CAPÍTULO 40

En el desayuno la mañana siguiente, Hallie dijo alegremente:

– Ha pasado casi una semana desde la carrera Beckshire. ¿Qué haremos con lord Grimsby?

Mientras untaba miel en su tostada, Jason respondió:

– Esas son las primeras palabras que salen de tu boca desde que me marché de la casa anoche y te dejé sola con Petrie y Martha.

– Te vi regresar y supe que estabas bien.

Por supuesto que iba a esperarlo levantada.

– Dormí en la habitación de Angela.

– Sí, lo sé. Espero que hayas dormido bien.

– No mucho, pero no importa. -Jason se volvió repentinamente muy rígido y formal. -Deseo disculparme por mi melodrama de anoche, Hallie.

– Lo tuyo no fue un melodrama.

Aunque él levantó una ceja en interrogación, ella simplemente negó con la cabeza y no dijo nada más.

– Ya veo, vas a ser misteriosa respecto a esto. Esperaba que ayer fuera el día para ir a ver a lord Grimsby, pero no fue. Tengo esperanzas, de cualquier modo, de que sea hoy.

Sacó su reloj del bolsillo de su chaleco y lo consultó.

– Ahora tú estás siendo misterioso.

– Así es, ¿verdad? Bueno, veremos. Imagino que está preguntándose por qué diablos estoy esperando tanto, especialmente porque sabe que tenemos a Kindred.

Hallie dijo:

– Tal vez piensa que lo has perdonado, ya que parece estar bien visto. ¿Cuándo estarás listo? ¿De qué depende que vayas a verlo? -Jason simplemente le sonrió. -Muy bien, un cerebro de trucha callado, como diría Martha.

– Tan misterioso como mi esposa.

– Eso es diferente, pero no importa. Ahora, tengo una maravillosa sorpresa para ti, Jason -y le sonrió abiertamente.

Una ceja se levantó.

– ¿Estás embarazada?

Ella dejó caer su tostada.

– Oh, cielos, no lo sé. No lo creo.

– No has tenido tu flujo femenino mensual desde que nos casamos.

– Oh, bendito infierno, ¿es eso cierto? Pero no siempre soy… Jason, eso es muy privado. No deseo hablarlo.

– Soy tu esposo. Debes hablar conmigo de todo.

– No, seguramente no.

– Mi padre siempre dijo que era muy importante que una esposa contara todo a su esposo. Cuéntame tu sorpresa.

¿Embarazada? Su flujo era irregular pero no pensaba discutir eso con él. Hallie no podía imaginar una cosa semejante. La dejó helada que él sacara el tema tan tranquilamente.

Dio un mordisco a su tostada, se aclaró la garganta y dijo:

– En la carrera, ¿recuerdas al otro hombre, el que realmente disparó a Lorry, al que no atrapamos…?

– Sí, por supuesto, no puedo descubrir quién es, maldición. Kindred no me dice una maldita cosa. Ni siquiera admite nada.

Ella miró el reloj junto al aparador y le ofreció una enorme sonrisa.

– Como soy una esposa y socia excelente, estoy sirviéndotelo en bandeja. Henry y Quincy deberían llegar a la puerta principal con él en breve.

– ¿El hombre que disparó a Lorry? ¿Qué es esto, Hallie? ¿De qué estás hablando?

– Temprano esta mañana, tuve un encuentro informativo con Kindred. Me dijo el nombre del otro hombre. Es Potter. También es mozo de cuadra de lord Grimsby. Culpó a Potter por todo, por supuesto.

Jason se quedó mirando a su esposa.

– ¿Estás diciéndome que Kindred soltó todo simplemente porque le preguntaste? No puedo creerlo, Hallie. Amenacé a Kindred varias veces con un largo viaje a Botany Bay, pero seguía sin decirme nada, afirmó una y otra vez que estaba fumando su pipa de plata cuando una roca llegó volando por el aire y lo golpeó en la cabeza. No puedo creer que te lo haya dicho.

– Las grandes amenazas no funcionaban con él, así que hice una amenaza creíble. Kindred dijo que “el pequeño maldito debe haber creído que está a salvo”, y Kindred escupió entonces, así que no creo que lamente haberme dado el nombre de Potter.

No podía más que mirarla, esta joven mujer que esta misma mañana había roto el silencio de casi una semana de un hombre. No sabía si estar feliz o aullar porque ella lo había logrado y él no.

– Hallie, ¿qué amenazaste? No cortar su masculinidad, espero.

– Oh, no, eso no es creíble.

– Dime.

Hallie se adelantó en su silla y apoyó el mentón sobre los dedos unidos.

– Dije a Kindred que lo dejaría desnudo y haría que caminara tras mi caballo, con las manos atadas frente a él, atado a una soga. Le dije que montaría por todas partes… que visitaría cada alma en la aldea, que vería a todos sus parientes, sus amigos, sus enemigos, que visitaría a lord Grimsby y los establos, y que le diría a todos lo que había hecho, y que ese sería el castigo para cualquiera que intentar dañar a nuestros caballos o a nuestros jinetes. Escogió no creerme. Se rió, me dijo que era una niñita bonita, y que seguramente no podía ser una muchachita audaz.

Jason no se había dado cuenta de lo excelente narradora que ella era.

Esperó un instante y entonces:

– ¿Y?

– Hice que lo dejaran desnudo hasta su sucia piel, con las manos atadas y enlazado al final de una soga. Monté a Carlomagno, sosteniendo la otra punta. Él maldijo, gritó que yo no era una niñita bonita para nada, y me llamó anormal, entre otros nombres encantadores. Cuando no habíamos llegado a más de treinta metros pasando Lyon’s gate, recién comenzábamos a ir hacia la aldea, se dio por vencido. Gritó el nombre de Potter, juró que lord Grimsby había dicho a Potter que visitara a su hermano en Cranston hasta que todos olvidaran la carrera. Volvió a maldecir y dijo que no era justo que Dodger igualmente hubiera ganado, que apostaba que lord Grimsby no estaba feliz con eso.

Jason no quería imaginar a Kindred desnudo en su mente, pero lo hizo. No era una visión apetitosa. Kindred era alto, pero tenía piernas delgadas y un pecho que se hundía hacia adentro. Tenía pelo en todas partes. ¿Incluso en la espalda? No pensaba preguntar a su esposa.

– Así que Henry y Quincy fueron tras este tipo Potter.

– Sí. La clave es llevar a cabo la amenaza. Uno incluso debe estar preparado para subir las apuestas por repetir la mala conducta. Mientras lo tenía desnudo en medio del camino, le dije que si personalmente intentaba lastimar a alguno de nuestros caballos o jockeys otra vez, haría que su suegra lo llevara por todas partes. El idiota dijo que a ella no le gustaban los caballos, a lo que repliqué que podía montar en mi encantador carruaje en un encantador día soleado, con él trotando detrás suyo. Me creyó. Le dije que difundiera esto, ya que sería el castigo oficial de Lyon’s gate para cualquier problema en la pista de carreras.

– ¿Kindred te dijo que lord Grimsby lo había amenazado si alguna vez abría la boca?

– Oh, sí. Simplemente dije que una amenaza en la mano valía cualquier número de amenazas invisibles en un arbusto, y si no creía lo mismo. Entonces lo miré de arriba abajo y le dije que los juanetes en los dedos de sus pies eran muy poco atractivos.

Hallie echó atrás la cabeza y rió, y rió, tan satisfecha estaba consigo misma.

Jason se unió a ella, no pudo evitarlo. Lo que ella había hecho era digno de Jessie Wyndham.

Cuando ella estuvo hipando y tomando agua, le dijo:

– Por supuesto que te creyó, estaba totalmente desnudo. Bueno, eso es todo. Te has ocupado de todo.

¿Había envidia en su voz? Jason estaba horrorizado de sí mismo.

Su esposa le sonreía, sacudiendo la cabeza.

– Oh, no, simplemente recogí los peones. Tú vas a arrasar con el rey negro.

– Llamarlo rey negro es darle demasiada importancia.

– Es sólo el primero en una serie de reyes negros que conocerán tu furia. -Jason se dio cuenta de que ella hablaba totalmente en serio. Sintió que algo se expandía profundo dentro suyo, algo que lo hacía sentir magnífico, lleno de energía y satisfacción. Se dio cuenta de que era presunción. -Aún no he ido a enfrentar a lord Grimsby porque quería saber exactamente por qué Elgin Sloane, Charles Grandison y él eran tan condenadamente íntimos. Puse investigaciones en movimiento seis días atrás.

– Pero no me lo dijiste.

– Tú no me dijiste lo que ibas a hacer con Kindred tampoco. No lloriquees. El hecho es que preferiría dejar desnudo a lord Grimsby como tú hiciste con Kindred. Desafortunadamente no creo que pudiera salirme con la mía.

– Hablando de una imagen atroz… Oh, bien, creo que fue muy inteligente de tu parte, Jason.

Él oyó admiración en su voz y eso hizo que una calidez lo recorriera.

Petrie apareció en el umbral.

– Amo Jason, hay un hombre pequeño aquí para verlo. Muy pequeño de estatura, espero que no de carácter. Dice que es urgente.

Jason arrojó su servilleta sobre el plato y se levantó.

– Suena como el señor Clooney. Tal vez visite a lord Grimsby esta mañana después de todo.

Ella quería desesperadamente ir con él; era su socia, después de todo, pero sabía en lo profundo de ese pozo de sabiduría con el que estaba convencida que nacían las mujeres, que esto era algo que Jason tenía que manejar solo. Sabía que era, simplemente, hombres tratando con hombres, dibujando límites, infligiendo retribución por romper las reglas.

– ¿Qué hay de Elgin y Charles Grandison?

– Enviaré un mensaje a lord Grimsby, pidiéndole que estén allí cuando yo llegue, sí, eso es, el señor Clooney tiene respuestas para mí.

Hallie dijo:

– Me pregunto si los tres pagaron para que Kindred y Potter dispararan a Lorry.

Él sonrió.

– Elgin no tiene nada de dinero. ¿Charles haría eso? No lo hubiera pensado.

Hallie nunca apartó la mirada de su rostro severo, tan hermoso con la luz de la mañana que entraba a través de la ventana que quería llorar. O desvanecerse, como la cocinera, y cantar arias.

Le dijo:

– ¿Llevarás a Potter y Kindred contigo para confrontar a lord Grimsby?

– No -dijo Jason, -no es necesario. -Fue hacia ella, se inclinó para besarla en la boca y le ofreció una sonrisa cegadora. -Voy a clavar su trasero a la puerta del establo.

– ¿El de quién?

Jason se rió y le palmeó la mejilla.

– Amo Jason.

– ¿Sí, Petrie? ¿Sigues allí, observando todo?

– Desde luego, es mi deber. Quería decir que sus botas brillan mucho más esta mañana que las del ama.

Jason observó su propio rostro en sus brillantes botas entregadas esa mañana por Petrie.

– Es mi opinión, señor, que su uso de las semillas de anís es sobrevalorado.

Jason dijo a Hallie:

– Le dije a Petrie que escribiera al viejo Fudds y descubriera la medida exacta, ya que dudaba que se lo dijeras.

– Eso es cierto -dijo Hallie. -Sin embargo, lo hiciste bien, Petrie.

Petrie se pavoneó.

– Ah, escuche. Oigo a la cocinera cantando, y eso significa que está mezclando sus huevos mientras hablamos, con sólo una pizca de tomillo, del modo en que le gustan. ¿Regresará a comerlos?

– Hallie -dijo él. -¿Sabías que anoche me di cuenta de cómo simplemente diciendo tu nombre… Oh, Petrie, ¿sigues dando vueltas? Ve a ocuparte de la comodidad del señor Clooney. Estaré allí en un momento. Ve. Como decía… simplemente mencionar tu nombre, aun de pasada, me hace sentir caliente de la cabeza a los pies.

– Eso me alegra mucho. Oh, diablos. Te lo diré, ¿por qué no? Te amo, Jason Sherbrooke, aunque la cocinera nunca mezcla huevos especialmente para mí como hace contigo.

¿Ella lo amaba? Eso lo maravillaban, casi lo hizo poner de rodillas, casi sacó un grito de placer de su boca.

Jason dijo:

– No lo merezco.

– Posiblemente no pero, ¿qué puedo hacer yo? Está ahí, profundo dentro mío, este amor por ti, y sé que no desaparecerá jamás. No tienes que decir nada, Jason. Dile a la cocinera que legarás tus lindos huevos revueltos a mí esta mañana.

– Hecho.

Él le dio otro beso fugaz y fuerte en la boca, y se marchó.

Cuando la cocinera entró en el comedor algunos minutos más tarde, Hallie dijo:

– El amo Jason dijo que yo podía comer sus huevos.

La señora Millsom asintió tristemente.

– Sí, el hermoso y joven amo se disculpó conmigo, me dijo que no podría ser.

Se veía lista para estallar en lágrimas.

– Está reunido con un hombre en este mismo instante, señora Millsom, o sé que estaría aquí.

Pero la cocinera no escuchaba. Cargó el plato de huevos revueltos en sus brazos como un bebé, fue hacia la ventana y miró afuera.

Cuando vio al amo yendo a zancadas hacia los establos, gritó con todas sus fuerzas:

– ¡Amo Jason, regrese antes de que sus huevos desaparezcan por la garganta del ama! ¡Traiga al escuálido hombrecito con usted!

Hallie oyó a su marido devolver el grito:

– Señora Millsom, por favor, deje que el ama coma mis huevos esta mañana. Posiblemente está en la espera y quiero que mi heredero crezca grande y fuerte.

La señora Millsom se dio vuelta rápidamente para mirarla.

Hallie se encogió de hombros.

– Uno nunca sabe. Deme los huevos, señora Millsom. Lo último que queremos es un heredero raquítico.

– Cómalos todos, ama. Pronto estará devolviendo sus entrañas por las mañanas.

– Ese no es un pensamiento feliz, señora Millsom.

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