CAPÍTULO 17

Dos mañanas después, todos los trabajadores llevaron los muebles de los muy limpios establos a la casa. Gruñían y se quejaban, se estiraban y sudaban, pero fueron estoicos y amablemente silenciosos cuando Hallie les pedía que movieran una pieza más de una vez. Hallie parecía estar pasándola bien, así que Jason no dijo una palabra hasta haber entrado en la habitación mientras ella daba indicaciones a los hombres de que movieran el sofá frente a las ventanas. Jason se quedó mirando.

Hallie exclamó, toda alegre:

– Sí, eso es perfecto, simplemente perfecto. Gracias. Ahora, estoy pensando que una silla debería estar frente al hogar, quizás ese encantador sillón de orejas de brocado que tanto le gusta al amo Jason. No hay razón para pasar frío, ¿cierto? Claro que hace mucho calor ahora, porque es verano. Oh, hola, Jason. ¿Qué piensas, la silla debería estar frente al hogar para que los visitantes sepan que estarán calientes cuando llegue el frío?

Él estaba asombrado e incrédulo por lo que ella había realizado, pero dijo con voz franca:

– Hay que admitir la importancia de confortar a los visitantes, pero estoy pensando que el sofá y la silla deberían estar juntos, ¿no lo crees?

– Pero no hay lugar suficiente frente a las ventanas para ambos.

– Bien, entonces porqué no probamos el sofá y la silla en algún otro lugar. Quizás al lado izquierdo del hogar.

Hallie oyó a uno de los hombres decir a otro:

– Ya era hora de que el amo se involucrara. Lo próximo que ella querría que hiciéramos sería bloquear la entrada con una otomana.

– Claro que no querría una otomana en la entrada. Una otomana no puede estar separada de su silla. Todos saben eso.

Los hombres arrastraron los pies. No notaron el brillo en sus ojos.

– No quisieron decir nada, Hallie -dijo Jason. -Sin embargo, sí tienes ideas bastante curiosas acerca de la ubicación de los muebles.

Hallie suspiró profundamente.

– La verdad es que mi padre y Genny se desesperaron bastante conmigo seis años atrás cuando intenté re-decorar mi propio dormitorio. Seleccioné unos encantadores colores y muebles, pero cuando llegué a la ubicación, puse mi cama de espaldas a una enorme ventana. Al menos a veces reconozco cuando los muebles están correctamente ubicados.

Hallie suspiró y se paró en el umbral.

Una vez que Jason hubo terminado con los muebles abajo, con los hombres sonrientes, dijo a Hallie:

– ¿Deberíamos permitir que la prima Angela tome decisiones respecto a su propio dormitorio y salita?

– Después de haber visto lo que has hecho, probablemente te rogará que lo hagas por ella.

– Muy bien, acomodaré sus muebles. Si no le gusta, yo mismo lo cambiaré. Bien, no te quejes y actúes patética. Todos tienen cosas que pueden y cosas que no pueden hacer.

– Oh, ¿sí? ¿Qué no puedes hacer tú?

Él se pasó los dedos por el mentón. Después de una muy larga marcha de momentos, dijo:

– ¿Sabes?, tendré que seguir pensando en eso. -Ella dijo algo en voz baja y se alejó pisoteando. -¿Qué dijiste?

Hallie murmuró algo más, algo bastante desagradable, supuso, acerca de sus antecedentes. Ella se dio vuelta en la puerta principal para verlo sonriendo, una encantadora sonrisa de dientes blancos que hizo que quisiera golpearlo en la cabeza y arrojarlo al piso. ¿Y eso de dónde había venido? Entonces lo arrojaría al suelo… ¿y qué haría luego? Lo besaría hasta que él se derritiera, eso era lo que haría. ¿Cuánto tiempo, se preguntó con los ojos vidriosos, llevaría hacerlo derretir? Oh, cielos. Hallie siguió andando.

Una vez que el dormitorio y la salita de la prima Angela estuvieron adorablemente organizada, Jason regresó abajo para ver a Hallie parada en la puerta abierta observando algo a la distancia.

Le dijo:

– Regresa adentro, Hallie. Echemos un vistazo final.

– Se aproxima una tormenta. ¿Sabes cuándo llegará?

Cuando él se paró a su lado, ella señaló.

– En cualquier momento. Esas nubes son rápidas y negras como el carbón. Ven, veamos nuestro trabajo.

Jason había hecho un trabajo perfecto en el dormitorio de ella. Hallie iba a suspirar, pero se negó a darle esa satisfacción. Pasaron por cada una de las demás habitaciones, Jason diciéndole que había hecho un trabajo excelente seleccionando las telas y el diseño de las cortinas. No pasó mucho rato hasta que ella estuvo sonriendo y asintiendo.

– ¿No escogiste la alfombra del pasillo?

Ella sonrió abiertamente.

– ¿No es encantadora? No se ensucia mucho.

– No, efectivamente.

Si alguien hubiese dicho a Jason que le gustaría una alfombra amarillo oscuro con parras verde oscuro, hubiese vomitado pero, extrañamente, se veía muy bien por toda la distancia del corredor.

Cuando observaron el dormitorio de Jason, en el lado opuesto de la casa al de ella, Hallie dijo:

– Y esta alfombra que escogiste es muy particular. Muy masculina.

– Para ser breves, muy varonil.

En realidad, era una encantadora Aubusson que su padre había escogido para él.

Los pisos estaban pulidos con mucho brillo, los muebles y las telas claros, haciendo que todas las habitaciones se vieran más espaciosas y grandes.

Cuando finalmente entraron en la sala de estar, Hallie descubrió que tenía la garganta cerrada.

– ¿Qué pasa? ¿Aún quieres la silla frente al hogar?

– Oh, no, es sólo que este es mi primer hogar. -Lo miró parpadeando. -Mi verdadero primer hogar.

Ella dio un grito de alegría, agarró a Jason, y pronto estaban valseando alrededor de la habitación y hacia la entrada. Reían, y de pronto Jason se detuvo en seco. Hallie, levantando la mirada hacia él, vio algo cercano al pánico en su rostro, y lo más rápido que pudo cerró sus brazos alrededor del cuello de él. Seguía bailando el vals en el lugar cuando se puso en puntas de pie y lo besó.

Por un instante, él le devolvió el beso. Entonces repentinamente le tomó las manos y las apartó de su cuello.

– No, no, Hallie, no te deshonraré ni te… No importa, eres una dama.

Jason palideció, algo similar al terror dilató sus hermosos ojos, giró sobre sus talones y abandonó la casa, casi corriendo a ciegas.

Empezó a llover, fuerte.


Después de la cena, su última noche en Northcliffe Hall, Hallie encontró a Corrie en la habitación de los niños, cantando suavemente una canción de cuna a los gemelos, que estaban acostados como dos cucharitas, al revés. Hallie la vio agacharse y besar a ambos, y luego cubrirlos con una manta liviana. Se enderezó para encontrar a Hallie a su lado.

– Cielos, no te oí. ¿Qué estás haciendo aquí, Hallie? Ah, ¿no son absolutamente amorosos?

Hallie dijo:

– He estado observándolos. Sus dedos cayeron de sus bocas cuando se quedaron dormidos.

– Sí, esa es siempre los delata. Han intentado engañarme para que pensara que estaban dormidos, pero son los dedos los que los traicionan. James estará aquí en un momento. ¿Qué sucede? No pasa nada malo, ¿verdad?

– Oh, no. Bueno, tal vez. ¿Podría hablar un momento contigo, Corrie?

Esto sí que era interesante, pensó Corrie, mientras conducía a Hallie a una pequeña salita al otro lado del corredor que daba a los espectaculares jardines traseros. Oyeron los pasos de un hombre en el pasillo.

– Ese es James. Probablemente levantará a los niños y los mecerá. Siempre sonríen dormidos cuando él los acuna. Ahora, dime de qué se trata todo esto.

Hallie se adelantó en su silla, se dio cuenta de que no estaba segura de cómo presentar el tema de Jason y lo que le había sucedido exactamente cinco años atrás.

Lo que salió de su boca fue:

– Jason dijo que la estatua en la que el hombre está arrodillado entre las piernas de la mujer es tu favorita. También dijo que era la favorita de toda mujer casada, siempre y cuando su esposo no fuera un patán.

La ceja izquierda de Corrie se levantó. Se rió, no pudo evitarlo.

– Bueno, es la verdad. Oh, ya veo, perdóname. No comprendes. Pero, ¿no miraste de cerca?

– Bueno, no, no realmente. Me pareció que la mujer estaba gritando. Me pareció que esa cosa de casados era dolorosa para la mujer.

Corrie se quedó mirando a una joven que era sólo dos años menor que ella. Bien, ella hubiese sido totalmente ignorante si no se hubiese casado con James. Y gracias al buen Señor, James no era un patán. Sonrió.

– No, no hay dolor involucrado. Cuando decidas casarte, prometo que haré que James se asegure de que el hombre al que escojas sepa lo que está haciendo. Eso es todo lo que diré al respecto.

Hallie tomó aire profundamente.

– Eso en realidad no es lo que quería preguntarte. La cosa es, bueno, ¿crees que podrías contarme exactamente qué sucedió cinco años atrás? ¿Por qué Jason jura que nunca se casará?

El rostro de Corrie se puso tenso, se puso toda tensa. Odiaba pensar en ese espantoso momento, y los recuerdos siempre estaban allí. Vio que Hallie no preguntaba sólo por simple curiosidad, que había algo más en marcha. ¿Pero qué?

Corrie dijo:

– ¿Se hablaba de eso en Baltimore? ¿Qué sabes?

– En Baltimore había rumores de que Jason y James se habían enamorado de la misma mujer y que ella había escogido a James. -Hallie se encogió de hombros. -Que apostaba demasiado, que había enfurecido a su padre, cualquier cosa que se te ocurra. La gente habla y cuenta chismes porque deben hacerlo, supongo. Lo único que Jason me dijo fue que la muchacha a la que amaba lo traicionó y que él era responsable de casi hacer que mataran a su padre y a su hermano.

– Ya veo. -Corrie se quedó callada. -Me sorprende que Jason te haya dicho tanto.

– En esa ocasión, le dije que mi prometido estuvo con otra mujer. Supongo que Jason me dijo eso para hacerme sentir mejor.

Corrie estaba atónita.

– Estás bromeando, seguramente. ¿Ese hombre idiota era tu futuro esposo y te traicionó?

– Debe haber creído que yo era muy estúpida. En realidad, tenía razón. Descubrí que se casaba conmigo por mi dinero. Cuando lo enfrenté, admitió haber estado con esa otra mujer, aunque sólo una vez, me juró el mentiroso gusano, y luego procedió a prometer que nunca volvería a suceder. No soy tan tonta. Fue entonces que le dije que sabía que él era un caza-fortunas.

– ¿Le disparaste?

Hallie suspiró.

– Hubiese disfrutado hacerlo, quizás justo a través de la oreja, pero en cambio me encerré en mi dormitorio y lamí mis heridas.

– ¿Qué pasó con él?

– Se casó con la hija de un rico comerciante el año pasado. Pobre muchacha. -Se quedó callada un momento. -Y por eso es que no deseo casarme nunca.

Corrie se levantó y alisó sus faldas.

– Bueno, eso es bastante malo. Lamento que hayas sentido cariño por un hombre de esa clase. ¿Nunca sospechaste?

Hallie sacudió la cabeza, diciendo mientras lo hacía:

– Ni por un instante. Válgame, era ingenua. Sin embargo, la experiencia de Jason debe haber sido mucho peor que la mía. Pero la cosa es que no puedo imaginar a ninguna mujer traicionando a James o a Jason. Los dos son tan hermosos y, bueno, parecen bastante honorables.

– Sí, lo son. La cuestión es que amé a James desde el momento en que lo vi por primera vez, a la avanzada edad de tres años. ¿Sabías que la mayoría de la gente no puede distinguir a James y a Jason?

Hallie negó con la cabeza.

– No, no es posible. Son muy diferentes el uno del otro. Por favor, Corrie, cuéntame qué sucedió.

– Fue una época muy mala, Hallie, para todos nosotros. -Corrie le palmeó el hombro. -No creo que corresponda que diga nada. Debes preguntar a Jason. ¿Quieres ir abajo y jugar al whist? O quizás podemos bailar el vals.

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