– Pensé que era un estúpido.
No pasó siquiera un segundo antes de que ella dijera:
– Eso es cierto, pero Louisa es pequeña para su edad y simplemente aún no lo reconoce.
Jason se rió por ese rápido y limpio disparo, pensando en Jessie Wyndham.
Hallie sintió un ardor en su propio abdomen por esa carcajada y sonrisa.
– Soy la única en la familia que prefiere transporte de cuatro patas antes que timones y madera. Navegué toda mi vida hasta que vine a vivir el año entero a Inglaterra. Déjeme decirle, he dirigido los establos de mi tío por dos años. Es hora de que lo haga por mi cuenta, eso es lo que finalmente me dijo mi tío, ya que yo estaba cansada de bailar el vals con jóvenes sin personalidad y viejos libidinosos que querían mirar dentro de mi vestido.
Jason dijo:
– Já. ¿Emborrachó a su tío?
– No hubo necesidad. Hice que sus hijos le dijeran que era el momento. No soy estúpida. Los puse de mi lado dos años atrás.
– Debería haberlo sabido. Dado que son jóvenes e impresionables, fueron blancos fáciles. -Jason se volvió hacia su hermano. -Este es el típico comportamiento de una mujer norteamericana, James. Sí, sí, sé que usted es inglesa, pero fue criada en América la mayor parte del tiempo, y eso es lo que cuenta.
– Eso no es cierto. Pasé mis primeros cinco años viajando por el mundo con mi padre.
Jason la ignoró.
– James, las muchachas norteamericanas traman, conspiran, sonríen tontamente y persuaden, todo con igual facilidad. Son un grupo que da miedo, especialmente aquellas con un mínimo de intelecto y un bolsillo lleno de monedas. En el caso de la señorita Carrick, evidentemente su padre le ha permitido meter la mano profundo en sus bolsillos. ¿Olvidé mencionar malcriadas? Otro rasgo de las mujeres norteamericanas. Con un poco de suerte, ella no estará enseñando a nuestras muchachas inglesas cómo…
Se paralizó, el rostro de Judith tan claro en su mente que quiso golpearse la cabeza con una roca para sacarla.
– Créame, señor Sherbrooke, sus muchachas inglesas no necesitan ninguna ayuda de mí. El modo en que pueden paralizarte en tu sitio con sólo una ceja levantada… -Se estremeció. -Tienen mucho el control, sus muchachas inglesas.
James, que había visto la repentina palidez en el rostro de su gemelo, quería decirle que no pensara en la muchacha que lo había traicionado, que los había traicionado a todos ellos, pero sabía que no podía.
Dijo, todo suave y tranquilo:
– Entonces, ¿todos los caballeros en Londres la aburrieron, señorita Carrick?
– Sí, me aburrieron terriblemente, milord. Le dije a mi tío que no tenía intención de casarme, ninguna intención de regresar a Norteamérica o de mudarme permanentemente a Carrick Grange, y ese anuncio ayudó a incitarlo a estar de acuerdo con que comprara mi propia propiedad. Naturalmente, se metiera en su estudio a escribir a mi padre, pero mi padre no interferirá.
– Puedo ver porqué su tío se resignó -dijo Jason. -Como usted no ha logrado encontrarse un esposo y está envejeciendo, no quiere que usted se quede en Ravensworth. ¿Cuántas temporadas ha tenido? ¿Cinco? ¿Seis? Claro que si su padre está proporcionando una gran dote, no importaría si tuviera sesenta años y sin un diente en su boca. Algún tonto estaría de rodillas rogándole que lo haga el hombre más feliz del mundo.
– No soy tan vieja como usted, señor Sherbrooke. ¿Puedo preguntarle por qué se molestó en venir a casa? Escuché que estaba contento de vivir con James y Jessie Wyndham y criar a sus hijos.
– ¿No dijo usted que yo sólo pensaba en acostarme con mujeres y las carreras?
– Eso también.
Ella frunció el ceño mientras palmeaba el cogote de su caballo, manteniéndolo en calma. Carlomagno adoraba pelear o galopar con el viento, no le importaba cuál. Sabía que miraba esperanzado a los dos caballos Sherbrooke, esperando que ella lo dejara ir a patearlos dentro del cubo de forraje. Le permitió levantarse sobre en sus patas traseras, echó su enorme cabeza de lado a lado y hacer un muy buen espectáculo.
– Ocúpese de su caballo, señorita Carrick -dijo Jason, -o los caballeros tendrán que rescatarla.
– Como si pudiera esperar que uno de su clase me rescatara.
Ella hizo una mueca de desdén.
James sintió como si hubiese sido llevado de regreso en el tiempo. Estalló en risas, no pudo evitarlo. Era una mueca Corrie, una que había perfeccionado más de siete años atrás y que usaba con impecable coordinación para hacerlo enojar tanto que se ponía bizco. Se preguntó si su hermano se lo tragaría, se pondría púrpura, la bajaría de un tirón de su caballo y le daría una zurra en el trasero.
Pero Jason simplemente le devolvió la mueca, una más potente que la de ella. ¿Había aprendido eso en Norteamérica?
– Escúcheme, señorita Carrick -le dijo lentamente, como si hablara con el idiota de la aldea, -planeo comprar Lyon’s gate. Será mío. Márchese.
– Eso lo veremos, ¿verdad?
Hallie Carrick hizo dar vuelta a Carlomagno, lo dejó encabritarse y patear al aire una vez más. Sonrió mientras él planteaba un claro desafío a Bad Boy y Dodger, cuyos ojos estaban en blanco, a punto de librarse de sus ataduras.
Jason habló con una voz grave y tranquila y ambos caballos se calmaron.
– Espere -dijo James. -¿Dónde está quedándose? Sin dudas Ravensworth está demasiado lejos hoy para usted.
– Estoy quedándome en la vicaría en Glenclose-on-Rowan con el reverendo Tysen Sherbrooke y su esposa. -Hizo una pose. -Bien, creo que son sus tíos.
Jason se quedó allí parado, sacudiendo la cabeza adelante y atrás.
– No, eso no es posible. ¿Por qué la tendrían allí? Rory me escribió desde Oxford, no más de un mes atrás, así que aunque él ya no está en casa, y no hay solteras de su edad…
– Leo Sherbrooke se casará con una querida amiga mía, la señorita Melissa Breckenridge. La acompañaré al altar el sábado, y por eso es que estoy visitando la vicaría.
– Hace sonar como si fuera a tener que cargarla.
– No, en realidad Melissa es una completa idiota en lo que concierne a Leo. Probablemente estará corriendo, con las faldas en alto, para llegar a él lo más rápido que pueda. Yo la precederé, esparciendo pétalos de rosa del jardín de Mary Rose, rogando todo el tiempo que Melissa no galope encima mío para llegar a su novio. Mientras los derramo, me maravillaré por la estupidez de las muchachas que entregan toda su libertad, sin mencionar su dinero, a un hombre.
– El dinero de sus padres -dijo Jason.
– Jessie Wyndham seguramente le dispararía si dijera eso frente a ella. Igual que mi madrastra.
– Eso es cierto -dijo Jason, sorprendiéndola. -Hay excepciones, aunque muy pocas.
La ceja de James se arqueó.
– ¿Asumo que a usted no le agrada Leo?
Jason dijo:
– Creo que a la señorita Carrick le gustaría servir a todos los hombres en la misma sopa, cortados en trocitos.
Ella le ofreció una mofa considerable.
– Trozos muy pequeñitos. Sin embargo, para ser hombre, Leo no está nada mal. No me importaría tratar con él cada día de mi vida, pero no soy yo quien tiene que casarse con él. Si sigue los pasos de su padre, al menos no se pondrá gordo o perderá los dientes, y eso es algo. Quizás hasta se ríe tanto como su padre. En general, supongo que debo admitir que si uno tuviera que ser atado con grilletes, Leo podría ser uno de los mejores del montón.
James dijo:
– Leo es más obstinado que su sabueso Greybeard. ¿Sabe eso su amiga?
– No lo sé, pero imagino que es demasiado tarde ahora para decírselo. No me creería. O, si lo hiciera, sin dudas le parecería encantador.
– Greybeard también duerme con Leo.
– Oh, cielos, Greybeard es bastante grande.
– Así es -dijo James. -Veo conflicto en el horizonte cercano.
– Seguramente Leo preferirá dormir con su nueva esposa que con su viejo perro.
– Por un tiempo, al menos -dijo Jason, el cinismo goteando de su boca.
James dijo:
– Entonces Leo está bien, igual que mi tío Tysen. ¿Asumo que usted también admira a su padre y a su tío?
– Bueno, sí, supongo que debo.
James dijo:
– Bien, entonces, me parece que difícilmente usted pueda decir que somos una mala especie.
– Tiene un buen punto, milord, pero el hecho es que usted podría ser un canalla y yo simplemente aún no lo sé. Pero la experiencia con su gemelo aquí sugiere que una muchacha, soltera, mejor anda con cuidado cerca de él o sufrirá las consecuencias.
– ¿Qué consecuencias? -preguntó Jason.
La había confundido, tanto James como Jason vieron que la había dejado sin una palabra para contraatacar. Ella abrió la boca, la cerró. Miraba a Jason como si quisiera pasarle a la bestia por encima. Finalmente logró pronunciar:
– Según mi opinión, llamar especie a los hombres les da demasiada importancia.
– Eso fue miserable, señorita Carrick -dijo Jason, con una potente sonrisa sarcástica en su boca. -Permítame preguntarle, ¿qué hombre la lastimó tanto que nos ha pintado a cada uno con su pincel cubierto de estiércol?
Hallie se quedó helada sobre la montura. Jason la vio forzándose a calmarse, forzándose a recuperar el control. Era asombroso lo rápido que se había controlado otra vez. Lo que él había dicho había estado muy cerca de la verdad. Entonces, había habido un hombre que la había lastimado. ¿Le chillaría como una pescadera?
Lo que salió de la boca de ella fue:
– Me enteré sobre esta propiedad por su tío Tysen. Estaba contándonos acerca del Señor Calamar y cómo gastaba tanto dinero en los establos y corrales. Y Leo se metió para hablar sobre el hijo, Thomas, que era un derrochador y un matón, y cómo quería vender para cancelar a todos sus acreedores. Leo me trajo aquí ayer y supe en el momento en que vi los establos que lo quería. Él también acordó escoltarme aquí hoy, pero como es hombre, y como logró arrastrar a Melissa hoy, claramente tenía otras cosas en mente. Como Melissa intentaría bajar la luna del cielo si Leo lo deseara, pueden estar seguros de que la ha llevado a rastras a algún lugar privado en el bosque para retozar.
– ¿Retozar? -Las cejas de Jason estaban levantadas, la mueca astuta. -Qué palabra borrosa, aguada como la sopa es esa, únicamente adecuada para mujeres a las que no les gusta hablar claro e ir al grano. -Una pausa infinitesimal, y entonces: -O que no pueden ser más claras porque no saben de qué están hablando.
James miró de reojo a su gemelo. ¿Qué estaba pasando aquí? Bueno, habían pasado cinco años, y Jason había estado viviendo en un país extranjero. ¿Quizás los hombres en Norteamérica insultaban a las mujeres de ese modo?
James se aclaró la garganta y llevó ambos pares de ojos hacia él.
– La casa es un desastre. Seguramente no desea molestarse con semejante ruina llena de moho.
– ¿A quién le importa? Son los establos, los corrales, esta hermosa sala de casillas de cría y alumbramiento lo que es importante. ¿Vio la sala de aperos? Podré trabajar allí con mi jefe de mozos de cuadra.
Jason quería decirle que le dispararía entre los ojos antes de permitirle que comprara Lyon’s gate, pero en cambio se volvió hacia su hermano.
– Vamos. Pretendo comprar esta propiedad inmediatamente. Usted, señorita Carrick, no tiene suerte. Buen día, señora.
– Ya lo veremos, señor Sherbrooke -le dijo ella por encima del hombro mientras salía galopando por el camino de entrada.
– ¿Leo se casará? No puedo imaginar a Leo casado -dijo Jason, riendo.
– Supongo que nadie te lo mencionó en las cartas. No lo has visto en cinco años, Jase. Es tan loco por los caballos como tú, ha pasado los últimos tres años en la caballeriza Rothermere con los Hawksbury.
– ¿Has conocido a la muchacha con quien se casará? ¿Esta Melissa que está loca por él?
– Es bastante encantadora, de veras. Muy diferente a las muchachas habituales, podrías decir. Pero no había conocido a su amiga.
– Aunque sea inglesa de nacimiento, actúa como una norteamericana, qué pena. Eso significa que lo que dije antes, que es descarada, presumida, que no sabe cuándo echarse atrás… Bueno, eso no tiene nada que ver.
– Es muy hermosa.
Jason se encogió de hombros.
– ¿Por qué Leo no está intentando comprar esta propiedad? ¿Cuántos años tiene Leo ahora?
– Más o menos nuestra edad, quizás un poquito más joven. En realidad, Leo tiene el ojo puesto en una caballeriza cerca de Yorkshire, cerca de Rothermere y la familia de su futura esposa. Oh, sí, todos iremos a la vicaría el sábado para la boda, pasaremos la noche allí, lo que debería ser toda una experiencia, dado que tío Ryder traerá a todos los Queridos. Estaremos apilados hasta las vigas. Oh, sí, tío Tysen casará a Leo y Melissa.
Jason se había dado vuelta para ver a Hallie Carrick alejándose, con esa gruesa trenza suya saltando arriba y abajo contra su espalda. Montaba bien, maldita fuera. Podía ser que montara tan bien como Jessie Wyndham.
– Me marcho a Londres en una hora. Tendré esta propiedad. Yo mismo veré a Thomas Hoverton. Estará hecho antes de que esa muchacha pueda empezar a ordenar un plan de acción.
James se dobló de risa.
– Esto es simplemente demasiado gracioso. Corrie no va a creerlo.
Seguía riendo cuando los dos entraron a Northcliffe Hall, las botas de Jason aporreando al subir la escalera principal para ir a empacar y partir hacia Londres.
Veinte minutos más tarde, cuando Jason se alejaba por el ancho camino de entrada de Northcliffe, James gritó:
– No olvides estar en la vicaría el sábado.