CAPÍTULO 15

Cinco mañanas más tarde, en la mesa del desayuno, Alex dijo:

– El mensajero que enviaste a la señora Tewksbury regresó hoy con su respuesta.

Entregó a Hallie un prístino sobre blanco, ya que el mensajero había envuelto cuidadosamente la carta en una tela blanca. Quería decir a la señorita Carrick que era su responsabilidad pagar al mensajero, pero eso podía ser un poquito torpe.

– Jason, escuche. ¡Angela llegará el fin de semana!

Douglas dijo:

– Sabes, Jason, no pueden mudarse a Lyon’s gate hasta que esté lo suficientemente habitable para las damas.

– Concuerdo. Sin embargo, yo puedo.

Hallie dijo sin vacilar:

– No se acercará a Lyon’s gate con una almohada y una cama a menos que yo esté con usted. -Douglas se ahogó con su café. -Milord, ¿se encuentra bien?

Hallie estaba de pie en un instante y poniendo el borde de su mano contra la espalda de Douglas.

– Estoy bien, señorita Carrick -dijo el conde finalmente.

Miró a Jason, que puso los ojos en blanco. Hallie volvió a sentarse.

– Planeo que todos nos mudemos juntos a Lyon’s gate.

Jason dijo a sus parientes:

– Ella no confía en mí. Es un insulto a mi madre, señorita Carrick, y seguramente deseará replantearse eso.

– Ruego que me disculpe, señora. En mi experiencia, sin embargo, a veces la fruta cae a alguna distancia del árbol, no por culpa del excelente árbol.

– ¿Es esto una referencia a las manzanas podridas, Hallie? -dijo Corrie.

– Oh, no, seguro que no -dijo Hallie, y sonrió como una pecadora.

– En cuanto al árbol en cuestión, señorita Carrick, la disculpo -dijo Alex. -Sin embargo, no aprecio que insulte a mi fruta. Debe darse cuenta de que un árbol hará cualquier cosa para proteger a su fruta, sin importar qué tan lejos caiga. Un árbol puede echar una sombra muy larga.

Los gemelos y su padre miraban impresionados a la condesa.

Jason dijo:

– Ah, hablando de la querida fruta, te lo agradezco, madre. Bien, señorita Carrick, ¿le gustaría pedir gentilmente a mis padres si permitirían que la señora Tewksbury pase algún tiempo aquí?

Hallie sonrió a la condesa de Northcliffe, quien, estaba segura, preferiría que ella se mudara a Rusia.

– Milady, estaría muy agradecida si permitiera que tanto mi prima como yo nos quedásemos aquí un poco más de tiempo. No será mucho más que un par de días luego de que ella llegue. Hemos visitado el almacén de muebles del señor Millsom en Eastbourne. Hemos seleccionado varias telas y estilos. Sinceramente, bueno, quizás tres días más después del viernes.

Alex pensó que era una muchacha tan brillante y encantadora, deseando poder estrangularla y arrojar su cuerpo en el pozo de Cowper. Pero no podía ser.

– Desde luego, señorita Carrick. Será un placer para nosotros.

Corrie dijo:

– ¿Puedo visitar Lyon’s gate hoy, Jason? ¿Ver cómo está saliendo todo?

Él asintió.

– No lleves a los gemelos aún. Hay demasiado peligro de que se lastimen. Sabe, señorita Carrick, podrían ser tres días. Quizás cuatro. No todo estará terminado, pero sí lo suficiente.

– ¡Oh, eso sería maravilloso! ¡Realmente sucederá!

Ella saltó de su silla, tomó a Jason de la mano, lo hizo levantar y comenzó a bailar el vals con él alrededor del desayunador. Hallie reía y saltaba, y casi golpeó el respaldo de una silla. De pronto se detuvo. Estaba jadeando un poquito.

– Oh, cielos, no sé porqué hice eso. Perdóneme por ponerlo en ridículo.

Él reía por su entusiasmo.

– No me importó. No he bailado con tanto placer desde justo después del amanecer con mis sobrinos.

– ¿Cómo es eso? -dijo su padre.

– Me sacaron de la cama a las cinco y media esta mañana. En realidad, saltaron encima mío y comenzaron a bailar sobre la cama. -Jason se encogió de hombros y sonrió. -La pasamos muy bien. Afortunadamente, los diablitos se desplomaron luego de diez minutos y los tres volvimos a dormir.

James dijo:

– Su niñera estaba desesperada cuando descubrió que los niños habían desaparecido. Sin embargo, Corrie y yo no entramos en pánico. Ella se quedó en el oscuro pasillo y me dijo “Escucha”, y efectivamente había un canto apagado que provenía de atrás de la puerta del dormitorio de Jason. Abrimos la puerta muy silenciosamente, y ahí estaba él, bailando con los gemelos. Nos marchamos. La siguiente vez que lo vimos era una hora más tarde, con un niño metido bajo cada brazo, sus cabezas sobre los hombros de él, y profundamente dormidos, los tres.

La sonrisa de Jason desapareció de su rostro.

– Corrie, eh, realmente no miraste dentro del dormitorio la primera vez, ¿cierto? Quiero decir, no me viste realmente bailando, ¿verdad?

– Oh, sí.

Ella tuvo el descaro de reír.

Él sintió que el rubor subía hasta sus cejas. Había estado desnudo. Los camisones de los gemelos les habían dejado los pies descubiertos, y esos deditos habían estado fríos.

Corrie dijo a la mesa entera:

– Ni James ni Jason usan camisón.

– Gracias por informar a todos de eso, Corrie -dijo su esposo, ahora tan sonrojado como su gemelo.

Hallie dijo:

– No puede ser tan vergonzoso, Jason. Usted es el gemelo de su hermano, y Corrie ha estado casada con él un largo tiempo. Ninguna sorpresa, seguramente.

La ceja de Jason se elevó.

– ¿No es eso un poquito indiscreto para el desayuno, Hallie?

– No más indiscreto que lo que su cuñada dijo.

– Pero ella vive aquí, ha vivido aquí desde que tenía casi tres años.

– Oh, cielos, tiene razón. Lo siento mucho. A veces hablo antes de pensar.

– Creo que a todos nos gustaría un poco más de té -dijo Alex.

Douglas preguntó:

– ¿Bailabas con los hijos de James y Jessie Wyndham?

– Oh, sí. Teníamos competencias. Creo que Alice y yo ganamos la última, sólo tres días antes de marcharme.

– ¿Alice? -dijo Douglas. -Oh, sí, ella es la menor, ¿verdad?

Jason asintió.

– Tiene cuatro años, una mata de rizos rojos y un precioso ceceo. Cantaba el himno norteamericano a viva voz, mientras bailábamos, exigiendo que yo cantara con ella. Todos reían tanto cuando terminamos que Alice reclamó el premio mientras todos estaban demasiado débiles como para discutir.

Cuando todos dejaron de reír, Hallie dijo:

– ¿Y cuál era el premio?

Él abrió la boca y luego la cerró.

– Nada en especial, realmente. Bien, ¿cuándo fue la última vez que vio a la señora Tewksbury?

– Yo tenía diecisiete años. Mi padre y Genny le pidieron que visitara Carrick Grange para la época de Navidad. Ella está enamorada de mi padre, pero todas las mujeres lo están, ya que es el hombre más hermoso del mundo. A Genny no le importó, ya que Angela tiene edad para ser su madre. Es bastante original.

– ¿Sinceramente crees que tu padre es más hermoso que James y Jason? -preguntó Corrie, su cuchillo detenido a quince centímetros de su boca.

– Por supuesto. Si los tres estuvieran caminando por la calle, todas las damas intentarían atrapar a mi padre. Si mi padre fuese demasiado veloz como para ser atrapado, sólo entonces se volverían hacia James y Jason.

James dijo rápidamente, antes de que Corrie arrojara un tenedor lleno de huevos a la señorita Carrick:

– No importa. Ansío conocer a la original señora Tewksbury.

Alex dijo:

– En cuanto a mí, quiero conocer al padre de Hallie.

Douglas dijo, con una ceja bien levantada:

– Tú, mi querida esposa, puedes observar a Alec Carrick a la distancia si él alguna vez aparece. ¿Está claro?

– Siempre me das órdenes tan bellamente, Douglas.

Antes de que Corrie pudiera acusar a Hallie de ser una ciega imbécil, James dijo:

– Bien, Jason, has tenido a diez hombres martillando, pintando, cargando madera, sin incluirnos a nosotros tres, y diez mujeres fregando, con Hallie supervisándonos a todos. Se han puesto de acuerdo con los muebles, ¿verdad?

Jason dijo:

– Aunque parezca sorprendente, logramos llegar a un acuerdo, en su mayor parte, y eso incluye cortinados y los colores de pintura también. Apenas recuerdo lo mal que se veía la casa la primera vez que la vi. Y los corrales, todos recién pintados, la sala de aperos…

Y siguió con una y otra cosa, su familia tan contenta que sonreían, asentían y hacían preguntas aunque habían oído prácticamente este mismo recital cada noche. Cuando finalmente nadie pudo pensar en otra pregunta que hacerle, James se volvió hacia Hallie.

– ¿Cuándo llevará a su yegua a Lyon’s gate?

Ella dijo:

– El establo de Piccola está listo para ella, pero permanecerá aquí hasta que Jason y yo nos mudemos realmente a Lyon’s gate. ¿Le conté…?

Desafortunadamente, Hallie no era el hijo largamente ausente de la casa, y fue interrumpida por Corrie.

– Oh, sí, nos contaste todo sobre ella, Hallie. Válgame, Jason, otra semana e incluso los muebles estarán allí. Esto es maravilloso. Y a menos de una hora de viaje de Northcliffe. Estamos todos tan felices, especialmente mi esposo. -Le sonrió abiertamente sólo para ver que ahora Hallie y Jason discutían en voz baja. Era tan común verlos atacándose, que dijo algo que seguramente enganchó la atención de Hallie. -Hallie, eres casi tan hermosa como mujer como es Jason siendo hombre.

Hallie se dio vuelta en su silla tan rápido que derribó su taza de té. Se quedó mirando a la cuñada de Jason y descubrió que no podía decir ni una palabra. En cuanto a Jason, estaba riendo.

Hallie dijo:

– Bien, gracias, Corrie. Sin embargo, a decir verdad, soy sólo una muy vaga copia de mi padre.

Corrie dijo:

– Vamos, Hallie, es tu padre, por eso lo ves con menos objetividad que a cualquier otro hombre. Vamos, admítelo.

Pero Hallie negó con la cabeza.

– Espera y verás.

Mientras todos salían del desayunador, Alex apoyó una mano sobre el hombro de su esposo.

– Sabes, todo ha cambiado tanto desde que Jason volvió a casa. Estoy pasándola bastante bien.

Douglas miró adelante hacia Hallie y Jason, aún discutiendo por Dios sabe qué, y dijo pensativamente:

– Me pregunto algo.

Alex dijo:

– No te preguntes, te lo ruego. ¿Puedes creer que Hallie y tu madre la pasaron bien visitando Lyon’s gate? Hallie me contó más tarde que cuando confesó a lady Lydia su sociedad con Jason, tu madre le dijo que tomara el control lo antes posible, porque sus dos preciosos nietos eran tercos como mulas. Pero bueno, le dijo a Hallie que todos los caballeros eran obstinados y acostumbrados a salirse con la suya. Porque, dijo, había vivido ocho décadas y presenciado eso en muchas ocasiones, y Hallie sería inteligente en tomar nota de eso.

Douglas se rió.

– Si se lo hubieras dicho tú, ella te hubiese acusado de promover la inmoralidad y Dios sabe qué más.

– Bueno, debo decir que me alivia que Hallie fuera quien se lo dijo. Pensé que finalmente la atacaría.

– No suenes tan desilusionada.

– No puedo evitarlo. ¿sabías que Hallie llevó a lady Lydia y a Hollis a Lyon’s gate ayer en el carruaje? Incluso pensó en llevar un picnic de almuerzo.

– Sí, lo sabía. Hollis estaba sonriendo de oreja a oreja, me contó todo lo que estaba pasando, tal como hace Jason cada noche.

Alex suspiró.

– ¿Por qué a lady Lydia le agrada tanto Hallie Carrick y a mí me detesta?

– He pensado en eso. Creo que es porque Hallie la montó antes de que pudiera ponerse el freno en la boca y masticarlo. Creo que es necesario que tanto Corrie como tú aprendan una lección de esto. Podría ser demasiado tarde, pero, ¿quién sabe?

– Hmm. ¿Vas a trabajar en Lyon’s gate hoy?

Douglas negó con la cabeza.

– Con James lejos todo el tiempo, debo ocuparme de los negocios aquí.

Ella se puso en puntas de pie, lo hizo bajar la cabeza y le susurró al oído:

– No me ha molestado frotar sus músculos doloridos, milord.

– Me casé con un paquete, gracias a Dios.

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