Todos subieron a bordo del Blue Moon el primero de agosto, como tenían previsto. Maggie y Adam fueron con el niño y una niñera, como Charlie los había invitado a hacer. Empezaron en Montecarlo, como siempre, jugaron una noche, siguieron hasta Saint Tropez y, cuando se hartaron, fueron a Portofino. Las chicas fueron de compras, los hombres bebieron, todos nadaron y pasearon por la plaza por la noche, tomando helado. Bailaron en las discotecas, y, entre salida y salida y comida y comida, Maggie cuidaba al niño. El día que salieron de Nueva York había cumplido dos meses. Tenía unos ojos grandes y brillantes, y un cuerpecito robusto. Era rubio, como Maggie.
La mañana después de su llegada a Portofino, Sylvia y Gray subieron hasta la iglesia de San Giorgio, y por la noche cenaron todos en el restaurante en el que se habían conocido. Acababan de volver de un viaje con los hijos de Sylvia, y en esta ocasión Gray estaba más relajado. Había hablado con Emily de técnicas pictóricas, y Gilbert y él se habían hecho muy amigos. Reconoció ante Charlie que Sylvia tenía razón: sus hijos eran estupendos. «Tenía razón en muchas cosas», le confesó a su amigo.
Los demás brindaron por la pareja aquella noche. Hacía justo un año que se habían conocido.
– Yo sigo pensando que deberíais casaros -dijo Adam mientras abrían otra botella de vino.
Oficialmente llevaban viviendo juntos siete meses. Sylvia dijo que no le parecía suficiente tiempo, que solo se conocían desde hacía un año. Los demás silbaron, riéndose: Charlie y Carole habían salido ocho meses antes de casarse, Adam y Maggie cuatro, y les iba bien. Mejor que bien. Los cuatro no podían ser más felices.
– No hace falta que nos casemos -insistió Sylvia, y Gray le dijo, riéndose, que parecía él cuando le daba miedo conocer a sus hijos.
– No quiero fastidiar una buena relación -dijo Sylvia con dulzura.
– No la vas a estropear -replicó Charlie. -Y Gray es un buen hombre.
– No me lo plantearía ni dentro de un año -aseguró Sylvia, risueña.
– Vale -terció Adam. -Volveremos el año que viene, el mismo mes, y ya veremos qué hacéis entonces.
Los demás volvieron a brindar a la salud de Sylvia y Gray.