana. Es hora de ir a la cama ".
Ella tragó y asintió con la cabeza, temiendo lo que estaba por venir. Ansió la cercanía que habían compartido en Westonbirt, el sentimiento que abarca todo el amor y la satisfacción que tenía, cuando estaba en sus brazos. Pero eso había sido una mentira. Tuvo que haber sido una mentira, o él no habría necesitado una noche de pasión adicional en la cama de su amante.
Henry subió por las escaleras, camino a su viejo dormitorio.
– "No". Las manos de Dunford cayeron sobre sus hombros. -" Envié instrucciones para que tus pertenencias vaya a mi dormitorio".
Ella pasó rápidamente a su alrededor. -"No tenías derecho".-
– " Estaba en mi derecho," él ladro arrastrándola a su dormitorio. -" Todavía tengo todos los derechos". Él hizo una pausa, entonces continuó en un tono más suave, como si percatándose que había sobre reaccionado. -"A esta hora que pensé tu estarías a favor de esa idea".
– " Podría irme a mi cuarto," ella ofreció, algo esperanzada. -"Si tú no me quiere aquí, no necesito quedarme".
Él dejó salir una risa lastimera. -" Oh, te quiero a ti, Henry. Siempre te he querido. Me mata cuánto te quiero ".
Las lágrimas reunidas de tantos días salieron de sus ojos. -" No debería ser así, Dunford".
Él clavó los ojos en ella por varios momentos, sus ojos se llenaron con una gran herida, furia e incredulidad. En ese entonces él dio media vuelta y cerro la puerta. -Prepárate en veinte minutos, – él dijo lacónicamente. No volvió la mirada atrás.